Barbate se rebela contra su imagen
Los habitantes de la localidad gaditana insisten en que siempre han combatido el tr¨¢fico de droga
Parece como si todo Barbate se hubiera puesto de acuerdo. Como si los habitantes de este pueblo costero de C¨¢diz se hubieran aprendido de memoria un bando municipal. J¨®venes, mayores, jubilados, parados, emigrados, profesores, tenderos, pol¨ªticos... Todos repiten la misma cantinela. "Aqu¨ª no hay m¨¢s droga que en otros sitios. Hay la misma que en Conil, M¨¢laga o Galicia. Lo que pasa es que Barbate siempre ha combatido la droga dando la cara. Y los peri¨®dicos siempre nos sacan m¨¢s grande que a los dem¨¢s".
Barbate. Un total de 22.000 habitantes: 17.700 mayores de edad; 2.900 parados; 60 guardias civiles; 30 polic¨ªas locales. Barbate dio vida a los busquimanos, esos chavales que van a la playa a buscar la droga y la llevan en sus ciclomotores hasta un punto convenido para ganar 1.800 euros. En Barbate se llev¨® a cabo la Operaci¨®n Estela, que permiti¨® la detenci¨®n de 40 personas y la aprehensi¨®n de m¨¢s de 6.000 kilos de hach¨ªs. Y en Barbate vivi¨® el fugado Ant¨®n, uno de los narcotraficantes m¨¢s conocidos del pa¨ªs. Barbate. Todos creen que es la meca de la droga.
Sus habitantes est¨¢n hartos de eso, de que los peri¨®dicos saquen en primera p¨¢gina una bronca protagonizada por familiares de narcotraficantes frente al juzgado y reduzcan a un texto m¨ªnimo la incautaci¨®n de 1.000 kilos de droga en San Roque. "Mi marido es taxista. Ayer sac¨® cuatro euros y estuvo trabajando desde las seis de la ma?ana. Tengo trillizos de cinco a?os. Que me digan encima que vivimos de la droga", se?ala Manuela Reyes, que estampar¨¢ su firma en una campa?a que va a realizar el Ayuntamiento y que pretende limpiar la imagen de Barbate. "Es que es muy fuerte", explica Roc¨ªo Diego, de 18 a?os, "que hasta en la serie de televisi¨®n Hospital Central sale una vieja que ven¨ªa de Barbate, y la tienen que hospitalizar porque se pone mala, y resulta que llevaba una bola de hach¨ªs en el est¨®mago".
Nadie sabe cu¨¢ntas personas viven del narcotr¨¢fico en el pueblo. Pero todos saben qui¨¦nes son. "?se de ah¨ª, el del coche azul, ¨¦se es narcotraficante, uno de los que dejaron en libertad despu¨¦s de la Operaci¨®n Estela", se?ala un joven. Juan Santana, de 21 a?os, vuelve todos los viernes de M¨¢laga, donde trabaja de escayolista, y se re¨²ne con sus amigos. "All¨ª me dicen que Barbate es el pueblo del chocolate. Pero ninguno de los que estamos aqu¨ª tenemos callos de vender hach¨ªs. Antes s¨ª que ve¨ªas a muchos chavales en la playa cogiendo droga, pero ahora no, porque nada m¨¢s que hay boinas verdes (guardias civiles), t¨ªos de dos metros de largo, cualquiera se acerca. Adem¨¢s, muchos ya no quieren ser busquis porque dorm¨ªan con el culo part¨ªo muertos de miedo, y eso no hay quien lo aguante".
Se quejan de que el pueblo es pobre. Antes viv¨ªa de la pesca, pero no hubo nada que sustituyera la p¨¦rdida del caladero de Marruecos. Eso llev¨® a muchos a traficar, ayudados por el lugar estrat¨¦gico donde se encuentra Barbate. "La gente cree que los barbate?os vamos por las calles peg¨¢ndonos tiros", afirma el alcalde del pueblo, Juan Manuel de Jes¨²s (PP). "Por eso la gente est¨¢ indignada". Pero, ?qu¨¦ hay de los cordones de oro que llevan al cuello la mayor¨ªa de los j¨®venes? ?Por qu¨¦ llevan los cristales de los coches tintados? ?Por qu¨¦ cada dos minutos pasa por la Avenida del General¨ªsimo un Audi, un Wolksvagen o un deportivo? Juan Santana y sus amigos son j¨®venes, llevan varios anillos y colgantes de oro, tienen un buen coche con los cristales oscuros. "Y no vendemos droga ni somos narcos", dicen. Pero nadie que lo sea, afirman, lo reconoce.
Una mancha en una camisa blanca
En Barbate se dice que los narcotraficantes son pocos pero manchan mucho. Desde la Coordinadora Antidroga se calcula que hay una decena de clanes que se dedican a la droga, y que alrededor de un 10% de la poblaci¨®n vive directamente del narcotr¨¢fico. Madres como Mar¨ªa P¨¦rez dicen que tienen que hacerles a sus hijos aut¨¦nticos "lavados de cerebro" para que no se dejen arrastrar por el dinero f¨¢cil que da la droga. "Les decimos que vender droga es vender muerte, es ir a la c¨¢rcel. Pero ellos ven que los dem¨¢s tienen moto, y colgantes, y los m¨®viles m¨¢s modernos...".
Una mancha negra sobre una camisa blanca son los chavales de entre 14 y 17 a?os que van a las plazas p¨²blicas a fumar porros a las cuatro de la tarde. Ense?an una piedra que llevan oculta en los calcetines, en una ri?onera o en el manillar de las bicicletas. "Esto es esputnik, polen. El hach¨ªs deja una resaca muy mala, esto tiene un sabor m¨¢s dulz¨®n". "Si no quieren que fumemos, que nos den trabajo. Este pueblo est¨¢ esmayao". Pero se retractan. "En la tele s¨®lo sacan cosas malas de nuestro pueblo. ?No habl¨¦is mal de nuestro pueblo", se dicen los unos a los otros, "que es mu bonito!".
Se envalentonan. Uno dice que acaban de robar un coche. "Como cuentes esto no vuelvas a Barbate, que te rajo el cuello". "Matarte no te vamos a matar", dice otro. "Pero la paliza te la llevas". Tambi¨¦n tienen miedo. Ninguno quiere decir su nombre. "Como se entere mi madre, ver¨¢s. ?No me hagas una foto! ?Foto es chiquero, es esto!", gritan, junt¨¢ndose las mu?ecas como si llevaran esposas.
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