Bob Wilson rehabilita a La Fontaine
Las historias del autor franc¨¦s se representan en la Com¨¦die Fran?aise de la mano del director estadounidense
En la f¨¢bula, como en todos los g¨¦neros aleg¨®ricos, el significado no se agota en la literalidad de su sentido. Esa constataci¨®n es la que protegi¨® a Jean La Fontaine (1621-1695) de la voluntad de Luis XIV de someter a todos los intelectuales y artistas a la Raz¨®n de Estado, al reino del absolutismo. La Fontaine, hablando por boca de animales, tomando como modelo a Esopo o Fedro, eligi¨® la mejor de las m¨¢scaras: la desaparici¨®n. Para Luis XIV, el todopoderoso ministro Colbert o el legislador oficial de la cultura real, Boileau, La Fontaine no existe. Saben de ¨¦l pero le tratan de "poeta para escolares". La Fontaine nunca tendr¨¢ el poder pero se ganar¨¢ un p¨²blico.
Bob Wilson, gran renovador de la escena contempor¨¢nea, ha sido el encargado de que las F¨¢bulas de La Fontaine entren por fin en el repertorio de la Com¨¦die Fran?aise. Una apuesta arriesgada puesto que si por algo se caracteriza el trabajo de Wilson es por su estricto formalismo, por su voluntad de desestructurar un texto convirti¨¦ndolo en estricta forma, en m¨²sica e imagen, independiente de su significado. Y durante siglos La Fontaine ha servido para que los ni?os aprendiesen a razonar y los actores a vocalizar.
Christine Fersen, que en el espect¨¢culo ayer estrenado -y en cartel hasta el 15 de mayo- encarna a un La Fontaine que presenta a los animales e interviene a menudo para decir el mensaje de la historia, dice que "Wilson ha hecho un trabajo sobre las F¨¢bulas que es a la vez pict¨®rico, arquitect¨®nico, coreogr¨¢fico y musical, en el que cada relato est¨¢ concebido como un cuadro vivo que exige de los actores una gran precisi¨®n de movimiento". Fersen recuerda que fue elegida entre todos los miembros de la Com¨¦die tras superar una ¨²nica prueba: "Hab¨ªa que recorrer un metro y medio en el plazo de dos minutos y sin decir ni una sola palabra".
El montaje se abre con un pr¨®logo en el que La Fontaine presenta a toda su granja de personajes para luego dar paso a la primera f¨¢bula, la de El
le¨®n enamorado, que remite a una edad de oro lejana y paradis¨ªaca en la que hombres y animales a¨²n hablaban entre s¨ª. El recorrido, sin que nunca se pierda el humor y la ligereza que da la extraordinaria estilizaci¨®n visual, termina en un universo m¨¢s sombr¨ªo, el de Los compa?eros de Ulises, que presenta a esos aventureros que Circe transforma en animales y que asumen con satisfacci¨®n haber abandonado su condici¨®n de humanos. De un total de 240 f¨¢bulas, Wilson ha optado al final por escenificar s¨®lo 19, tanto por razones de duraci¨®n -el espect¨¢culo dura 2 horas 15 minutos sin entreactos- como por el deseo de circunscribirse a la historias que confrontan a hombres y animales.
Con la ayuda de m¨¢scaras, con su habitual dominio del contraluz y un estupendo fondo musical creado por Michael Galasso, las F¨¢bulas son el resultado de un proceso creativo complejo, en el que Wilson est¨¢ siempre en el centro de un equipo disperso por el mundo -los actores en Par¨ªs, la figurinista y el decorador en M¨²nich y Berl¨ªn, el equipo directivo al completo durante un mes en Nueva York- al que ¨¦l logra dar coherencia gracias a su bien rodada t¨¦cnica de llevarlo todo al terreno de su peculiar visi¨®n, y gracias tambi¨¦n a su talento para escuchar y su capacidad para decidir. Si la f¨¢bula es susceptible de permanentes reinterpretaciones, los espect¨¢culos de Wilson son inconfundibles.
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