Eduardo Mil¨¢n re¨²ne sus ¨²ltimos poemas con su antolog¨ªa esencial
"... Hijo de Jos¨¦, el comunista, hu¨¦rfano de madre y con conciencia de que te apedrean, durante mucho tiempo cre¨ª que yo era Cristo". Estos versos de Eduardo Mil¨¢n (Rivera, Uruguay, 1952) sirven quiz¨¢ como espejo de un poeta y un hombre que ha vivido entregado a la poes¨ªa desde hace casi 30 a?os.
Mil¨¢n present¨® el mi¨¦rcoles en la Residencia de Estudiantes el volumen que re¨²ne su antolog¨ªa po¨¦tica (1975-2003) y su nuevo poemario. El tomo se titula Querencia, gracias y otros poemas (C¨ªrculo de Lectores / Galaxia Gutenberg).
Ser y pol¨ªtica, iron¨ªa y sonoridad, juego y penetraci¨®n, rigor y libertad, econom¨ªa verbal y reflexi¨®n... Todos esos atributos marcan la obra (18 t¨ªtulos hasta ahora) de este cr¨ªtico y profesor, n¨®mada y extranjero perpetuo, poeta siempre en conflicto con el lenguaje ("estoy ya un poco harto del metalenguaje", dice) y en busca de identidades, seg¨²n afirm¨® el autor de la selecci¨®n y el pr¨®logo, Nicanor V¨¦lez, que record¨® el exilio de Mil¨¢n a M¨¦xico en 1979, huyendo de la dictadura que encarcel¨® a su padre, Jos¨¦, comunista y tupamaro.
V¨¦lez subray¨® que, como Vallejo y Rojas, Mil¨¢n "es capaz de nombrar el mundo como por primera vez", y lo calific¨® como el mejor poeta uruguayo y, citando a Elliot Weinberger, "como un poeta ¨²nico en Am¨¦rica Latina".
La rara realidad
"Mil¨¢n muestra lo rara que es la realidad", a?adi¨® la poeta Olvido Garc¨ªa Vald¨¦s: "Es un poeta punzante, antibanalidad, que escribe contra la falsificaci¨®n de lo codificado y que apura y explora la vibraci¨®n del sonido; su poes¨ªa est¨¢ hecha de chispazos y fulguraciones, de polifon¨ªa y polisemias, de remolinos y pozos. Ni arco ni flecha, s¨®lo tensi¨®n".
Hay sufrimiento en esos poemas, es poes¨ªa de la carencia, dijo tambi¨¦n Garc¨ªa Vald¨¦s, pero finalmente triunfa: "La victoria sobre la culpa y la pesadumbre es una poes¨ªa llena de ¨¦pica y tes¨®n, abismal y clara a la vez".
El protagonista ley¨® algunos poemas nuevos, casi palabra por palabra. Luego habl¨® de la poes¨ªa latinoamericana del siglo XX como una "poes¨ªa desafiante y libre respecto a la lengua, no superior a la espa?ola, pero distinta". Y no evit¨® hablar de Benedetti: "Es un poeta de una capacidad de irradiaci¨®n envidiable: ¨¦sa es la palabra si uno no es G¨®ngora y no defiende una secta po¨¦tica. Benedetti entiende la poes¨ªa de otra forma, y tiene una recepci¨®n muy notable. Yo no estoy en su caso, no tengo esa facilidad de comunicaci¨®n po¨¦tica, aunque ¨¦se es un terreno siempre misterioso".
"Parte de lo que escribo es dif¨ªcil de leer", admiti¨®. "Pero tuve que elegir. No soy suficientemente prolijo en mantener una actitud frente al lector. En algunos poemas pol¨ªticos del libro dedicado a mi padre (Son de mi padre) logr¨¦ transmitir bastante. Otras veces no. Pero no tengo una posici¨®n r¨ªgida ante eso. Y no tengo un programa po¨¦tico. Cuando uno vive bajo una dictadura depredadora, uno tiende a salvar la vida permanentemente m¨¢s que a pensar en proyectos literarios de largo alcance".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.