La huelga virtual, una hip¨®tesis
El reciente conflicto de los controladores a¨¦reos y el planteamiento de CC OO de Catalu?a en su debate precongresual (la recuperaci¨®n de la idea de la autorregulaci¨®n de la huelga) me han sugerido una serie de reflexiones en torno al ejercicio del conflicto social en los servicios p¨²blicos. Las ideas que siguen son solamente una posibilidad que no pretende archivar el tradicional ejercicio de la huelga, sino apuntar un escenario que podr¨ªa estudiarse: se trata de la huelga virtual. Lo expondr¨¦ someramente.
El ejercicio del conflicto social en los servicios p¨²blicos tiene una especial caracter¨ªstica: en ¨¦l no s¨®lo se ven afectados los asalariados y el dador de trabajo, sino tambi¨¦n los ciudadanos en su condici¨®n de usuarios. Hay que decir que todav¨ªa el sindicalismo no ha resuelto convenientemente los (enormes) problemas que tales situaciones acarrean y que, en no pocos momentos, provocan un amplio clima de enemistad hacia los convocantes de la huelga. Esto es lo que, en parte, pretende resolver el m¨¦todo de la autorregulaci¨®n de la huelga, seg¨²n ha indicado desde hace muchos a?os CC OO de Catalu?a. Pero, con ser un paso adelante, no acabar¨ªa de solucionar el litigio entre los huelguistas y la ciudadan¨ªa. De ah¨ª que me parezca m¨¢s conveniente elaborar una nueva praxis del (moderno) ejercicio del conflicto social. Sin embargo, para darle mayor apoyo te¨®rico, quiero hacer las siguientes reflexiones sobre qu¨¦ est¨¢ pasando en la actualidad con las huelgas en algunos sectores: primero, las empresas de transportes p¨²blicos ahorran salarios, el uso de los medios y los gastos en combustible, y una parte de las subvenciones que reciben; segundo, los ciudadanos acaban maldiciendo a los huelguistas y rest¨¢ndoles soporte solidario; tercero, el da?o que se hace a la contraparte es enjugado por las antedichas ventajas y deviene s¨®lo un da?o simb¨®lico. Yendo por lo derecho, en tales condiciones los huelguistas se pegan una patada en sus propias espinillas. Mejor ser¨ªa, pues, ensayar una nueva pr¨¢ctica: la huelga virtual.
En determinado sector p¨²blico se est¨¢ en puertas de un conflicto social. El sindicalismo convoca la huelga virtual, que consiste en que los trabajadores (que no cesan en su actividad laboral) renuncian a cobrar el salario que les corresponda y ceden ese dinero a un fondo, y la empresa ingresa el doble (o el triple) que los huelguistas. El montante global ser¨ªa cogestionado por la representaci¨®n de los trabajadores y la empresa, y orientado a asuntos de utilidad p¨²blica. Todo lo cual deber¨ªa estar reglamentado convenientemente por ambas partes. Las ventajas de esta propuesta son: a) la empresa recibe una presi¨®n superior (y no simb¨®lica) a la de la huelga tradicional; b) la ciudadan¨ªa no est¨¢ sometida a reh¨¦n por unas negociaciones en las que no participa, aunque se ve involucrada en ello; c) sindicatos y usuarios podr¨ªan, de este modo, establecer una relaci¨®n de fecunda colaboraci¨®n con esta forma de hacer las cosas.Naturalmente, no se trata de una alternativa que impugne el derecho al tradicional ejercicio del conflicto. Es, simplemente, un estilo que podr¨ªa tenerse en cuenta y que, con sus convenientes experiencias piloto, podr¨ªa adquirir de facto carta de naturaleza. En todo caso es conveniente que los sujetos sociales elaboren una praxis nueva sobre el ejercicio de la presi¨®n reivindicativa mucho m¨¢s acorde con las actuales sociedades complejas. Porque aqu¨ª no se discute la validez del conflicto, sino de qu¨¦ manera se hace, de qu¨¦ forma adquiere m¨¢s consistencia, c¨®mo provoca m¨¢s adhesiones al tiempo que elimina bolsas de hostilidad de quienes est¨¢n en medio, los usuarios, sin comerlo ni beberlo. La huelga virtual podr¨ªa ser, en ese sentido, una buena se?al de un avanzado proyecto de autorreforma del sindicalismo confederal que, al tiempo de defender sus intereses, choca lo menos posible con el inmenso conjunto de la ciudadan¨ªa.
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