La mirada inc¨®moda de Lidia Falc¨®n
Le arrebataron la juventud y en parte tambi¨¦n la vida. Pero en cuanto pudo la recuper¨®: primero en silencio y luego a dentelladas. Lidia Falc¨®n publica ahora la parte sumergida de su vida, la de su juventud y primeros a?os de matrimonio. La conocida militante feminista, de 68 a?os, no ahorra crudeza y dramatismo en La vida arrebatada (Anagrama, 2003). Es una visi¨®n complementaria de la combativa abogada que conocemos. Es tambi¨¦n un recorrido por las dificultades econ¨®micas que arrostraron las j¨®venes de su generaci¨®n de clase media-baja o de familias de vencidos para abrirse paso en la oscura y cicatera Espa?a franquista. Falc¨®n se nos presenta aqu¨ª como una joven educada por una madre singular y librepensadora, Enriqueta O'Neill, escritora de escasos recursos (su marido, el comunista C¨¦sar Falc¨®n, se exili¨® al final de la Guerra Civil y rompi¨® de facto con la familia). Hermana de la periodista y feminista Carlota O'Neill (otra perdedora, exiliada con sus hijas, despu¨¦s de que los franquistas fusilaran a su marido, capit¨¢n de la aviaci¨®n republicana), la madre de Lidia Falc¨®n, unida a una nueva pareja en los terribles cuarenta, hizo compatible su exilio interior con la inevitable integraci¨®n en la sociedad barcelonesa de la posguerra. Pese a este poso, la joven Lidia cambi¨® su suerte de estudiante de bachillerato en la Academia Condal al quedarse embarazada de su novio y verse abocada a un matrimonio prematuro. Casarse era la ¨²nica salida que le cerr¨® a la vez todas las salidas. "Los noviazgos de siete a?os no estaban hechos para m¨ª", confiesa. Sus compa?eras de la academia, obsesionadas con casarse, sab¨ªan que hab¨ªa que armarse de paciencia y astucia para encandilar a los chicos sin ceder al sexo antes del matrimonio. Pero la impaciente Lidia se entrega a ese chico de ojos verdes, Alfredo Borr¨¢s, que dice que no puede vivir sin ella.
"Quer¨ªa hacer un libro ejemplar no porque mi vida lo sea, sino por todo lo contrario. Quer¨ªa que mi vida apareciese como lo que ha sido, una aut¨¦ntica vida de mujer"
A pesar de la igualdad jur¨ªdica que garantiza la Constituci¨®n, Falc¨®n piensa que la mujer, en t¨¦rminos generales, sigue siendo m¨¢s vulnerable ante el divorcio
"Sorprende que haya adolescentes que caigan hoy en la trampa del embarazo prematuro. Se necesitar¨¢n m¨¢s campa?as, o no se har¨¢n bien", afirma
El peregrinaje por pensiones m¨¢s o menos s¨®rdidas, la imposibilidad de tener vivienda propia con el escaso sueldo de su joven marido y el paso de Lidia por sucesivos empleos mediocres jalonan los primeros a?os de casada. Tres a?os despu¨¦s, ya con dos hijos, el matrimonio se separa.
A?os complicados
A?os complicados en los que Falc¨®n se empe?¨® en sacar adelante a sus hijos y a la vez cursar derecho en tres a?os y medio. Pas¨¢ndose por viuda con dos hijos ante los biempensantes, por universitaria sin hijos los primeros tiempos de la abogac¨ªa.
"Aunque soy muy pudorosa, quer¨ªa hacer un libro ejemplar, no porque mi vida lo sea, sino por todo lo contrario. Quer¨ªa que mi vida apareciese como lo que ha sido, una aut¨¦ntica vida de mujer. Yo tengo una imagen fuerte, pero quer¨ªa decir que no todo lo que s¨¦ lo he aprendido en los libros. He vivido las mismas situaciones que otras mujeres. Cuando me di a conocer y acud¨ªan a mi despacho mujeres machacadas o separadas, dec¨ªan: 'Claro, es que t¨² no puedes comprender'. Pero si yo he pasado por lo mismo: he sido pobre, separada, con dos hijos. Me ve¨ªan como una leyenda, pero no soy una prefabricaci¨®n ni una abogada feminista que aparece con las tablas de la ley: he vivido en carne propia lo que defiendo", explica.
"Sorprende que haya adolescentes que caigan hoy en la trampa del embarazo prematuro. Se necesitar¨¢n m¨¢s campa?as, o no se har¨¢n bien. Entonces la informaci¨®n era impensable. Se desconoc¨ªa el cuerpo humano, y el que se estudiaba no ten¨ªa genitales", afirma.
A pesar de la igualdad jur¨ªdica que garantiza la Constituci¨®n, Falc¨®n piensa que la mujer, en t¨¦rminos generales, sigue siendo m¨¢s vulnerable ante el divorcio. "Qued¨¢bamos desvalidas entonces, y ahora tambi¨¦n: para muchas, los a?os de convivencia han sido una estafa", a?ade. La abogada cree que si los enga?os como el que ella sufri¨® prosperan, es porque incluso los parientes o amigos dispuestos a ayudar a la mujer en un litigio "no conf¨ªan del todo en nuestra palabra, piensan que somos caprichosas, que en estados emocionales no razonamos y que no sabemos bien si firmamos aquello o no, as¨ª que adoptan una actitud paternalista y te disuaden de que luches. Es algo que veo a¨²n en el despacho, un menosprecio, que en el fondo es desprecio".
Falc¨®n piensa que la ley del divorcio de 1932 era m¨¢s ¨¢gil que la actual. En cualquier caso, la abogada feminista considera "una barbaridad" que algunos sectores afirmen que en la separaci¨®n las mujeres tienen ciertas ventajas en relaci¨®n con los hijos. "Es la propaganda machista de hombres organizados, muchos de ellos maltratadores a los que les han quitado la patria potestad", asegura.
Convivencia azarosa
Lidia Falc¨®n ya public¨® en 1962 Derechos civiles de la
mujer, en un tiempo en que la casada no pod¨ªa comprar ni hipotecar sin permiso del marido. El adulterio femenino era delito (hasta 1978) y constitu¨ªa una eximente si el marido daba muerte a la infiel. Las separadas que volv¨ªan a emparejarse -no exist¨ªa el divorcio- viv¨ªan m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite legal y moral. Fue el caso de Lidia Falc¨®n, que en 1959 rehizo su vida sentimental con el periodista Eliseo Bayo, el que con el tiempo pasar¨ªa por padre real de sus hijos. Una convivencia azarosa y trufada de sobresaltos por la militancia pol¨ªtica de ambos en un tiempo en que Falc¨®n empezaba a salir a flote.
Primero dentro del PSUC y luego en sus m¨¢rgenes, la pareja Bayo-Falc¨®n altern¨® una presencia profesional en sus respectivos medios con diversas estancias en la c¨¢rcel. Fue un tiempo parad¨®jico. Falc¨®n llevaba a sus hijos al colegio Norteamericano, donde estudiaban chicos de la burgues¨ªa proyanqui, y como abogada empezaba a ser valorada por editores liberales o franquistas moderados que le encargaban libros o art¨ªculos al tiempo que manten¨ªa una vida pol¨ªtica clandestina. Sus actividades subversivas la llevaron a la c¨¢rcel en 1972. Pocos d¨ªas antes hab¨ªa sido detenida tambi¨¦n su hija Regina, al igual que Bayo. La sensaci¨®n de cataclismo familiar fue tan brutal que la madre de Lidia no resisti¨® el reto y se suicid¨® en aquellos d¨ªas. Fue tal vez la prueba de dolor m¨¢s fuerte para Falc¨®n, que dos a?os m¨¢s tarde volvi¨® con Bayo a prisi¨®n "implicados falsamente por la polic¨ªa en el atentado terrorista de la calle del Correo", recuerda en su libro. Sali¨® en junio de 1975, pocos meses antes de que el franquismo iniciara su agon¨ªa.
En 1979, ya en democracia, Falc¨®n cre¨® el Partido Feminista. Para entonces se hab¨ªa separado de Bayo. Poco tiempo despu¨¦s emprender¨ªa una vida m¨¢s serena junto al catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Carlos Par¨ªs. Pero no baja la guardia. ?Posfeminismo? No, gracias. Todav¨ªa hay tareas pendientes: "Lo m¨¢s urgente es que dejen de matarnos. Ni los jueces ni la polic¨ªa protegen de verdad a las maltratadas", recuerda. "No se persigue al maltratador hasta el final. Siempre ha habido maltrato, pero ahora, como no se callan, las matan".
Disfrutarlos y olvidarlos
LIDIA FALC?N admite que el feminismo ha calado en la sociedad y en la clase pol¨ªtica, pero "echo de menos ese orgullo de los setenta que llevaba a definirse como feminista. No se puede hablar de retroceso, pero hay una tendencia a mostrarse equidistante y contraria a las cuotas. A veces, en una conferencia o rueda de prensa, intelectuales o profesionales de relieve dicen 'yo apuesto, ante todo, por las personas', como si a ellas se les estuviera reconociendo el talento igual que a un hombre o tuvieran una alta categor¨ªa en su empresa", sostiene. "Las desigualdades laborales son evidentes: las mujeres ganan un 30% menos, el paro femenino es el doble, etc¨¦tera. Ah¨ª est¨¢ el deplorable espejo de la publicidad, donde la mujer es utilizada como objeto para vender una sopa o un descapotable". Y qu¨¦ mujer, adem¨¢s: "O ama de casa, o vampiresa". Dos modelos que, unidos o por separado, limitan o deforman su imagen. La servidumbre de la belleza es otra paradoja a la que se enfrenta la mujer hoy: su perfil profesional gana terreno, pero la necesidad de estar delgada y atractiva todo el tiempo la anclan en la imagen de eterna seductora. M¨¢s fuerte, se?ala Falc¨®n, es "la dependencia afectiva". El hombre no es tan deudor de su f¨ªsico en la seducci¨®n, porque tiene el poder "en la pol¨ªtica, en la econom¨ªa y en la cama". "Tenemos que olvidarnos de tanto romanticismo y practicar lo que Alexandra Kollontai llamaba el juego amoroso: disfrutarlos y olvidarlos". ?El precio es renunciar al amor, deshumanizarse? "Y qu¨¦ m¨¢s da. Es lo que hacen muchos de ellos".
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