Los problemas de la pol¨ªtica sanitaria del Gobierno
El nombramiento de la actual ministra de Sanidad fue una buena noticia, no s¨®lo porque ven¨ªa a sustituir a la indescriptible Celia Villalobos, sino porque siendo m¨¦dica de profesi¨®n se le supon¨ªan unos conocimientos gen¨¦ricos sobre la sanidad. En su primera aparici¨®n p¨²blica ya empez¨® a apuntar cu¨¢les eran sus l¨ªneas de actuaci¨®n, realizando una amplitud de promesas de planes que, ayunos de financiaci¨®n, sonaban sobre todo a una lista de buenos prop¨®sitos con poca efectividad pr¨¢ctica, aunque tambi¨¦n pod¨ªan convertirse en un regalo envenenado para las comunidades aut¨®nomas, que ahora gestionan y pagan las prestaciones. El tiempo ha ido decantando esta pol¨ªtica de Sanidad que se caracteriza por tres tipos de actuaci¨®n:
En las cuestiones centrales de sanidad, la ministra ha fracasado estrepitosamente
Primero, la ausencia de avances y/o el estrepitoso fracaso en lo que son sus competencias directas. Un buen ejemplo es el gasto farmac¨¦utico, que presa del pacto con Farmaindustria (que asume un incremento del gasto farmac¨¦utico del 9,5% cuando los presupuestos sanitarios crecen en torno al 7%) no s¨®lo no ha servido para contener el gasto, sino que le sit¨²a en cifras que superan el 10% interanual (el 11,07% entre septiembre de 2002 y el mismo mes de 2003), situaci¨®n esta que est¨¢ produciendo problemas financieros a todas las comunidades y que pone en cuesti¨®n la viabilidad del Sistema Nacional de Salud.
Por otro lado, medidas como la de la disminuci¨®n de los precios de referencia se han ido dilatando tanto en el tiempo (hace un a?o se anunciaron y a¨²n no son efectivas) que han permitido a la industria poner en funcionamiento estrategias para hacerlas poco efectivas (b¨¢sicamente la introducci¨®n de medicamentos m¨¢s caros). Por otro lado, el ministerio, que es el que aprueba la financiaci¨®n de los medicamentos, contin¨²a una l¨ªnea de descontrol en este terreno de manera que escasamente el 25% de los nuevos medicamentos financiados suponen una ventaja terap¨¦utica demostrada, se sigue sin controlar las actividades de promoci¨®n de la industria, etc¨¦tera. En la misma l¨ªnea est¨¢n otros temas como la investigaci¨®n, a la que se sigue dedicando menos del 0,8% del gasto sanitario, y las actuaciones incompetentes en temas de salud p¨²blica (ola de calor, cierre de la verja en Gibraltar, etc¨¦tera).
Segundo, una excelente pol¨ªtica de imagen, en la que lo importante es "vender el producto" aunque ¨¦ste no tenga contenido alguno. Se hacen planes y declaraciones de intenciones en los que lo importante es la publicidad y no el resultado concreto (otro ejemplo: el ministerio aprueba un Plan Nacional de Prevenci¨®n y Control del Tabaquismo, pero no toma ninguna medida para evitar que se fume habitualmente en los centros sanitarios o que las profesiones m¨¦dica y de enfermer¨ªa tengan una prevalencia de tabaquismo muy superior a la de los dem¨¢s pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Pero esta estrategia no deja de tener su ¨¦xito, al menos medi¨¢tico (?cu¨¢ntas p¨¢ginas ha dedicado EL PA?S a una medida como los precios de referencia, que todav¨ªa no se ha llevado a cabo?).
Tercero, existe una actuaci¨®n demag¨®gica y con evidente falta de lealtad institucional. El que Sanidad tenga la competencia de fijar las prestaciones y de la pol¨ªtica farmac¨¦utica, y sean las comunidades las que las paguen con sus fondos propios, cre¨® un escenario preocupante, que algunos nos encargamos de se?alar cuando se cerr¨® el acuerdo de financiaci¨®n auton¨®mico en 2001. A partir de ah¨ª todo se ha desarrollado en el peor escenario: desde el ministerio, seguramente buscando el rendimiento electoral f¨¢cil, se ha ido prometiendo todo lo que quer¨ªa o¨ªr la audiencia: a Farmaindustria, que se mantendr¨ªa el acuerdo sobre gasto; a los farmac¨¦uticos, que se permitir¨ªan las bonificaciones, que se pagar¨ªan los tratamientos de deshabituaci¨®n antitab¨¢quica, las bombas de insulina, y un largo etc¨¦tera. Eso s¨ª, el proyecto de presupuestos de 2004 plantea una subida del 5,9% para la sanidad, de modo que los planes que se anuncian a bombo y platillos carecen de financiaci¨®n o la tienen testimonial.
Lo raro no es que los consejeros de ocho comunidades se hayan plantado, lo raro es que no lo hayan hecho todos, y que no lo hayan hecho antes. Si no hay una financiaci¨®n a?adida para cada nueva prestaci¨®n, la situaci¨®n ser¨¢ insostenible a corto plazo, y el pato lo pagar¨¢n las comunidades. Muchas de las promesas del ministerio son razonables, pero deben adoptarse de una manera responsable, es decir, debati¨¦ndolas y acord¨¢ndolas con las comunidades y asegur¨¢ndoles una financiaci¨®n adecuada. No hay que olvidar que Espa?a tiene uno de los gastos sanitarios m¨¢s bajos de la UE y que el gasto farmac¨¦utico es intolerablemente elevado (alrededor del 30% del gasto sanitario p¨²blico).
?sas son las tres cuestiones centrales: consenso en las medidas con las comunidades, aumento de la financiaci¨®n sanitaria y control del gasto farmac¨¦utico. En las tres, la ministra ha fracasado estrepitosamente.
Marciano S¨¢nchez Bayle es m¨¦dico y portavoz de la Federaci¨®n de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad P¨²blica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.