El esc¨¢ndalo de la pobreza mundial
"Los consumidores, ¨¢vidos, vuelven por m¨¢s", dicen los peri¨®dicos al informar sobre la org¨ªa compradora en los centros comerciales de Estados Unidos, que continu¨® al empezar el nuevo a?o. Despu¨¦s de todos los regalos comprados en los d¨ªas anteriores a la conmemoraci¨®n del nacimiento de Cristo, volvieron a lanzarse a gastar, tentados por los inevitables anuncios de precios rebajados y ofertas especiales.
?Y por qu¨¦ no? La econom¨ªa estadounidense se recupera, las bolsas de todo el mundo han subido, operadores y banqueros vuelven a recibir primas sustanciosas por su forma de colocar el dinero de otras personas, y las empresas de tarjetas de cr¨¦dito ofrecen un trozo de pl¨¢stico nuevo cada semana. Comamos, bebamos y seamos felices. Con los codos listos y afilados. Ha habido gente que ha muerto aplastada en la avalancha para entrar en los grandes almacenes esta temporada.
S¨®lo a un amargado como yo se le ocurre llamar la atenci¨®n sobre un documento publicado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud una semana antes de Navidad. Es el Informe sobre la Salud Mundial que presenta todos los a?os el importante organismo de Naciones Unidas, con un mensaje dirigido a todos nosotros. Como es natural, sus palabras quedaron borradas en unos medios de comunicaci¨®n obsesionados por el cine fant¨¢stico, la enfermedad de las vacas locas y las disputas entre los candidatos dem¨®cratas a la presidencia. No hubo m¨¢s que unos pocos medios informativos -Reuters, The Christian Science Monitor- que tuvieran la decencia de prestar seria atenci¨®n al informe.
El estremecedor mensaje de este informe es que la vida ha ido empeorando, a?o tras a?o, para los m¨¢s pobres. Es cierto que la expectativa de vida ha aumentado sin cesar para los que tienen la fortuna de haber nacido en las sociedades ricas: las mujeres francesas, en la actualidad, tienen una expectativa de vida de 83,5 a?os, y los hombres australianos, de 77,9 a?os. Tambi¨¦n es cierto que ha mejorado en algunos pa¨ªses fundamentales, muy poblados, como China, Brasil y Egipto. No todo es malo, aunque unas sociedades cada vez m¨¢s envejecidas crean toda una serie de problemas nuevos. Pero es evidente que es mucho mejor ser un pueblo viejo y rico que un pueblo joven y asolado por la enfermedad.
Veamos algunos de los datos que proporciona el informe anual. (Es m¨¢s, ?por qu¨¦ no los pegamos en la puerta de la nevera?). En 14 pa¨ªses africanos, la mortalidad infantil es mayor hoy que en 1990. Sus poblaciones est¨¢n cada vez m¨¢s enfermas, a lo que contribuye el hecho de que son m¨¢s pobres ahora que hace 30 a?os. En Sierra Leona, de cada 1.000 ni?os nacidos, m¨¢s de 300 mueren antes de cumplir cinco a?os.
En el resumen que hace Reuters del informe de la ONU se lee esta lac¨®nica frase: "Una ni?a que nazca hoy en Jap¨®n tiene una expectativa de vida de 85 a?os, mientras que otra nacida en Sierra Leona, seguramente, no sobrevivir¨¢ m¨¢s all¨¢ de los 36 a?os". Si este dato tan estremecedor no se nos atraganta es que hemos perdido cualquier sentido de la humanidad y la decencia.
?Qu¨¦ debemos hacer con respecto a esta aberraci¨®n? He estado d¨¢ndole vueltas a la cuesti¨®n del empobrecimiento mundial, no s¨®lo en medio de los excesos consumistas navide?os, sino durante d¨¦cadas de leer la reacci¨®n que nos recomiendan los evangelios del Nuevo Testamento y las obras equivalentes en otras tradiciones religiosas y human¨ªsticas. Y lo que m¨¢s me desconcierta son los distintos mensajes, a menudo contradictorios, de Jesucristo.
Por un lado, Cristo nos ense?a que, como no estamos durante mucho tiempo en esta tierra, el verdadero problema lo tienen los ricos: a quienes sufren pobreza y desnutrici¨®n se les acoger¨¢ en el seno de Abraham, mientras que para los potentados ser¨¢ tan dif¨ªcil entrar en el cielo como para el camello del proverbio pasar por el ojo de la aguja. L¨¢zaro recibe su recompensa, y el avaro ante cuya puerta yac¨ªa L¨¢zaro es expulsado al infierno. ?Qu¨¦ soluci¨®n puede haber m¨¢s apropiada? La verdad es que, a lo mejor, tenemos que envidiar a los pobres.
Sin embargo, en otros sermones y par¨¢bolas de Cristo existe otro mensaje m¨¢s amplio y persistente: por ejemplo, en las bienaventuranzas o la historia del buen samaritano. En ellos nos insta a socorrer a viudas y hu¨¦rfanos (que hoy suman decenas de millones en una ?frica arrasada por el sida), dejar en libertad a los que sufren prisi¨®n injusta y, sobre todo, ayudar a quienes viven en la pobreza. Para algunos, eso puede significar actos personales de servicio y voluntariado. Para la mayor¨ªa es la sugerencia de que, como el buen samaritano, nos rasquemos un poco m¨¢s los bolsillos. Las transferencias de dinero no van a resolver por s¨ª solas los desastres del mal gobierno y las violaciones de los derechos humanos que han destrozado pa¨ªses como Sierra Leona; pero Dios sabe que, sin la ayuda material, los pa¨ªses arrasados no tienen ninguna oportunidad de construir infraestructuras ni sistemas educativos y de salud. Predicar sobre el imperio de la ley a millones de et¨ªopes hambrientos y, al mismo tiempo, negarse a darles ayuda es pura hipocres¨ªa.
Por consiguiente, tengo una propuesta para todos los que se han dado recientemente a las grandes compras: ?por qu¨¦ no tranquilizan un poco sus conciencias mediante "diezmos"? Un diezmo era la donaci¨®n (el tributo) del 10% que se entregaba en concepto de alquiler de la tierra durante la ¨¦poca feudal, o a la Iglesia en la Edad Media, pero podr¨ªa aplicarse a las sociedades de consumo actuales. Si uno se ha gastado 800 d¨®lares en una nueva pantalla de televisi¨®n de gran tama?o, que dedique 80 d¨®lares a la ayuda a los pobres del mundo; 50 d¨®lares por una botella de buen vino significar¨ªa un "diezmo" de cinco d¨®lares, y as¨ª sucesivamente. Cada uno puede escoger la organizaci¨®n que desee: Oxfam International, CAFOD (organizaci¨®n cat¨®lica de ayuda al desarrollo), o la que le parezca que hace mejor labor y emplea de forma m¨¢s adecuada el dinero en los pa¨ªses m¨¢s pobres. Y no olvidemos que Unicef depende, sobre todo, de las aportaciones voluntarias.
?Por qu¨¦ no? Si uno puede permitirse un v¨ªdeo nuevo, seguro que puede rascarse un poco m¨¢s el bolsillo y ayudar a disminuir el espanto de la pobreza mundial. Ser¨ªa una resoluci¨®n para el nuevo a?o mucho mejor que la de empezar la dieta Atkins. El diezmo -al menos para los que viven en Estados Unidos- es desgravable de los impuestos. Y quiz¨¢ se sientan m¨¢s a gusto consigo mismos la pr¨®xima vez que se monten en su monovolumen para ir de compras al centro comercial.
? Tribune Media Services International
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