El Deportivo paga su desidia

En plenos debates maximalistas sobre la calidad de la plantilla, sobre las caracter¨ªsticas de sus delanteros, es decir, en pleno encono sobre asuntos te¨®ricos, el Deportivo decidi¨® irse a freir esp¨¢rragos y resolver el asunto en cualquier sitio menos en el ¨¢rea, en cualquier mon¨®logo menos el futbol¨ªstico. El Depor, frente al Racing, se perdi¨® en su propia sombra pretendiendo ganar un partido con un ¨²nico disparo a puerta, eso s¨ª, bell¨ªsimo, de Luque, aunque ayudado por la sobredosis de autoestima de Ricardo, que s¨®lo coloc¨® dos jugadores en la barrera.

Ganar con un tiro a puerta ante un rival acreditado como el Racing, que antes de que Trist¨¢n estrenara su bota izquierda hab¨ªa dejado dos disparos en los postes de Molina, se antojaba un ejercicio de racaner¨ªa impropio de quien quiere ganar la Liga. El p¨²blico, asqueado probablemente por tantas pol¨¦micas internas, lo pag¨® con Diego Trist¨¢n, un futbolista que no cuenta entre sus virtudes la de hacerse querer y que ayer no dio una a derechas porque su equipo puso mil kil¨®metros de distancia entre ¨¦l y el resto, porque Valer¨®n fue tan intermitente que nunca lleg¨® a encender la luz del f¨²tbol y porque el Racing, con esa actitud tan suya, fue poco a poco cogiendo el bal¨®n y cerrando espacios, asfixiando el partido, enred¨¢ndolo.

Hay un futbolista que juegue mal o juegue bien disfruta como un ni?o en cada partido. Es el argentino Diego Mateo, jugador del Racing, tan generoso en el esfuerzo que le permite intervenir en el noventa por ciento de las jugadas que ocurren en el partido. A base de estar en todos los sitios, de choque, de entrega, consigui¨® merendarse al centro del campo del Depor, obligando a Mauro Silva a jugar m¨¢s cerca de Molina que del centro del campo, es decir a ausentarse de la creaci¨®n y a revolverse en tareas menores.

El Racing fue m¨¢s pr¨¢ctico, juntando a sus jugadores en una labor menos lucida de lo que acostumbra fuera de casa, pero siempre acompa?ada por la sensaci¨®n de que el partido s¨®lo se le podr¨ªa escapar por un maleficio.

Y mal¨¦fico fue el inicio, cuando Azoye dispar¨® por sorpresa desde el lateral izquierdo contra el poste de un atribulado Molina, o cuando Javi Guerrero levant¨® la vista y le bombe¨® un bal¨®n que dio en la cruceta. No es que el Racing jugara con belleza, pero ten¨ªa las ideas claras, hasta que Luque agarr¨® un zurdazo que sorprendi¨® a Ricardo y, te¨®ricamente, le dio aire a un Deportivo plano, muy espeso, sin ritmo, excesivamente sonriente, complacido. Tanto que en la segunda mitad s¨®lo disparo una vez a las manos de Ricardo y acab¨® encajando el gol de empate en otra acci¨®n de Javi Guerrero, que supo ver de nuevo adelantado a Molina en un contragolpe de manual.

Nunca hab¨ªan empatado el Deportivo y el Racing en Primera Divisi¨®n. Lo suyo eran partidos resueltos, sin resuello, a todo o nada. Pero siempre hay una primera vez, por obra y gracia del exceso de respeto, para construir un empate que aleja al Deportivo de la cabeza y deja al Racing casi donde estaba.