"La tragedia est¨¢ ah¨ª, pero ahora me r¨ªo con el Quijote"
"Somewhere in La Mancha, in a place whose name I do not care to remember...". As¨ª suena en ingl¨¦s la frase m¨¢s famosa de la literatura espa?ola, y as¨ª aparece en la nueva edici¨®n del Quijote que acaba de sacar HarperCollins y que ha sido magistralmente traducida por Edith Grossman. En los ¨²ltimos meses, el ingenioso hidalgo ha conquistado las librer¨ªas estadounidenses y la traducci¨®n de Grossman ha sido ampliamente alabada por la cr¨ªtica.
"Me dicen que me est¨¢s poniendo los cuernos con Cervantes", le dijo Garc¨ªa M¨¢rquez a Grossman cuando se enter¨® de que su traductora oficial, la que ha brindado al p¨²blico estadounidense todos sus libros desde El amor en los tiempos del c¨®lera y que acaba de sacar la versi¨®n inglesa de Vivir para contarla, emprend¨ªa desde su piso del Upper West Side, en Nueva York, los ¨¢ridos caminos de La Mancha con la sola ayuda de un par de diccionarios.
"Traduje a Cervantes como si fuera Vargas Llosa, Garc¨ªa M¨¢rquez o Mayra Montero"
Grossman lo recuerda ahora con cari?o. "Cuando mi editor me ofreci¨® traducir el Quijote, le pregunt¨¦ si estaba bromeando. Yo traduzco literatura latinoamericana contempor¨¢nea, le contest¨¦. Pero insisti¨® y me puse a ello". Fueron dos a?os y muchas semanas sin domingos, "que se me pasaron volando en el siglo XVII". El resultado ha sido un ¨¦xito un¨¢nime de cr¨ªtica. "Cuando empec¨¦ no ten¨ªa miedo a Cervantes, un hombre encantador, sino a los 400 a?os de estudios e investigaci¨®n. Pens¨¦ que se me vendr¨ªa todo encima ?Y no ten¨ªa autor con quien compartir mis dudas! Pero la acogida ha sido muy buena y las ventas tambi¨¦n. En navidades estaba en el noveno puesto de libros m¨¢s vendidos de Amazon.com".
En el suplemento literario de The New York Times, Carlos Fuentes se deshizo en elogios ante la calidad de la labor de Grossman. "Este Don Quijote puede leerse con la misma facilidad que el ¨²ltimo Philip Roth y mucho mejor que cualquier libro de Nathaniel Hawthorne. Y, sin embargo, en ning¨²n momento olvidamos que estamos leyendo una novela del siglo XVII. (...) No importa lo nuevo y lo viejo. Grossman no deja que estas categor¨ªas f¨¢ciles afecten su trabajo. El logro ha sido transformar lo cl¨¢sico en contempor¨¢neo. De esta forma, Grossman consigue resaltar la ret¨®rica heroica de Don Quijote y sus efectos c¨®micos".
En el pr¨®logo, el escritor Harold Bloom no mostr¨® menos entusiasmo. "Podr¨ªamos llamar a Grossman el Glenn Gould de los traductores, porque ella tambi¨¦n articula cada nota. Ver c¨®mo ha conseguido de forma tan incre¨ªble encontrar un equivalente en ingl¨¦s a la visi¨®n ensombrecida de Cervantes ayuda a entender por qu¨¦ este gran libro concentra todas las novelas que le siguieron. Ning¨²n escritor puede escapar de Cervantes, ni de Shakespeare. Dickens, Flaubert, Joyce y Proust reflejan las t¨¦cnicas narrativas de Cervantes (...). La traducci¨®n de Grossman contextualiza como nunca hasta ahora los personajes de don Quijote y Sancho. La atm¨®sfera espiritual de Espa?a, ya en pleno declive, se vive perfectamente, gracias a la gran calidad de su dicci¨®n". "Lo m¨¢s dif¨ªcil fue encontrar el tono", explica Grossman. "?C¨®mo traducir un libro que fue escrito hace 400 a?os? Compart¨ª mis inquietudes con Juli¨¢n R¨ªos y ¨¦l me dio la respuesta. Me dijo que no tuviera miedo porque Cervantes era el autor m¨¢s moderno de la literatura espa?ola. Y as¨ª lo hice, lo traduje como si fuera Vargas Llosa, Garc¨ªa M¨¢rquez o Mayra Montero. Cuando resolv¨ª el problema de la primera frase, 'En un lugar de La Mancha...', todo lo dem¨¢s se puso en su sitio".
Grossman asegura que la mayor sorpresa al volver al Quijote, que tom¨® de la edici¨®n de Mart¨ªn de Riquer, fue redescubrir su incre¨ªble humor. "La primera vez que lo le¨ª, cuando era adolescente, en ingl¨¦s, pens¨¦ que era el libro m¨¢s tr¨¢gico que hab¨ªa le¨ªdo, me rompi¨® el coraz¨®n. Las otras diez veces lo le¨ª en espa?ol. Con la edad lo encuentro cada vez m¨¢s divertido. No s¨¦ muy bien por qu¨¦. Quiz¨¢s porque con el tiempo nos vamos dando cuenta de que es dif¨ªcil vivir sin humor. La tragedia sigue estando ah¨ª, como en toda buena comedia, pero muchas veces me sorprend¨ª riendo a carcajada limpia mientras estaba trabajando. Decid¨ª que era un libro c¨®mico. Especialmente en la primera parte, es como un vodevil, luego es m¨¢s sutil".
La traductora espera que el ¨¦xito del libro resalte la importancia, a menudo olvidada, de su profesi¨®n. "Muchas cr¨ªticas literarias de libros traducidos alaban la belleza del lenguaje y ?no mencionan al traductor! Estados Unidos, especialmente, publica menos traducciones que cualquier otro pa¨ªs del mundo. Mucho menos que Espa?a, Francia o Italia. Es muy triste para nosotros, nos estamos privando de un mundo. Las editoriales dicen que no hay p¨²blico para las traducciones, pero no me creo ese argumento".
Una buena traducci¨®n, dice Grossman, "es como una buena novela: te convence. Si el original es dificil y exc¨¦ntrico, la traducci¨®n tambi¨¦n debe serlo. Y si es f¨¢cil, lo mismo. Es como un espejo, es una imagen del original. Creo que nadie conoce un libro tanto como su traductor, porque pasamos noche y d¨ªa con ¨¦l, decidiendo lo que ha querido decir el autor y eligiendo los distintos significados de una palabra. Es reescribir el libro". Y luego a?ade: "Los traductores son como actores que hablan como hablar¨ªa el autor si lo hiciera en esa lengua".
"Estoy convencida de que todos los conceptos y todas las ideas pueden traducirse, aunque quiz¨¢s no todas las palabras. Ortega y Gasset hablaba de los cinco mil nombres que existen para definir un camello en ¨¢rabe... Creo que los humanos pasan por las mismas experiencias aunque lo expresen en lenguas distintas. Las cosas no han cambiado tanto en 400 a?os, por eso podemos leer literatura medieval. La superficie ha cambiado, no vivimos las mismas vidas, pero las emociones y las ideas son las mismas".
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