El extra?o trabajo de Tom¨¢s y las alb¨®ndigas con patatas de Luc¨ªa
Un lotero que reparte suerte y millones crea a su alrededor un campo gravitatorio que atrae por igual a agraciados, desafortunados y oportunistas. A los dos primeros grupos se les distingue f¨¢cilmente. Los terceros tienen una naturaleza m¨¢s discreta. Tom¨¢s, por ejemplo.
Tom¨¢s observaba la situaci¨®n apoyado en la medianera del bar Caliente, Caliente y la panader¨ªa que hay frente a la administraci¨®n de la calle de La Laguna, all¨ª donde su due?o, Luis G¨®mez, con su mujer y su hija, recib¨ªan a prensa y ganadores. Cuando Tom¨¢s cre¨ªa localizar a un ganador (f¨¢cil, porque la sonrisa y los gritos, cuando no las botellas de cava, suelen delatarlos) los abordaba de forma queda y educada para hacerles esta propuesta: "Mire, como sabe, los premios de la loter¨ªa est¨¢n exentos de pagar a Hacienda. Por eso, hay gente que, por cosas del fisco, le interesa comprar d¨¦cimos premiados".
Tom¨¢s segu¨ªa: "Si usted me vende el d¨¦cimo, le damos uno o dos millones de m¨¢s. Si no lo tiene usted, pero hace de intermediario con alguien que s¨ª lo tiene, pues puede ganarse un pico, unas 200.000 pesetas". Es uno de los m¨¦todos m¨¢s comunes para hacer aflorar dinero negro, aunque sea con estas comisiones: el dinero sale del malet¨ªn, se cambia por el d¨¦cimo y luego se cobra, ya inmaculado y libre de impuestos.
A continuaci¨®n, Tom¨¢s daba un n¨²mero de tel¨¦fono anotado a boli en un billete en blanco y volv¨ªa a observar con su carpeta marr¨®n pegada al pecho. "Hacer esto da mucho corte, porque la gente no siempre lo entiende", dec¨ªa. O lo entiende demasiado bien
Por un pelo
Los de la categor¨ªa de los desafortunados (se dividen en curiosos y desafortunados puros) tambi¨¦n se distinguen por su actitud -manos en los bolsillos, sonrisa poco alegre, movimientos laterales de cabeza- y en la pr¨¦dica. "Qu¨¦ mala suerte. Ayer [lunes] quedaban como cuatro o cinco d¨¦cimos, pero mi mujer, que baj¨® a comprar un d¨¦cimo, se llev¨® uno acabado en 98", se lamentaba Redondo Dom¨ªnguez. Diodoro, que dice que es de Ecuador, saca tres d¨¦cimos del bolsillo, comprados todos en la administraci¨®n carabanchelera. "Nada, nada y nada; ni un d¨®lar, esto es, euro. Bueno, al menos hoy es fiesta". Compra una barra de pan y se larga.
Tercera categor¨ªa. Luc¨ªa Sese?a pertenece a ella y lo dice. "Ay, que s¨ª, me ha tocado, un d¨¦cimo... Me est¨¢n diciendo que son 26 millones", explica. ?Qu¨¦ ha hecho hoy? "Nada especial: mire, me he dejado la comida hecha, nada del otro mundo, ensaladilla, alb¨®ndigas con patatas y, de postre, pi?a, y luego me he tirado a la calle. Ya lo celebrar¨¦ otro d¨ªa con mis dos hijos; antes tengo que liquidar cosas que hay que pagar".
Visto as¨ª, ayer en Carabanchel se cumpl¨ªa trastocado el viejo aserto espa?ol que dec¨ªa que donde uno est¨¢ trabajando siempre hay seis fumando. Y all¨ª donde toca la loter¨ªa siempre hay uno celebrando y seis mirando. Y al menos uno ojeando.
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