?Despierta la Am¨¦rica ind¨ªgena?
Un problema de visibilidad, sin duda. Mientras en Lima todo quedaba listo para la V Asamblea General del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Ind¨ªgenas de Am¨¦rica Latina y el Caribe, promovida por el Banco Internacional de Desarrollo (BID), los medios de comunicaci¨®n la ignoraron, ol¨ªmpica y graciosamente.
"Es que s¨®lo salimos en televisi¨®n cuando hay sangre y violencia", comenta Tarcila Rivera Zea, dirigente de Chirapag (centellear en quechua, idioma nativo de la regi¨®n andina), una asociaci¨®n ind¨ªgena peruana. Cierto. Recu¨¦rdese c¨®mo, el 31 de mayo del 2002, la matanza de 26 ind¨ªgenas zapotecos en Agua Fr¨ªa, Estado mexicano de Oaxaca, gan¨® las portadas del mundo entero.
En los ¨²ltimos meses, no obstante, las noticias venidas sobre todo de Ecuador y Bolivia dan cuenta de cierta tempestad pol¨ªtica en los Andes, protagonizada en buena medida por los ind¨ªgenas. Evo Morales, por ejemplo, el dirigente cocalero boliviano, estuvo en el centro de la noticia cuando el presidente Gonzalo S¨¢nchez de Lozada (conocido como Go?i) fue, digamos, expulsado del poder.
"S¨®lo salimos en televisi¨®n cuando hay sangre y violencia", comenta Rivera Zea, dirigente de Chirapag, una asociaci¨®n ind¨ªgena peruana
Entre los 50 millones de ind¨ªgenas que hoy viven desde el r¨ªo Grande hasta la Tierra del Fuego hay muchas diferencias, aunque tambi¨¦n algunos rasgos comunes
En Chile, los mapuches tienen continuas escaramuzas con las autoridades debido a conflictos por la propiedad de tierras
Algo similar ocurre actualmente en Ecuador, donde el Movimiento Pachacutik -acaso el partido pol¨ªtico ind¨ªgena m¨¢s s¨®lido de Am¨¦rica Latina- le ha retirado su apoyo al presidente Lucio Guti¨¦rrez, tras siete meses de servinacuy* pol¨ªtico y ha planteado un refer¨¦ndum. La ministra de Exteriores, Nina Pacari, y el ministro de Agricultura, Luis Macas, ambos ind¨ªgenas, liaron ya los b¨¢rtulos.
?Son estos movimientos un elemento "profundamente perturbador", como se?al¨® hace poco en Bogot¨¢ Mario Vargas Llosa, haciendo estallar la ira ¨¦tnica de algunos dirigentes? Perturbadores lo son, desde la Colonia, cuando hubo numerosos levantamientos ind¨ªgenas, m¨¢s o menos exitosos. Pero m¨¢s all¨¢ de la crispaci¨®n resulta interesante observar su actual textura y color.
Entre los cerca de 50 millones de ind¨ªgenas que hoy vivir¨ªan (las cifras suelen ser discutibles, ver recuadro) desde el r¨ªo Grande a la Tierra del Fuego hay muchas diferencias, aunque tambi¨¦n algunos rasgos comunes. No es lo mismo un quechua peruano que un kuna paname?o. O un mapuche chileno y un yanomami brasile?o. Pero incluso todos los quechuas no son iguales.
Dos grandes grupos
Seg¨²n Richard Chase Smith, un antrop¨®logo norteamericano que ha estudiado puntillosamente el tema, se puede atisbar como dos grandes grupos, cuyo perfil est¨¢ entroncado con la tormentosa historia pasada. Uno lo constituyen los descendientes de los pobladores originarios que vivieron cerca o dentro de los centros de desarrollo extractivo y comercial coloniales.
?stos se ubican b¨¢sicamente en Per¨² y M¨¦xico, donde, siglos ha, Pizarro y Cort¨¦s instauraron reg¨ªmenes poco gentiles con ellos, lo que provoc¨® una gran desarticulaci¨®n de sus formas de vida. Aztecas e incas acusaron mucho m¨¢s el golpe a su identidad, lo que con el paso de los siglos dio origen a que surgiera la brumosa, y menos peligrosa para quien la exhib¨ªa, categor¨ªa de mestizo.
Por el contrario, los nativos que viv¨ªan en zonas perif¨¦ricas (la cuenca amaz¨®nica, el sur de Am¨¦rica Central y el llamado Cono Sur) quedaron menos expuestos a esta embestida. Esto no los salv¨® de brutales incursiones posteriores (en Argentina, por citar un caso), pero hizo que guaran¨ªes, tobas, kunas, miskitos, waraos y otros grupos preservaran m¨¢s su identidad.
Adem¨¢s, en los imperios azteca e inca ya exist¨ªa una estructura de poder centralizado, que buscaba la homogeneidad cultural, ideol¨®gica y lingu¨ªstica**. De acuerdo con Chase Smith, esto ha ocasionado que hoy en esas zonas (la sierra peruana) haya "poblaciones de campesinos con identidades y lealtades ¨¦tnicas, locales y de clases muy difusas".
Como se sabe, el paso del Virreinato a la Rep¨²blica, en toda Am¨¦rica Latina, no signific¨® ning¨²n cambio sustancial para los ind¨ªgenas. Peor a¨²n: aunque duela decirlo, los criollos, a pesar de la ideolog¨ªa liberal que sustent¨® su revoluci¨®n independentista, de hecho desprotegieron a los ind¨ªgenas mucho m¨¢s que la propia corona.
El propio uso del t¨¦rmino "desproteger" sugiere una forma de ver "el problema del indio", como recuerda F¨¦lix Luna Vargas, miembro de la Comisi¨®n Andina de Juristas (CAJ). La mayor¨ªa de las Constituciones latinoamericanas actuales funcionan con esa l¨®gica, algo paternal si no culposa, con los ind¨ªgenas, en vez de recoger m¨¢s activamente su tradici¨®n.
Casi todas "reconocen la preexistencia de estos pueblos" (!), y algunas (Bolivia, Colombia, Ecuador) otorgan facultades jurisdiccionales a las autoridades tradicionales. La Constituci¨®n mexicana actual, muy avanzada en t¨¦rminos formales, establece que "la naci¨®n tiene una composici¨®n pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos ind¨ªgenas".
Por supuesto, todo este esfuerzo encaminado a aceptar esa suerte de torrente sangu¨ªneo que le bulle sin descanso a varios millones de latinoamericanos, no ha sido suficiente. Desde la d¨¦cada de los cincuenta en adelante, en parte por el influjo de la Revoluci¨®n Cubana y de otros movimientos de liberaci¨®n, la causa ind¨ªgena volvi¨® a escena, empujada por experimentos diversos.
En Bolivia, a partir de la irrupci¨®n del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario, el de S¨¢nchez de Lozada) en 1953, los ind¨ªgenas se organizan bajo la forma de sindicatos, algunos de los cuales subsisten hasta ahora. M¨¢s adelante surge tambi¨¦n el movimiento katarista (en honor a T¨²pac Katari, un caudillo ind¨ªgena rebelde), muy fuerte entre la etnia aymara.
Salesianos y jesuitas
El germen de los movimientos ecuatorianos tambi¨¦n se sit¨²a en esa ¨¦poca (m¨¢s hacia los a?os sesenta), y en ambos casos hay una presencia, inevitable y acaso divina. En Ecuador los curas salesianos y en Bolivia los jesuitas abonan el proceso de toma de conciencia ind¨ªgena, de una manera importante y aun en contra de otras corrientes cat¨®licas m¨¢s bien retardatarias.
De esa incipiente efervescencia nace, con el paso de los a?os, la CSUTCB (Central Sindical ?nica de Trabajadores Campesinos de Bolivia), a la que se encuentra vinculado Felipe Quispe, uno de los l¨ªderes ind¨ªgenas que, junto con Evo Morales, le hicieron la vida imposible a S¨¢nchez de Lozada. El parentesco con la legendaria COB (Central Obrera Boliviana) era evidente.
Un panorama similar se vivi¨® en Per¨² hacia los setenta, cuando la CCP (Confederaci¨®n Campesina del Per¨²) y la CNA (Confederaci¨®n Nacional Agraria) trataron de alzarse como los gremios representativos de los ind¨ªgenas de estas tierras. A esas alturas, la intervenci¨®n de las izquierdas de todo color en dicho ¨¢mbito era inocultable y con frecuencia indeseada.
Los desentendimientos ideol¨®gicos -similares a los que m¨¢s tarde tendr¨ªan los sandinistas con los indios miskitos nicarag¨¹enses- fueron patentes. Pero las alianzas continuaron, y tal vez s¨®lo en Ecuador se perfil¨® un movimiento pol¨ªtico ind¨ªgena m¨¢s aut¨®nomo, que es el Pachacutik, hoy divorciado de Lucio Guti¨¦rrez y antes casado parcialmente con Freddy Ehlers, del movimiento Nuevo Pa¨ªs.
El meollo de la discusi¨®n, en gran medida, fue la tendencia bizantina de cierta izquierda a promover la discusi¨®n en torno a los conceptos de "clase" o "etnia", algo que para muchos ind¨ªgenas era absurdo y hasta gracioso. "Los dogmatismos de todo signo", comenta Tarcila, "son los que impiden llegar a consensos para luego conseguir reivindicaciones".
As¨ª es la COICA
Durante las ¨²ltimas elecciones peruanas, los ind¨ªgenas se presentaron como candidados al Parlamento en listas de derecha, como evidenciando los rezagos de una discusi¨®n con la izquierda a¨²n no resuelta, que viene desde los a?os setenta. En los ochenta, con la aparici¨®n del CISA (Consejo Indio de Suram¨¦rica), liderados por los kataristas, la discusi¨®n pasa a otro nivel, tampoco f¨¢cil.
El CISA, seg¨²n Chase Smith, buscaba establecerse como "representante leg¨ªtimo de todas las poblaciones ind¨ªgenas en Suram¨¦rica". En torno a este movimiento se agrupaban varias federaciones ¨¦tnicas ya conformadas (en Per¨² eran al menos 13), pero en marzo de 1984, debido a desacuerdos de diversas especie e intensidad, se form¨® una nueva agrupaci¨®n.
La COICA (Coordinadora de las Organizaciones Ind¨ªgenas de la Cuenca Amaz¨®nica), que hoy re¨²ne a nativos de nueve pa¨ªses amaz¨®nicos, tuvo un importante papel frente al Banco Mundial (BM). Protest¨® por la construcci¨®n de la carretera que atraviesa el Matto Grosso brasile?o y al final consigui¨® que esta entidad estableciera el principio de consulta previo.
De acuerdo con ¨¦l, todos los proyectos que tuvieran impacto en las poblaciones ind¨ªgenas deber¨ªan ser consultados con la COICA u otra organizaci¨®n ind¨ªgena. Se hizo patente as¨ª que, hasta hoy, la mayor¨ªa de conflictos entre los Gobiernos latinoamericanos y las poblaciones ancestrales son por problemas de propiedad de tierras y acceso a recursos naturales.
Tambi¨¦n, siguiendo a Smith, por el establecimiento de la educaci¨®n biling¨¹e o intercultural, por el acceso a la salud y, esencialmente, por la preservaci¨®n de su identidad. El problema actual consiste en ver si la globalizaci¨®n, los actuales movimientos pol¨ªticos, ya sean ind¨ªgenas o no, no s¨®lo representan sus intereses, sino si los comprenden con profundidad.
?Significa esto que Am¨¦rica Latina se aproxima a un estallido revolucionario perturbador y desordenado, como temen algunos? Una mirada ligera a las primeras planas podr¨ªa sugerir que en Bolivia y Ecuador -y hasta en M¨¦xico, donde los zapatistas siguen en vitrina- el riesgo de una asonada ind¨ªgena es grande. Pero ocurre que los matices de esta rebeli¨®n son muchos.
La revuelta boliviana que en octubre pasado tumb¨® a S¨¢nchez de Lozada, por ejemplo, no fue exclusivamente ind¨ªgena. C¨®mo distinguirlo en todo caso, si en Bolivia m¨¢s o menos el 70% de la poblaci¨®n tiene ese origen. Evo Morales, por a?adidura, es de la etnia quechua y a la vez cocalero, lo que pone un ingrediente de mayor calibre en esta vor¨¢gine socio-pol¨ªtica.
En Ecuador, a contracorriente de lo que se piensa com¨²nmente, el Pachacutik se ha retirado del Gobierno y ha pasado a la oposici¨®n, pero al menos por el momento no est¨¢ interesado en convertir al coronel Guti¨¦rrez en una cabeza reducida. Depende de ¨¦l en realidad no terminar como Jamil Mahuad en 1997, que s¨ª fue derrocado por la activa furia ind¨ªgena ecuatoriana.
Los zapatistas de Chiapas, por su parte, han conformado recientemente Juntas del Buen Gobierno, para espanto de algunos legisladores mexicanos y para benepl¨¢cito de sus partidarios, chiapanecos o no. El eco de la revuelta que protagonizaron en 1993 a¨²n se escucha, y ahora est¨¢n tratando de tender lazos con los ind¨ªgenas de los Estados de Michoac¨¢n y Guerrero.
?Q¨²e pasa en la, para algunos, opaca Centroam¨¦rica? El porcentaje de ind¨ªgenas en esta zona es relativamente bajo, salvo en Guatemala, donde ser¨ªan m¨¢s del 60% de la poblaci¨®n y donde, a pesar de que hay una ministra y al menos 10 diputados de origen maya, la resaca de la brutal guerra que asol¨® el pa¨ªs pende todav¨ªa sobre el alma de muchos ind¨ªgenas.
No es un panorama inusual. En Colombia, donde los ind¨ªgenas s¨®lo ser¨ªan un 2% de la poblaci¨®n, las barbaridades cometidas tanto por la guerrilla de las FARC como por los paramilitares contra ellos, y contra sus h¨¢bitats, han sido incontrolables. El n¨²mero de desplazados ind¨ªgenas en ese pa¨ªs llega a 10.000 personas y algunas comunidades est¨¢n literalmente secuestradas.
En Chile, el ¨²nico pa¨ªs de la regi¨®n que no ha suscrito el Convenio 169 de la OIT, los mapuches tienen continuas escaramuzas con las autoridades debido a conflictos por la propiedad de tierras que quieren ser usadas con fines forestales o energ¨¦ticos. Denuncian que hay por lo menos 200 de ellos que est¨¢n detenidos, y varios de ellos son Lonkos (jefes).
Confederaciones amaz¨®nicas
Finalmente, en Per¨², donde existen dos fuertes confederaciones amaz¨®nicas, la AIDESEP y la CONAP (ver recuadro), el movimiento ind¨ªgena no es tan s¨®lido como en Ecuador, pero ¨²ltimamente ha conseguido una aliada de fuste: Eliane Karp, de origen belga, esposa del presidente de la Rep¨²blica, de origen quechua, Alejandro Toledo Manrique.
Karp ha promovido, desde el Estado, la Conapa (Confederaci¨®n Nacional de Pueblos Amaz¨®nicos, Andinos y Afroperuanos), una entidad que algunos nativos encuentran controvertida. Como fuere, una an¨¦cdota revela el curioso grado de inter¨¦s que hay en el Ejecutivo peruano sobre el tema, acaso equiparable al que puede haber en otros centros de poder latinoamericano.
Hacia fines del a?o pasado, Rigoberta Mench¨², la premio Nobel guatemalteca, visit¨® Lima invitada por la Universidad Alas Peruanas. Durante una visita al Palacio de Gobierno, le empez¨® a hablar, entusiasmada, al andino presidente sobre los derechos ind¨ªgenas, el Convenio 169 de la OIT y otras preocupaciones. Alejandro Toledo, ni corto ni perezoso, exclam¨®:
-Ah, un momentito, voy a llamar a mi esposa, que ella entiende de estos temas!
* Palabra quechua que significa convivencia . ** Los imperios establecidos, como el inca, ten¨ªan tambi¨¦n una estructura dominante
Etnias en movimiento
HAY NUMEROSAS agrupaciones ind¨ªgenas latinoamericanas, pero entre las principales se cuentan:
COICA, Confederaci¨®n Inter¨¦tnica de la Cuenca Amaz¨®nica.
CONAIE, Confederaci¨®n de Nacionalidades Ind¨ªgenas y Amaz¨®nicas del Ecuador. Pachacutik es su brazo pol¨ªtico, aunque ello es materia de discusi¨®n.
FENOCIN, Federaci¨®n Nacional de Organizaciones Campesinas, Ind¨ªgenas y Negras del Ecuador.
ECUARUNARI, Confederaci¨®n de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador.
MIP, Movimiento Indigenista Pachakuti, liderado por Felipe Quispe, ex candidato a la presidencia de Bolivia.
COPMAGUA, Coordinadora de Organizaciones del Pueblo Maya de Guatemala.
AIDESEP, Asociaci¨®n Inter¨¦tnica de Desarrollo de la Selva Peruana.
CONAP, Confederaci¨®n de Nacionalidades Amaz¨®nicas del Per¨².
Taller Permanente de Mujeres Ind¨ªgenas y Amaz¨®nicas del Per¨².
CIDOB, Central Inter¨¦tnica del Oriente Boliviano.
COIAB, Coordinaci¨®n de las Organizaciones Ind¨ªgenas de la Amazonia Brasile?a.
ONIC, Organizaci¨®n de Ind¨ªgenas Colombianos.
CAPI, Comisi¨®n por la Autodeterminaci¨®n de los Pueblos Ind¨ªgenas. Paraguay.
Coordinadora Arauco Malleco, conformada por los indios mapuches de Chile.
ORPIA, Organizaci¨®n de los Pueblos Ind¨ªgenas de Venezuela.
EZLN, Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional.
CONPAH, Confederaci¨®n de Pueblos Aut¨®ctonos de Honduras.
COPPIP, Coordinadora de los Pueblos Ind¨ªgenas del Per¨² (COPPIP).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.