N¨¢poles entre armas y letras
Cuenta el traductor en su apasionado pr¨®logo -que desoye, por cierto, a quienes aseguran que todo buen libro se presenta solo- que la edici¨®n pr¨ªncipe de esta novela hist¨®rica, de 1986, pas¨® poco menos que inadvertida, y que la edici¨®n p¨®stuma de 1997, en Avagliano Editore, en cambio, les descubri¨® a los buenos lectores de toda Italia un escritor extraordinario, Enzo Striano (1927-1987). Los avatares del ¨¦xito son insondables y admitamos que, incluso cuando llega, no tiene por qu¨¦ llevar consigo un talento inusitado. No parece serlo el del narrador napolitano, que m¨¢s bien muestra tener, eso s¨ª, sobrado oficio y un inter¨¦s inacabable por la historia de su ciudad, contribuyendo por otra parte a una fecunda tradici¨®n de novelistas hist¨®ricos contempor¨¢neos en lengua italiana, de lampedusalampedusa a Maria Bellonci.
NADA DE NADA
Enzo Striano
Traducci¨®n y pr¨®logo de ?ngel
S¨¢nchez-Gij¨®n
Part¨¦nope. Alicante, 2003
477 p¨¢ginas. 22 euros
Nada de nada atraviesa la segunda mitad del XVIII en un N¨¢poles ilustrado que, tras forzar una revoluci¨®n jacobina diez a?os m¨¢s tarde que la francesa, acaba de emanciparse de la barbarie borb¨®nica constituy¨¦ndose en Rep¨²blica partenopea. En vez de componer una novela coral, Striano elige la figura de Len¨°r Pimentel y Fonseca, hist¨®rica periodista avant la lettre, hero¨ªna y m¨¢rtir de la Rep¨²blica napolitana, para sostener la trama, como Alejo Carpentier eligi¨® al no menos hist¨®rico V¨ªctor Hugues para sustentar su lectura del XVIII, que titul¨® El siglo de las luces. Junto a la Pimentel, verdadera ilustrada, ins¨®lita uni¨®n de erudita y revolucionaria, se asoman a las p¨¢ginas de la novela los compositores Paisiello y Cimarosa, Diderot, el ¨ªnclito Fernando IV y hasta el mism¨ªsimo almirante Nelson, que contribuyen a la galer¨ªa de personajes variopintos, reales y ficticios, que interpretan en esta superproducci¨®n literaria roles de armas y roles de letras, poniendo de manifiesto las dificultades de la utop¨ªa ilustrada, la manejabilidad del pueblo y la vulnerable entente entre cultura y pol¨ªtica en tiempos enrarecidos. La arist¨®crata Len¨°r, un poco como le sucedi¨® a Byron, persevera en el esfuerzo por que sean las ideas y las letras las que cambien al fin la realidad. Su muerte simboliza la muerte del ideal, y Nada de nada, con sus ecos stendhalianos y su estilo escrupuloso en las descripciones, acierta a recordarnos que no son sino individuos idealistas como Len¨°r, interlocutora de Voltaire o Goethe, los que impulsan la historia.
Striano es un artesano pulcro y solvente retratando el N¨¢poles del XVIII del modo en que lo fueron los vedutistas como Canaletto retratando Venecia para placer de los viajeros ingleses, y su Vista del XVIII napolitano con mujer al fondo proporciona entretenimiento y, qu¨¦ duda cabe, horas de lectura ciertamente placenteras, con su fino humor y sus descripciones pl¨¢sticas. Ahora bien, el verdadero talento literario es otra cosa, de ah¨ª que los pr¨®logos de marras, en demasiadas ocasiones, resulten contraproducentes.
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