Crucifixiones explosivas
Pol¨¦mica en Holanda por la invitaci¨®n a un cardenal para abrir una muestra de Saura
El roce entre la familia del fallecido pintor Antonio Saura y el Museo Cobra, de Amstelveen, cercano a Amsterdam, que exhibe hasta el 18 de abril la serie de las Crucifixiones del artista, ha puesto en entredicho la tendencia cada vez m¨¢s frecuente de las salas holandesas a fomentar la discusi¨®n art¨ªstica invitando a figuras de lo m¨¢s diverso.
En esta ocasi¨®n, el hu¨¦sped llamado para abrir la muestra de Saura, que luego declin¨® acudir, deb¨ªa ser el cardenal cat¨®lico de los Pa¨ªses Bajos Adrianus Simonis. Una elecci¨®n en apariencia adecuada si no fuera porque el propio Saura se consideraba agn¨®stico y anticlerical y hab¨ªa dicho que esta parte de su producci¨®n no respond¨ªa a motivos religiosos. Con su acercamiento al tema de la crucifixi¨®n a partir del Cristo de Vel¨¢zquez trataba de reflejar su situaci¨®n de "hombre a solas en un universo amenazador y la tragedia de un hombre -no de un dios- clavado absurdamente en una cruz".
El prelado holand¨¦s prefiri¨® no asistir a la inauguraci¨®n, pero expres¨® su opini¨®n en un diario cristiano
Crucifixiones forma parte del programa creado por el Ministerio de Asuntos Exteriores para promocionar la cultura espa?ola. Iniciada en 2002 durante la presidencia espa?ola de la UE precisamente con esta obra de Saura, la muestra ha llegado ahora a Holanda despu¨¦s de recorrer Francia, Suecia, Austria y Polonia. Los distintos museos tienen libertad para cursar invitaciones propias en sus respectivas muestras. La familia del artista, depositaria de su legado, firma a su vez un contrato cada vez que una nueva sala presenta los cuadros. En esta ocasi¨®n, sin embargo, la direcci¨®n del Museo Cobra no les comunic¨® a tiempo que el cardenal Simonis intervendr¨ªa durante la inauguraci¨®n. Molestos por la presencia de una alta jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica sin que se les hubiera consultado, expresaron su sorpresa y descontento en una nota remitida a la prensa holandesa, al Ministerio de Cultura y a la Embajada de Espa?a en los Pa¨ªses Bajos. En su opini¨®n, era del todo innecesario que un cardenal inaugurara la colecci¨®n de 66 crucifixiones realizadas entre 1956 y 1996. Unas obras producto de la fascinaci¨®n por los mitos, incluidos los religiosos, pero ajenas al universo espiritual religioso. Buen conocedor de la trayectoria de Saura, el cardenal holand¨¦s prefiri¨® no acudir a la apertura. Dio, eso s¨ª, su opini¨®n sobre lo ocurrido en el diario de inspiraci¨®n cristiana Trouw. Para ¨¦l, Saura plasma en sus crucifixiones la lucha que supone aceptar "la paradoja del sufrimiento surgido de un amor capaz de dar la vida por los dem¨¢s, como en el caso de Cristo". Junto al toque religioso, Adrianus Simonis admit¨ªa en sus reflexiones que el artista pudiera sentir aversi¨®n por la actuaci¨®n de la Iglesia durante el franquismo. "Claro que lo entiendo, pero en su obra palpitan cosas que ignoramos y valdr¨ªa la pena poder pregunt¨¢rselo a ¨¦l".
Sorprendido por la pol¨¦mica, John Vrieze, director del Museo Cobra, record¨® la importancia de la crucifixi¨®n en el arte cristiano y las emociones que ello concita. Por eso pensaron en el cardenal, para que diera una visi¨®n personal, "no para que enmarcara a Saura en un marco cat¨®lico". Edy de Wilde, que dirigiera el propio Stedelijk entre 1963 y 1985, ha asegurado que la figura y la obra de Saura no se han entendido en absoluto en el entorno del Museo Cobra. O, como dice en su rese?a sobre la exposici¨®n Edo Dijksterhuis, del rotativo NRC Handelsblad, "hay m¨¢s de denuncia por el sufrimiento que de abnegaci¨®n en estas crucifixiones".
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