Enrique Buenaventura, impulsor del teatro en Am¨¦rica Latina
En sus ¨²ltimos a?os, Enrique Buenaventura adquiri¨® aires de abuelo bonach¨®n. Jam¨¢s se crey¨® el cuento de ser uno de los hombres m¨¢s importantes del teatro colombiano, el que lo llev¨® a figurar a nivel mundial, a ser el hombre de la creaci¨®n colectiva. "Los laureles son peligrosos si uno se sienta en ellos. Estoy trabajando ahora en cuatro piezas al mismo tiempo, y r¨¢pido, porque son p¨®stumas", dijo en una de sus ¨²ltimas charlas.
Una apendicitis convertida en peritonitis, que lo mantuvo en cuidados intensivos tres largos meses, seg¨®, el pasado 31 de diciembre, la vida de este hombre de 78 a?os y muchos talentos: dramaturgo, director, actor, pintor, poeta, te¨®rico, marinero... A Enrique Buenaventura le ense?¨® a recitar y a hacer teatro una abuela casada con un alem¨¢n, en las "tardes de aburrimiento", y aprendi¨® el arte de la mentira y la f¨¢bula de su padre, como recuerda ahora en la nota que sobre ¨¦l escribi¨® en El Tiempo Diego Le¨®n Giraldo.
Enrique Buenaventura, el dramaturgo, el que para los cr¨ªticos del arte esc¨¦nico elev¨® el teatro colombiano a un "nivel digno", jam¨¢s estudi¨® teatro; estudi¨® pintura, escultura y filosof¨ªa en la Universidad Nacional.
"La vida no se pude ensayar, pero el teatro es un modo de ensayarla", dec¨ªa. La adaptaci¨®n de la obra A la diestra de Dios Padre, de Tomas Carrasquilla -escritor costumbrista colombiano-, presentada en Par¨ªs durante el Festival de Teatro de las Naciones en 1960, lo hizo conocido en el mundo.
El cineasta Lisandro Duque le dedic¨® su ¨²ltima columna en el diario El Espectador: "Enrique magnetizaba a cuantos le escuchaban, as¨ª se tratara de adultos, por el ingenio socarr¨®n de que se val¨ªa para narrar, o inventar, sus experiencias". Y cont¨® que hace unos a?os la esposa del maestro, su eterna compa?era, Jacquel¨ªn Vidal -con quien tuvo un hijo, Nicol¨¢s, cuentero-, lo quiso llevar a vivir Francia, su pa¨ªs. ?l le respondi¨®: "Qued¨¦monos aqu¨ª mejor porque sinceramente no me imagino viviendo en un pa¨ªs sin guerra". Los dientes de la guerra, su ¨²ltimo escrito, es una historia del conflicto armado en Colombia.
Las cenizas de este hombre de carcajadas explosivas -sus amigos dicen que todo en su vida fue explosivo- reposan junto al palo de mango del patio del TEC -Teatro Experimental de Cali, del cual fue fundador y director y hoy es su mayor legado-. All¨ª, en la sala, fue el velatorio durante dos d¨ªas, en medio de conciertos y lectura de poemas. La imagen que m¨¢s se recordar¨¢ de Enrique Buenaventura ser¨¢: sentado en su silla negra de director, con un pie apoyado en el piso del escenario, su cigarrillo en la boca y su mirada fruncida y escrutadora, pero a la vez c¨¢lida y generosa de hombre bonach¨®n.-
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