Atlas
En Bolonia, Italia, en la iglesia de Santo Stefano, el jueves 15 de enero hab¨ªa un fraile negro de h¨¢bito blanco. Aunque llevaba capucha, pod¨ªa v¨¦rsele el bigote. Era de una altitud de jugador de baloncesto arrepentido y metido a fraile, y estaba cerca de la capilla donde se rinde homenaje a unos aviadores muertos en la II Guerra Mundial. Fue hace tres d¨ªas, una ma?ana de fr¨ªo aut¨¦nticamente bolo?¨¦s. Apareci¨® entonces un hombre junto al puesto de postales y le pregunt¨® al fraile si all¨ª hac¨ªan exorcismos. El fraile le dijo que no, que all¨ª s¨®lo bendicen lugares y objetos, o "magari una persona che si agita troppo", es decir, incluso a personas que no pueden estarse quietas, pero que en tal iglesia s¨ª exorcizan, y que ahora mismo llama al padre X (no se trata de un seud¨®nimo celestial, es que no me qued¨¦ con el nombre), e inmediatamente le explica c¨®mo va el asunto.
En Barbate, no muy lejos de la Bolonia de C¨¢diz, un vidente ha llevado a los tribunales a un concejal del PBU (Partido Barbate?os Unidos), que habr¨ªa entrado en el gobierno municipal gracias a la magia negra del demandante. El concejal se niega a reconocer y pagar al vidente y sus servicios, "los m¨¢s fuertes del mercado", seg¨²n informaba el martes en estas p¨¢ginas F. P¨¦rez Mongui¨®. Las artima?as del agente sat¨¢nico de Barbate le habr¨ªan valido otras veces al l¨ªder del PBU para ser bien indemnizado por despido en una pizzer¨ªa marbell¨ª y para que la caseta ferial de su partido fuera un ¨¦xito. Hay a quien juzga estas cosas raras y viejas, adem¨¢s de absurdas, pero en la Bolonia italiana se dan casos similares, propios de pa¨ªses de nuestro entorno, como dir¨ªa un profesional del entorno socialista con vocabulario pol¨ªtico un poco gastado. El demonio es una potencia mundial.
En Londres, en la librer¨ªa de la quincenal London Review of Books, habr¨¢ un debate el mi¨¦rcoles pr¨®ximo entre los responsables de Oriente Medio y Antig¨¹edad Cl¨¢sica del semanario Times Literary Supplement: Robert Irwin y Mary Beard tendr¨¢n que comparar la grandeza de la Alhambra y la del Parten¨®n. Las entradas cuestan tres y cuatro libras (con copa de vino). Las reservas se hacen por tel¨¦fono. Me gustar¨ªa asistir. El debate ser¨¢ interesante, inacabable, y seguramente derivar¨¢ hacia el abismo entre civilizaciones, los bombardeos de Irak y la sinceridad de Blair. La Alhambra es, junto a tres bases militares, Rota, Mor¨®n y Gibraltar, uno de los puntos m¨¢s internacionales de Andaluc¨ªa. Precisamente, en viaje de propaganda, Rajoy estuvo comentando con Blair en Londres el asunto m¨ªtico de Gibraltar, pocos d¨ªas antes de que en Londres se hable de nuestra Alhambra mitol¨®gica.
(Mientras mi corresponsal bolo?¨¦s asist¨ªa a una conferencia de Umberto Eco sobre la bibliofil¨ªa, yo o¨ªa en una televisi¨®n de aqu¨ª un exorcismo del socialista Bono contra el laborista Blair. "Nuestro colega", lo llam¨® Bono, recordando que comparten ideario y organizaci¨®n internacional. "?Blair? ?Ese t¨ªo es gilipollas?", grab¨® un impertinente a Bono, que en una especie de pupitre de escuela se quejaba a un compa?ero del recibimiento del colega Blair al rival Rajoy. Las amistades pol¨ªticas hoy se definen en relaci¨®n con Estados Unidos.)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.