Qu¨¦ pena m¨¢s grande
AQU?, EN LA ESPA?A plural, no se puede escribir. No, se?or, no se puede. Por ejemplo, yo pensaba publicar hoy un art¨ªculo hipercr¨ªtico sobre el consumismo navide?o. Me estaba quedando concienciado de la muerte. Era un art¨ªculo que hablaba de que estas fechas (tan entra?ables) ya s¨®lo sirven para que gastemos dinero como cosacos (?o era como posesos?), que, en el fondo, son un invento de los centros comerciales, que ya se ha perdido el verdadero sentido religioso de la Navidad, que es una hipocres¨ªa que te cagas cenar con esa familia a la que no puedes soportar, y que uno deber¨ªa pasar esa noche como cualquier noche, igual de amargado que el resto de las noches del a?o, porque tampoco se va uno a sentir feliz por obligaci¨®n, y tampoco se va a poner uno como un cerdo a comer cordero y a chupar cabezas de langostino porque lo diga el Carrefour. Sosten¨ªa en dicho art¨ªculo que yo pensaba pasar Nochevieja como si fuera cualquier noche, tomando un yogur desnatado, con mi santo, los dos mano sobre mano, y sin poner la tele para no contagiarnos por la felicidad exultante de nuestra Carmen Sevilla, la de las ovejas. Mi art¨ªculo se iba a llamar: Navidad: ?una felicidad obligatoria? Es un t¨ªtulo supercandente, creo. La verdad, pienso que hubiera sido un art¨ªculo de esos que abren una peque?a brecha en esta sociedad de desatado consumo. Lo digo sin ¨¢nimo de lucro. Pero qu¨¦ l¨¢stima, me cago en la leche, que dicho art¨ªculo ya se les haya ocurrido a treinta y cinco columnistas (que yo haya contabilizado) antes que a m¨ª. Maldita sea mi suerte. Tambi¨¦n ten¨ªa pensado escribir sobre el D¨ªa de los Inocentes, pero se me adelant¨® Juan Manuel de Prada. Y me la tuve que envainar. Yo no s¨¦ qu¨¦ me pasa, pero todos los temas que a m¨ª me gustar¨ªa tocar, de una manera u otra, ya los ha tocado Prada. Pero miremos el lado positivo del asunto: lo bueno de no haber podido escribir ese art¨ªculo navide?o superconcienciado es que me he podido tirar a la calle como una perra en celo a comprar sin tener remordimientos de conciencia; porque siempre est¨¢ feo, verdad usted, que, despu¨¦s de echarles a ustedes una fil¨ªpica anticonsumista, te pillen los lectores cargada hasta los dientes en El Corte Ingl¨¦s, como yo he visto a otros columnistas de los que no voy a decir el nombre, porque uno de mis prop¨®sitos de cara al nuevo a?o es no crearme enemigos nuevos. Con los que tengo (que son legi¨®n) voy servidita. Adem¨¢s, ?para qu¨¦ co?o querr¨ªa yo vivir el verdadero sentido de la Navidad, si yo en lo ¨²nico que creo es en la iluminaci¨®n hortera de las calles, en los langostinos y las compras? ?C¨®mo le digo yo a mi padre que no hago cena? Hablando de padres: el otro d¨ªa me encuentro a Boris Izaguirre en plena calle y va y me dice que se va a Caracas y que le lleva a su pap¨¢, como todos los a?os, los chorizos de la cesta de Navidad de la SER. Lo que yo le dije: "Boris, este detalle de llevarle a tu padre unos chorizos que te han entrado en una cesta, te humaniza. Al fin y al cabo, es lo que hacemos todos". Pero a lo que iba, ?c¨®mo le digo yo a mi padre que no vea las campanadas de la Puerta del Sol? ?Qu¨¦ hago cuando alguno de mis familiares suelte: "A¨²n no, que son los cuartos"? ?Qu¨¦ hago?, ?lo mato? No, se?ores m¨ªos. Prefiero cargar con toda la melancol¨ªa navide?a que quedarme sin ella. Amigos, ¨¦ste es un art¨ªculo muy triste, porque las navidades son tristes, pero eso es bonito. Es triste todo. Son tristes esos matrimonios feos que se pelean con violencia soterrada mientras compran con los villancicos de fondo. Fue triste tambi¨¦n el d¨ªa de A?o Nuevo, cuando en uno de esos restaurantes brutales de la sierra vi a un padre que, se?al¨¢ndole a su ni?o de tres a?itos una gigantesca parrilla donde se hac¨ªan los solomillos, dijo: "Mira, ah¨ª es donde echan a los ni?os que han sido malos". El angelico rompi¨® a llorar y el padre a re¨ªr, el muy cafre. Y yo pens¨¦: "Michael Jackson ser¨¢ lo que sea, pero esa cabronada, ?ves t¨²?, nunca se la habr¨ªa dicho a un ni?o". Es triste que empiece el 2004 y que el diente del m¨ªtico Pe¨ªto, el cu?ao de Risitas, est¨¦ ya bajo tierra, el diente del hombre que nada tuvo en esta vida, s¨®lo un representante por ser famoso en la tele; es triste ver a los protagonistas de Telepasi¨®n cada a?o m¨¢s acabados; es triste ver de nuevo a Christopher Reeves en Superman, cuando todav¨ªa pod¨ªa volar; es triste que Ana Garc¨ªa Obreg¨®n haya sacado un libro basado en Ana y los siete, es bastante triste; es triste que Mill¨¢n Salcedo ya no haga lo de la empanadilla, entre otras cosas, porque acab¨® hasta las pelotas de la empanadilla, aunque nos siga haciendo re¨ªr con Los sobrinos del capit¨¢n Grant. Es triste que la novia de Cascos se llame Mar¨ªa de la Hoz porque el padre era rojo, es triste para el padre. A m¨ª me chupa un pie. Es triste escuchar un a?o m¨¢s la canci¨®n de las mu?ecas de Famosa. Por cierto, desde que me enter¨¦ de que ese anuncio fue un invento de mi amigo Borau, le tengo una admiraci¨®n sin l¨ªmites. Desde aqu¨ª te lo digo, Borau: en esa canci¨®n est¨¢ contenida mi felicidad. Y ahora mi melancol¨ªa. Es triste que todos nuestros ni?os se vayan a las macrofiestas. Es triste, cari?o, que cuando nosotros ¨¦ramos j¨®venes no existieran las macrofiestas. Y es cabreante que pas¨¢ramos la primera noche del a?o con el coraz¨®n en un pu?o pendientes de que volvieran sanos y salvos a casa. Ellos y sus m¨®viles. Para lo que hemos quedado, cari?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.