Razones pol¨ªticas para un debate
La proximidad de las elecciones auton¨®micas y generales vuelve a generar pol¨¦mica en cuanto a la oportunidad de confrontar los distintos programas pol¨ªticos y las l¨ªneas de actuaci¨®n que los partidos aspirantes a gobernar se han marcado para los siguientes cuatro a?os. La captaci¨®n del voto mayoritario supone la materializaci¨®n de un proyecto que en este momento ya tienen todos ellos perfectamente definido.
Ser¨¢ el conocimiento de cada programa y la identificaci¨®n con alguno de ellos lo que decante finalmente la intenci¨®n de los ciudadanos y el apoyo a la opci¨®n que les haya ofrecido m¨¢s confianza. Y desde luego, no cabe la menor duda de que es una cosa la que lleva a la otra. Los responsables pol¨ªticos lo son sobre todo de transmitir sus intenciones a los votantes de manera clara y efectiva, con la mayor concreci¨®n posible y en un lenguaje comprensible y directo. Y ese mensaje debe llegar por la v¨ªa m¨¢s c¨®moda para el receptor que ya se siente de por s¨ª saturado de ofertas electorales a medida que avanza la campa?a.
Ese es el papel que le corresponde indiscutiblemente a la televisi¨®n, y el debate es el escenario id¨®neo para sustentar la posibilidad de comparar los diferentes proyectos. Un espacio donde el moderador plantea los temas que pueden interesar a los ciudadanos y unos responsables pol¨ªticos que aportan su visi¨®n particular al respecto y las soluciones que consideran para los problemas que presenta cada sector.
No nos enga?emo:, muy pocos son los votantes que conocen todos los programas, muy pocos los que tienen tiempo y/o inter¨¦s para preocuparse de hacer an¨¢lisis comparativos. Pero todos agradecemos la posibilidad de cotejar, en el mismo momento, las distintas propuestas.
Es un derecho y un deber de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas saber a qui¨¦n y con qu¨¦ argumentos va a entregar su voto, a qu¨¦ opci¨®n pol¨ªtica y en manos de qui¨¦n va a poner el futuro colectivo para los pr¨®ximos cuatro a?os. Y es tambi¨¦n un derecho y un deber de los dirigentes transmitir su programa y sus expectativas de la forma que resulte m¨¢s asequible y m¨¢s f¨¢cil a todos esos miles de personas a las que est¨¢n pidiendo su apoyo.
Ning¨²n aspirante a gobernar puede obviar el derecho y la responsabilidad de debatir sus propuestas, porque el hecho de negarse supondr¨ªa en s¨ª mismo falta de autoconfianza o poca credibilidad en su propia capacidad, bien de comunicar o, lo que es peor a¨²n, en su proyecto pol¨ªtico.
Es l¨®gico que el m¨¦todo y las condiciones sean pactadas, que el debate se ajuste en su desarrollo a unas premisas previamente consensuadas, pero es absolutamente necesario que se celebre. El Partido Popular (PP) tiene la confianza de demasiados votantes, tanto en Andaluc¨ªa como en el resto de Espa?a, como para hurtarles la oportunidad de renovarle su adhesi¨®n o conocer los argumentos por los que no hacerlo, igual que los dem¨¢s partidos pol¨ªticos.
Pero han sido Mariano Rajoy y Te¨®fila Mart¨ªnez los que se han negado a participar en ellos, los que no quieren discutir sus propuestas de Gobierno con Jos¨¦ Luis Rodriguez Zapatero o con Manuel Chaves. Este pa¨ªs ha demostrado ya suficientemente la necesaria cultura pol¨ªtica como para sacar conclusiones de esa negativa, y no se cree las insostenibles excusas que los l¨ªderes populares se sacan de la manga para rehuir la confrontaci¨®n dial¨¦ctica.
No es dif¨ªcil relacionar esa actitud con la que vienen manifestando ¨²ltimamente, con los exabruptos verbales, con la falta de flexibilidad y las muestras de desprecio al adversario. Est¨¢n nerviosos, su seguridad en s¨ª mismos ha sufrido una merma considerable y no coinciden en sus manifestaciones p¨²blicas. La percepci¨®n que los ciudadanos tienen de sus capacidades como dirigentes no es la misma que en los comicios anteriores...
A cambiar la situaci¨®n no les va a ayudar en nada su decisi¨®n de negarse a debatir, pero all¨¢ ellos. Que luego no venga la se?ora Mart¨ªnez llam¨¢ndonos tontos ni ning¨²n ministro acus¨¢ndonos de indolentes, porque los andaluces podemos respetar cualquier opci¨®n, pero tambi¨¦n exigimos que se nos respete a nosotros cuando tomamos nota y obramos en consecuencia.
Pilar G¨®mez Casero es diputada por el PSOE en el Parlamento de Andaluc¨ªa.
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