Ciencia: de la an¨¦cdota a la estrategia
Los autores defienden la creaci¨®n de multitud de laboratorios de buen nivel, y no s¨®lo de unos pocos centros de excelencia, y piden m¨¢s financiaci¨®n y una nueva cultura de la gesti¨®n.
Quiz¨¢ es algo intr¨ªnseco de los tiempos actuales, pero la existencia de conflictos en cualquier actividad humana es m¨¢s noticia que su correcto funcionamiento. Lo cierto es que cuando salen en los peri¨®dicos noticias sobre conflictos en un centro de investigaci¨®n, como es el reciente caso del Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas (CNIO), la imagen que resulta probablemente no refleja la situaci¨®n de la ciencia espa?ola ni, desde luego, ayuda a su correcto desarrollo. La ciencia espa?ola es todav¨ªa muy fr¨¢gil y necesita m¨¢s la tranquilidad del laboratorio que las luces del cuadril¨¢tero de boxeo.
La inversi¨®n realizada en ciencia en los ¨²ltimos a?os ha incluido la creaci¨®n de nuevos centros de investigaci¨®n. Se trataba de una necesidad tanto por el hecho de que, sin espacio para hacer investigaci¨®n es imposible realizarla, como porque las estructuras existentes han demostrado ser inapropiadas para permitir la flexibilidad y la eficacia que necesita la ciencia competitiva actual. El ejemplo m¨¢s claro es el CSIC, desde el que se han elaborado propuestas para salir de la estructura arcaica existente que imposibilita un funcionamiento medianamente sensato. Hay diversas figuras en marcha, como fundaciones p¨²blicas o privadas, centros de patronato o consorcios que son modelos interesantes que necesitan rodaje, pero no hay duda de que hay que buscar soluciones como ¨¦stas para permitir un funcionamiento adecuado de los centros.
En algunos casos (como el CNIO en Madrid o el Centro de Regulaci¨®n Gen¨®mica -CRG- en Barcelona) los centros se han construido alrededor de investigadores espa?oles que han realizado una carrera cient¨ªfica de gran calidad en el extranjero. A menudo aparecen noticias de los resultados que investigadores de nuestro pa¨ªs consiguen en otros pa¨ªses, sobre todo en Estados Unidos. De hecho, es un capital de un valor enorme que no explotamos suficientemente pero que, si se quiere explotar, necesita condiciones adecuadas. A veces puede ser m¨¢s interesante mantener un contacto a distancia con consulta asidua y visitas peri¨®dicas. Esta f¨®rmula est¨¢ siendo utilizada con eficacia por un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo cient¨ªfico como es China. En el caso de la vuelta personal de un investigador de renombre, se trata de una oportunidad que la ciencia del pa¨ªs tiene que aprovechar, ya que puede atraer unos recursos y estimular unas formas de gesti¨®n que no ser¨ªan posibles de otra forma.
Esto no quiere decir que todos los recursos del pa¨ªs deban dedicarse s¨®lo a estas operaciones. Ser¨ªa un grave error concentrar exclusivamente los recursos en unos pocos lugares. De la base de una multitud de laboratorios de buen nivel es de donde salen los investigadores que pueden despuntar en Espa?a o en el extranjero. La misma supervivencia de estos centros necesita una complicidad con el entorno. Crear unos pocos centros de excelencia olvidando el resto del entorno cient¨ªfico ser¨ªa tan fatal como mantener un entorno en el cual no se deje sobresalir por su excelencia a nada ni a nadie.
Est¨¢ claro tambi¨¦n que un aumento en los recursos y en la flexibilidad para gestionarlos conlleva un mayor grado de responsabilidad. Los investigadores estamos siendo sometidos a una evaluaci¨®n sistem¨¢tica tanto de los grupos como de las personas. Sin embargo, no tenemos todav¨ªa en Espa?a ni una estructura ni una cultura que haga que los gestores de los fondos de investigaci¨®n respondan de sus decisiones. Ello no quiere decir intervenci¨®n administrativa, sino transparencia y an¨¢lisis riguroso de las decisiones. Hay ejemplos en otros pa¨ªses y en nuestra propia empresa privada para ver c¨®mo algo as¨ª puede hacerse.
Por estas razones, en el momento en que nos encontramos est¨¢ claro que se necesita m¨¢s financiaci¨®n. Todas las estad¨ªsticas lo aseguran. Pero tambi¨¦n se necesita la creaci¨®n de una nueva cultura de la gesti¨®n, de la responsabilidad y con una estrategia que deber¨ªamos calificar de "sostenible". Los responsables del desarrollo cient¨ªfico del pa¨ªs en las administraciones p¨²blicas e instituciones universitarias y cient¨ªficas deber¨ªan ser, ante todo, profesionales de la gesti¨®n cient¨ªfica con demostrada visi¨®n estrat¨¦gica.
La ciencia es una inversi¨®n a largo plazo. Ni los resultados cient¨ªficos deben esperarse en meses, ni los centros pueden crear excelencia de un d¨ªa para otro. Se necesita plantar la semilla, ir regando y tener la paciencia de esperar que el ¨¢rbol alcance la madurez en la que dar¨¢ sus frutos. La ciencia de nuestro pa¨ªs est¨¢ en un punto de inflexi¨®n para pasar del estadio "casi-maduro" a un estadio altamente fruct¨ªfero. M¨¢s que la an¨¦cdota y el cotilleo, el objeto de nuestra atenci¨®n deber¨ªa ser el de robustecer la financiaci¨®n y gesti¨®n de la ciencia para poder obtener los frutos de conocimiento, industriales, econ¨®micos y de calidad de vida que el pa¨ªs se debe a s¨ª mismo.
Joan Massagu¨¦ es investigador del Memorial Sloan-Kettering Center de Nueva York, y Pere Puigdom¨¨nech, del IBMB-CSIC de Barcelona.
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