El poeta invisible
En una encuesta imaginaria -no tan imaginaria si se suman los testimonios existentes- acerca del m¨¢s notable poeta colombiano del siglo pasado, es casi seguro que el favorecido por el fervor de sus colegas colombianos ser¨ªa Aurelio Arturo (1905-1974). Arturo public¨® un solo libro en vida, Morada al sur (1963), que contiene 13 poemas que ven¨ªa escribiendo y corrigiendo desde 1929. Materia de culto, no es Arturo un poeta p¨²blico, todav¨ªa no repetido por la memoria colectiva como ser pueden Le¨®n de Greiff, Jos¨¦ Asunci¨®n Silva o Porfirio Barba Jacob. Pero es un poeta entra?able, estimad¨ªsimo, objeto de lectura cada vez m¨¢s devota.
Arturo fue un hombre casi invisible, un abogado, un magistrado, an¨®nimo padre de familia ajeno por completo a las academias, a los caf¨¦s, a los cen¨¢culos literarios. Era reconocido -gan¨® el premio nacional en 1963- pero distante. Un individuo discreto y silencioso, apasionado lector, principalmente de literatura inglesa y norteamericana.
OBRA PO?TICA COMPLETA
Aurelio Arturo
Archivos. Madrid, 2003
648 p¨¢ginas. 22,90 euros
Cuando, en 1932, le llev¨® sus primeros poemas a Rafael Maya, ¨¦ste juzg¨® que no se parec¨ªan a nada. Cuando recibi¨® el premio nacional de poes¨ªa treinta a?os despu¨¦s, las rese?as se refer¨ªan a lo mismo, que era un poeta ¨²nico. Hoy, cuando aparece una edici¨®n cr¨ªtica de su obra, habr¨ªa que repetir lo mismo m¨¢s una herencia de discreci¨®n y contenci¨®n que han aprovechado varios poetas posteriores. Como siempre sucede en Colombia, la novedad de Morada al sur no consiste en ninguna innovaci¨®n de los c¨®digos ret¨®ricos. No estamos hablando de avances al uso de los a?os veinte, no estamos hablando de Altazor ni de Trilce. No hay aqu¨ª sabor vanguardista ni m¨ªnimamente surrealista. Nada de eso. La novedad est¨¢ en lo m¨¢s inesperado: en el tono. No hallamos nada de la grandilocuencia parnasiana, no existen trazas de aquel tambor entre marcial y engolado ni la altisonancia de la poes¨ªa oficial. Las palabras mismas: el vocabulario del poema es absolutamente distinto, completamente ajeno al universo verbal de la poes¨ªa colombiana. La poes¨ªa de Aurelio Arturo, armada con una musicalidad tenue, de sonata, con la que logra eludir las solemnidades del telurismo, se afinca en una naturaleza primigenia y humanizada. Un poeta mayor pero en tono menor.
La edici¨®n de Obra po¨¦tica completa, realizada por un equipo que coordin¨® R. H. Moreno Dur¨¢n, cumple cabalmente con los objetivos de la Colecci¨®n Archivos de realizar ediciones cr¨ªticas anotadas. Es notable el trabajo arqueol¨®gico realizado por el profesor Hernando Cabarcas Antequera. Cabarcas rastre¨® los poemas publicados en revistas, peri¨®dicos y antolog¨ªas, y los poemas in¨¦ditos -casi cuadruplicando la producci¨®n conocida-; junt¨® las prosas; reuni¨® una bibliograf¨ªa con todas fuentes, elabor¨® una complet¨ªsima cronolog¨ªa del poeta y, como si fuera poco, con paciencia admirable, fij¨® los textos definitivos a fuerza de una detallada confrontaci¨®n de las diferentes versiones de los poemas de un hombre que, "testimonian los hijos, pasaba largas horas frente a los papeles ensayando el mejor acomodo sonoro de una palabra en el contexto de un fraseo, de un verso, del poema todo".
Con frecuencia se repite que no hay cr¨ªtica literaria en Colombia. ?scar Torres vuelve a suponer esta carencia, habla de un precario conocimiento de toda la obra de Arturo y enseguida dedica setenta p¨¢ginas a repasar las innumerables lecturas -?treinta, cuarenta?, en todo caso bastantes- que el poeta ha suscitado aun desde antes de publicare su libro emblem¨¢tico. Torres hace unos res¨²menes planos y fieles de estos textos y procede con ellos con cierto manique¨ªsmo en el que lo malo es la "cr¨ªtica impresionista", no obstante que estos lectores sensitivos -V¨ªctor Amaya, Andr¨¦s Holgu¨ªn, Cobo Borda, Charry Lara- se anticiparon a lo que dice la cr¨ªtica seria, la m¨¢s espesa, de estirpe r¨ªgidamente acad¨¦mica, escrita por profesores o graduandos convencidos de estar haciendo ciencia y de poseer una verdad, un poco indiferentes a los textos, no importa su belleza, mientras no comprueben sus propias tesis.
El exhaustivo volumen incluye, adem¨¢s, buena parte del corpus cr¨ªtico que ha producido la obra de Arturo y ensayos escritos para esta edici¨®n. Especialmente valiosos son los textos de Rafael Guti¨¦rrez Girardot, R.-H. Moreno Dur¨¢n, Eduardo Camacho Guizado, Armando Romero, Martha Canfield (un inesperado paralelo con el mexicano Ram¨®n L¨®pez Velarde), Jos¨¦ Manuel Arango y Esperanza L¨®pez Parada, quien se refiere as¨ª a Aurelio Arturo: "El poema no es m¨¢s que 'la tierra que canta', es el sitio en s¨ª que dice, palabra capaz de rodearnos, palabra igual al punto donde fue enunciada e igual a aquello que designa. Como si el vocablo fuese el ser que nombra -sin fisuras, sin errores
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