Julia contra Roberts
Entramos -de la mano de una reci¨¦n llegada profesora de arte, una hermosa mujer californiana, con aires de haber vivido a fondo y ser sabia, humilde, apasionada, sencilla, abierta, de elegancia no aprendida, mirada limpia y esp¨ªritu libre- en el ¨¢mbito, y pronto veremos que tambi¨¦n el antro, de un ultraconservador high college para chicas potentadas, un criadero de damas de la alta y rancia burgues¨ªa bostoniana, ni?as y chicas adolescentes casaderas adiestradas en tomarse los a?os de su lujoso aprendizaje como un tiempo de simple lustre del escaparate del negocio de alta prostituci¨®n legal y bendita que ser¨¢ fatalmente su futuro matrimonio.
Como se ve, el juego y el choque emocional que requiere una pel¨ªcula, para que funcione su mecanismo de captura m¨¢s elemental, est¨¢n en La sonrisa de Mona Lisa servidos en bandeja y puestos -como le pon¨ªan las carambolas a no s¨¦ qu¨¦ rey- para que la reina Julia Roberts aumente su imperio casero vendiendo al mundo otra lecci¨®n de una asignatura que se sabe al dedillo desde que, hace unos a?os, se meti¨® en el duro pellejo de Erin Brockovich. Pero esta solvente -aunque por debajo de las evidencias haga trampas- pel¨ªcula fue toda una aventura, en la que la eterna ni?a buena, la dulce mimada Julia Roberts, asumi¨®, por un lado, el riesgo de plantarle cara a su deslumbradora carne de madurez; y, por otro, dar a su imagen sabor de mujer libre y andadura no conservadora, lo que no deja de ser atrevido en la caverna del Hollywood actual.
LA SONRISA DE MONA LISA
Direcci¨®n: Mike Newell. Int¨¦rpretes: Julia Roberts, Marcia Gay Harden, Kirsten Dunst, Julia Stiles, Maggie Gyllenhaal, Dominic West. G¨¦nero: comedia dram¨¢tica, Estados Unidos, 2003. Duraci¨®n: 120 minutos.
El entramado ideol¨®gico y argumental de La sonrisa de Mona Lisa, aunque ponga en movimiento conflictos, mundos, caracteres y sucesos muy diferentes, sigue al pie de la letra el esquema trazado por Roberts en Erin
Brockovich: es una sombra en alm¨ªbar de aquella gran creaci¨®n. El reparto, sin duda elegido con lupa, es todo un relleno de gente guapa, de modo que Julia Roberts parezca encontrarse dentro de un democr¨¢tico forcejeo entre iguales. Pero pronto se ve que cada actriz o cada actor que choca o se cruza con ella es nada m¨¢s que una -guapa, o divertida, o perversa, pero insignificante- muleta de la estrella.
A estas alturas del brote de plenitud de su inmenso arte, la gran actriz Roberts no se merece que la estrella Julia le sirva en bandeja una infalible tacada de carambolas hechas. Aumentar¨¢ su dinero, pero har¨¢ un da?o irreparable a quienes perciban que esta gran actriz no se merece estar involucrada en un hueco y falsario refrito de s¨ª misma. Mona Lisa divierte, hace pasar el rato, pero se percibe que la profesora progresista que interpreta Julia contra Roberts quiere vestirse de galas m¨¢s solemnes y ser veh¨ªculo de mensajes m¨¢s comprometidos y de gui?os de inteligencia. Y hay en el filme inteligencia, pero mala inteligencia, inteligencia de calculadora, no de artista. Da rabia y pena que el enorme caudal de buen cine que esta actriz lleva dentro se pierda en mentiras y facilidades y se desperdicie en un filme in¨²til, que est¨¢ muy por debajo de ella.
Babelia
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