Atajo espiritual
Creyendo simplificar nuestra vida, tendemos a embarullarla. Una multitud de utensilios dom¨¦sticos y de toda ¨ªndole para nuestra conveniencia y descanso, algo que a veces se revela enga?oso, pues, a su vez, dependen de otras m¨¢quinas y otros ingenios y no directamente de nuestra voluntad. El microondas, la plancha, la lavadora, aspiradoras, lavaplatos, contestador telef¨®nico etc., nos han manumitido de tareas en la casa, con la condici¨®n de que se conozca su perfecto manejo. Todo resulta subsidiario del fluido el¨¦ctrico -o del gas- que sale de nuestra esfera. En las pasadas vacaciones de Navidad, centenares de esquiadores -incluido el presidente del Gobierno- pasaron calamidades en una estaci¨®n invernal catalana por la aver¨ªa en el suministro de energ¨ªa el¨¦ctrica, emergencia que puede afligir en cualquier momento, y muy particularmente durante los fines de semana o los puentes que alegran la vida del funcionario, y es cuando suelen suceder los contratiempos.
Quienes ejercen una tarea sedentaria est¨¢n supeditados al tel¨¦fono o al ordenador, cuya aver¨ªa, incluso transitoria, paraliza el trabajo, sin posibilidad de sustituci¨®n. M¨¢s de una vez, en el banco o la caja donde depositamos nuestros euros nos encontramos con que el desperfecto electr¨®nico ha bloqueado todos los resortes y hemos de quedarnos, hasta su arreglo, faltos de recambios o manipulaciones, sin disponer de nuestro dinerito.
Si trasponemos el problema al ¨¢mbito intelectual o espiritual -dicen que existe-, la confusi¨®n y el desorden toman otras proporciones. Por ejemplo, que no tiene que ser espinoso, en cuestiones religiosas el asunto se ha complicado. Antes, se era creyente o no; se practicaban unos ritos o se dejaban de lado, haciendo la salvedad de los a?os cr¨ªticos posteriores a la Guerra Civil, donde estas cuestiones hab¨ªa que manejarlas con mucha prevenci¨®n. Hoy nos vemos al borde de la inmersi¨®n en cuestiones litigiosas, por los signos externos de las distintas confesiones. En la vecina Francia se ha cortado por lo sano -en el ¨¢mbito de la ense?anza oficial-, desterrando la exhibici¨®n de los s¨ªmbolos externos: el crucifijo, el velo, la kip¨¢. Por ahora no se ha llevado la controversia a los emblemas de la Media Luna y la Cruz rojas, aunque a alguien se le ocurrir¨¢ enfrentarlas.
La exclusi¨®n de la ense?anza religiosa en los centros dependientes del Estado colocar¨¢ a los alumnos en cierta inferioridad cultural con respecto a los que elijan la religiosa privada, porque los ni?os tienen una capacidad enorme de asumir conocimientos, lo cual es bueno seg¨²n la sentencia popular de que el saber no ocupa lugar. Estimo que esas materias deben ser conocidas, como mantengo que es mejor saberse de memoria la in¨²til lista de los reyes godos -aunque s¨®lo sea para reconocer sus estatuas en el Retiro o en otras plazas de nuestra ciudad- que sospechar que Recaredo es un centrocampista uruguayo o Liuva una marca de compresas.
Los fil¨®sofos, y no digamos los te¨®logos laicos que han inventado esa profesi¨®n, manten¨ªan que la religi¨®n era connatural con el ser humano, quiz¨¢ como el comercio, el af¨¢n por viajar o el operarse de apendicitis, por ejemplo. Tal suposici¨®n estaba cayendo en un militante descreimiento, aunque crece el n¨²mero de quienes no se contentan con los postulados de las religiones consideradas corrientes. Hace ya alg¨²n tiempo que se despierta entre nosotros una notable afici¨®n por la teogon¨ªa oriental, que busca -como siempre- esa v¨ªa de escape, m¨¢s bien atajo, para resolver los problemas personales. En iglesias levantadas en Hispanoam¨¦rica cualquiera puede ver la completa, total, absoluta devoci¨®n del indio que, genuflexo ante la Virgen local, pide salud para los familiares enfermos, felicidad para los hijos, implora que le toque la loter¨ªa, que gane su equipo de f¨²tbol y que reviente el prestamista que les acongoja.
En la creciente ola de budismo que nos invade conozco personas, de s¨®lida formaci¨®n universitaria, que suspenden toda actividad laboral, social o familiar para entregarse a la meditaci¨®n trascendental. El yung-ne, el karma-teksum-tche ling (ignoro lo que significan) cunde por todas partes, cuando no es una exacerbaci¨®n del protestantismo de choque o atractivos retiros espirituales semiortodoxos. A precios asequibles, comprendido el ayuno y la mortificaci¨®n f¨ªsica o mental, como el turismo rural. Atajos.
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