Luna en el charco
Alg¨²n amante de la paradoja ha afirmado que nuestro mejor autorretrato es el que proyectamos en el retrato que hacemos de otro, pues de este modo se evitan los excesos de quien habla de s¨ª: el pudor, que rebaja la autenticidad confesional, y la ostentaci¨®n, que tiende a la hipertrofia del yo. Con las dedicatorias sucede otro tanto: los nombres de Mu?oz Rojas, Ram¨®n Gaya y Jim¨¦nez Lozano, a quienes dedica La niebla Jos¨¦ Mateos (Jerez de la Frontera, 1963), son faros que lo alumbran sobre todo a ¨¦l. Los apartados de este hermoso y turbador poema son otros tantos soplos de espiraci¨®n an¨ªmica que revelan el extra?amiento del ser borrado por el ruido, la muerte como inicio de una aventura purgativa, el amor naciente y el domesticado, la figura de un Dios oscuro frente al Dios definido por la raz¨®n; esto es: amputado.
LA NIEBLA
Jos¨¦ Mateos
Pre-Textos. Valencia, 2003
56 p¨¢ginas. 8,64 euros
La niebla desarrolla el machadiano "siempre buscando a Dios entre la niebla": una b¨²squeda casi abandonada tras los agonismos religiosos de los a?os cuarenta, si bien expresada ahora sin patetismos espasm¨®dicos, en endecas¨ªlabos tensos pero no convulsos, que s¨®lo alguna vez caen en cierta blandura expresiva, como sucede al final de la segunda serie. Ante el lector se alzan las dudas, los afanes y la necesidad de lo sagrado, interrumpido todo ello por pesadillas de un universo subterr¨¢neo. La belleza del vivir se refleja en los padecimientos, igual que la luna lo hace en un charco. Cuando la niebla se abre, surge un espacio infinito al que se aplica una mirada escrutadora, "como si nos hubiesen cortado los p¨¢rpados", en palabras de Von Kleist. Pero ello no reduce el aturdimiento creado por una realidad ininteligible. Las letan¨ªas oracionales se?alan los hitos de una v¨ªa iluminativa sin retorno: "Entra sin miedo hasta un lugar m¨¢s hondo: / no hay caminos que salgan de este bosque".
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