La estrategia de la hormiga

Ni mucho ni poco. Ni calambres de aburrimiento ni estremecimientos de pasi¨®n. El Atl¨¦tico y el Albacete tocaron la pelota, s¨ª, pero no demasiado. Crearon ocasiones, algunas, pero no muchas. Dejaron detalles, de Aranda, s¨ª, de David S¨¢nchez y Parri, o de Ibagaza, o Nikolaidis, tal vez, pero pocos. Se plantaron con seriedad, quiz¨¢, pero los dos goles fueron en propia puerta, y el del Albacete tras un fenomenal desastre defensivo de toda la zaga rojiblanca.

El Atl¨¦tico, con un De los Santos aceptable y con empuje, que no juego, merode¨® m¨¢s por la zona de Almunia que el Albacete por la de Juanma. Aunque los primeros minutos del encuentro no despejaron ninguna duda sobre el estado de salud de los porteros.

No tocaban la pelota.

No lo hicieron en casi todo el choque. El partido, salvo excepciones, pocas, transit¨® de casi ocasi¨®n en casi ocasi¨®n, de jugada m¨¢s o menos hilvanada, pero sin finalizar. De bal¨®n de Parri a la espalda de la defensa rojiblanca al que Aranda, ?ay!, no llegaba. O de escapada de Fernando Torres con prodigiosa carrera incorporada de Pe?a para dificultarle el tiro o centro de Aguilera, bien pensado, razonablemente ejecutado, para nadie. Alguna idea fuera del gui¨®n de Ibagaza o Nikolaidis y poco m¨¢s. Sin embargo, la pelota corr¨ªa y los jugadores daban m¨¢s de dos pases seguidos, todo un logro.

Eso, hasta que Torres se escap¨® de todos los grilletes y se plant¨® en el pico del ¨¢rea para chutar contra la rodilla plantada en tierra de Almunia. El bal¨®n sali¨® rebotado al punto de penalti y Nikolaidis, el griego de la mu?equera de cuero, salt¨® acrob¨¢ticamente para enganchar una chilena que detuvo el meta del Albacete. Era el minuto 20.

Despu¨¦s, al margen de los goles, poco m¨¢s.

El Ni?o no tuvo una de sus noches m¨¢s brillantes y el equipo lo not¨®. Si falta Torres el Atl¨¦tico no resta uno de once. Resta mucho m¨¢s. Resta el cincuenta por ciento de su creatividad y otro tanto de su capacidad de meter goles. Demasiada resta. Aunque el delantero no estuvo ni mucho menos ausente y particip¨® en el juego. Sencillamente, no acert¨® con las soluciones correctas.

El Albacete destila los humores de los equipos trabajados. Del homenaje a la simetr¨ªa y al est¨ªmulo respuesta: todos ordenados y a cada situaci¨®n le corresponde un cap¨ªtulo del manual. Adem¨¢s tiene buenos futbolistas para interpretar el librillo del capit¨¢n Ferrando. Parri desplaza muy bien el bal¨®n en largo buscando la carrera de lo interiores o la espalda de la defensa por el centro, Aranda aguanta bien la pelota mirando hacia su propia porter¨ªa para la incorporaci¨®n de los medios, Viaud aguanta bien y se repliega con galones de comandante cuando corresponde. Los manchegos no dispararon a puerta en todo el primer tiempo. Sus oportunidades fueron lanzamientos precipitados, lejanos y con poqu¨ªsima punter¨ªa. Hasta el segundo tiempo. Un magn¨ªfico centro de David S¨¢nchez a Aranda, que fall¨® solo, sirvi¨® de pr¨®logo al gol de Parri, o, mejor dicho, de Lequi en propia puerta.

Los ¨²ltimos minutos del encuentro aumentaron la emoci¨®n, llevaron el bal¨®n m¨¢s a las ¨¢reas, aunque fuera por la v¨ªa r¨¢pida y, sin embargo, estropearon la sensaci¨®n de pulcritud, que salvo en los goles, hab¨ªan mostrado los dos equipos. Garc¨ªa Calvo estuvo bien, bastante bien, pero no se sabe muy bien por qu¨¦ el Atl¨¦tico es incapaz de defender correctamente cualquier bal¨®n perpendicular y raso que entre en su ¨¢rea. En el arre¨®n final, el Albacete tuvo dos oportunidades utilizando ese sencillo sistema. Tambi¨¦n le ayud¨® que el receptor fuera Aranda, un delantero con muchos recursos y, por lo visto ayer, poca punter¨ªa.

El Atl¨¦tico y el Albacete mantienen la teor¨ªa de la hormiguita hacendosa. Y no les va mal. Los manchegos se aplican en sus sumas y sus restas para evitar el descenso y poco a poco les salen bien, y el Atl¨¦tico mantiene su sorprendente posici¨®n de Liga de Campeones.