Y usted ?de qu¨¦ se queja?
No es una provocaci¨®n. Ni tampoco que el a?o se estrene en esta columna con un especial descaro. El t¨ªtulo de la misma repite otro que mi antecesora en este quehacer, Soledad Gallego-D¨ªaz, escribi¨® exactamente en enero de 1994. La entonces Defensora del Lector preguntaba a los lectores de EL PA?S por sus preocupaciones, al tiempo que hac¨ªa un recuento de sus quejas y reclamaciones. No es mal momento, una d¨¦cada despu¨¦s y cuando se cumple justo un a?o de mi llegada al mismo cometido, para volver sobre sus quejas y ver c¨®mo han evolucionado desde entonces.
Dec¨ªa Gallego-D¨ªaz que lo que m¨¢s exasperaba a nuestros lectores en aquellos a?os era la inadecuada utilizaci¨®n del lenguaje en el peri¨®dico. ?Qu¨¦ ha cambiado una d¨¦cada despu¨¦s? ?Son sus protestas las mismas? No exactamente. Aunque hay que reconocer que el primer puesto de la lista permanece inalterable. Las erratas, errores en general, y fallos gramaticales son hoy, con gran diferencia, la mayor preocupaci¨®n de los lectores de EL PA?S. Igual que hace 10 a?os, igual que en 1985 cuando se cre¨® la figura del Ombudsman para velar por sus derechos. Pero no todo sigue igual.
Por ejemplo, el segundo gran apartado de protestas lo planteaban entonces los protagonistas de informaciones que se quejaban de no haber sido contactados, como fuentes, por los redactores de las noticias; es decir, los llamados "afectados directos". Pues bien, estas quejas han desaparecido pr¨¢cticamente, lo que indica una evoluci¨®n m¨¢s que positiva a la hora de realizar la informaci¨®n y contactar, siempre que sea posible, con todas las fuentes en conflicto, como establece el Libro de estilo de EL PA?S. Tampoco el tercer gran apartado de aquellas quejas: titulares que no se correspond¨ªan exactamente con el contenido de la informaci¨®n, fotos de archivo con pies equivocados para ilustrar noticias de actualidad y mala transcripci¨®n o traducci¨®n de declaraciones coincide con el actual orden actual de las mismas. Ahora han descendido tres puestos m¨¢s abajo.
?Cu¨¢les son sus mayores preocupaciones en la actualidad? Una vez se?aladas las erratas, errores generales y gramaticales, y descontando las numerosas reclamaciones que llegan a esta Defensora de temas ajenos a su competencia (Cartas al Director, asuntos relacionados con El Pa¨ªs Digital, distribuci¨®n o suscripciones del peri¨®dico, y un amplio apartado de "varios" que incluye las protestas m¨¢s peregrinas, desde la falta de alg¨²n DVD de promoci¨®n a la tinta excesivamente manchosa con la que ciertos d¨ªas se imprime el diario), durante el pasado a?o el protagonismo de sus quejas ha estado centrado en temas relacionados con el tratamiento de la informaci¨®n (en un amplio apartado que incluye desde las fuentes y fotos conflictivas, al lenguaje camuflado en la guerra de Irak, los estereotipos o la ausencia de sensibilidad con determinados colectivos), seguido de los contenidos de los art¨ªculos de opini¨®n; la falta, o mala recuperaci¨®n en algunas ediciones, por problemas de producci¨®n, de determinadas noticias de deportes (especialmente cuando los partidos de f¨²tbol se juegan a primeras horas de la noche y la cr¨®nica ausente no se recupera en la edici¨®n del d¨ªa siguiente); las quejas por la falta de exactitud en los titulares; publicidad improcedente, y fallos en los pasatiempos.
Nuevas sensibilidades
Aparte de las 33 columnas publicadas en esta p¨¢gina, en las que se tocaron temas relacionados con el tratamiento de la informaci¨®n (18 veces), errores varios (6 veces), publicidad (5 veces), titulares (5 veces), funcionamiento del peri¨®dico (4 veces), uso de las fuentes (2 veces) y lenguaje incorrecto (2 veces), esta Defensora ha contestado en privado 781 reclamaciones (569, por correo electr¨®nico; 189, por tel¨¦fono, y 23, por correo ordinario), en las que ha podido constatar una preocupaci¨®n creciente por la publicidad en general, y especialmente combativa por el tratamiento de la imagen de la mujer, al igual que por los estereotipos raciales relacionados con la inmigraci¨®n. Aspectos ambos que comenzaban a aflorar hace una d¨¦cada.
La mayor¨ªa de estas quejas han sido constantes en los ¨²ltimos 19 a?os, aunque el orden y volumen hayan cambiado. En muchas ocasiones, los lectores, y tambi¨¦n los propios periodistas, se quejan de que nunca ha habido tantos fallos en el peri¨®dico como en el momento actual. Pero basta echar una ojeada retrospectiva a estas columnas para convencernos de que, al menos, cualquier tiempo pasado no fue mejor. ?Significa esto que la del Defensor/a es una figura carente de sentido? Les confieso que yo tambi¨¦n me lo he preguntado algunas veces a lo largo del pasado a?o, sobre todo cuando los fallos cantados y reiterados en esta columna se repet¨ªan sin piedad. Pero, al igual que Robert Maynard, el tercer ombudsman que tuvo el diario The Washington Post -a quien ya citaba Gallego-D¨ªaz-, creo que la Defensora del Lector no s¨®lo debe corregir errores y ayudar, as¨ª, a aumentar el rigor profesional de la redacci¨®n; debe tambi¨¦n procurar aumentar la conciencia de sus lectores: estimular sus exigencias para conseguir un producto de mayor calidad. Cuanto m¨¢s conozcan ustedes sobre el funcionamiento de un peri¨®dico, m¨¢s posibilidades tendr¨¢n de saber si ese diario respeta el compromiso que adquiri¨® su primer d¨ªa de publicaci¨®n. Si ustedes insisten, la Defensora del Lector insistir¨¢ y, aunque los resultados sean escasos, valdr¨¢n la pena.
No todo est¨¢ perdido. Por ejemplo, los art¨ªculos de opini¨®n traducidos llevan ahora en EL PA?S la firma de su traductor; el pasado a?o se retiraron, por las quejas de los lectores, dos anuncios de publicidad considerada violenta o discriminatoria para la mujer, y muy pronto estrenaremos un nuevo corrector gramatical autom¨¢tico, que no har¨¢ milagros, pero esperamos pueda mejorar notablemente los numerosos gazapos y despistes gramaticales de la redacci¨®n.
No es mucho, pero conviene tener presente el sabio consejo del periodista brit¨¢nico David Randall, autor de El periodista universal: "Los peri¨®dicos deber¨ªan llevar al lado de los editoriales una nota: 'Este diario y los centenares de miles de palabras que contiene han sido producidos en aproximadamente 15 horas por un grupo de seres humanos falibles que, desde despachos atestados, tratan de averiguar qu¨¦ ha ocurrido en el mundo, recurriendo a personas que a veces son remisas a cont¨¢rselo y, otras veces, decididamente contrarias a hacerlo". Sigan protestando, pero, por favor, no olviden esto.
Otra cosa. A los que me reprochan que en estas columnas sea tan insistente con el Libro de estilo de EL PA?S, en vez de olvidarlo para siempre, siento decirles que tendr¨¢n que seguir soportando sus referencias. Los principios y normas del Libro de estilo son para los redactores de este diario una referencia obligada -aunque no siempre se cumpla-. Y lo son tambi¨¦n para esta Defensora, que, al estudiar una queja o reclamaci¨®n, debe considerar, como primera medida, si los redactores han cumplido o no con su contenido.
Lo s¨¦, no es perfecto y puede mejorarse. En ello estamos.
Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensora@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 913 377 836.
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