Pol¨ªticos
Me fastidia meterme con los pol¨ªticos. Insistir todo el rato, como tantos periodistas solemos hacer, en su falta general de categor¨ªa, en lo hip¨®critas, lo interesados o lo torpes que son, puede caer en el terreno abonado de la fobia antidemocr¨¢tica. El mensaje de los totalitarismos dice justamente eso, lo nefastos que son los representantes de las democracias. Franco educ¨® en ese desd¨¦n a varias generaciones de espa?oles, y quiz¨¢ este pasado subliminal fascista se acurruque en el fondo de nuestro actual desprecio por la clase pol¨ªtica, que siempre sale muy malparada en todas las encuestas de credibilidad y estima. Pero hay que reconocer que muchos pol¨ªticos hacen lo posible por resultar odiosos y rid¨ªculos.
Una tiene la sensaci¨®n de que es un trabajo que se ha ido devaluando en las ¨²ltimas d¨¦cadas, y que ahora s¨®lo se dedica a las res p¨²blica lo peor de cada casa. Una apreciaci¨®n sin duda injusta: en la pol¨ªtica hay gente muy v¨¢lida. Lo que pasa es que tambi¨¦n hay muchos aprovechados, visionarios y memos. ?Y se les ve tanto! Para no citar a los pol¨ªticos espa?oles, que ya est¨¢n bastante aporreados, recordemos a Berlusconi haci¨¦ndose un lifting, a los correligionarios de Fox pasando un grotesco examen escolar, al siniestro Putin inhabilitando a una periodista porque le pregunt¨® si el presidente de Ucrania pod¨ªa presentarse a un tercer mandato, a Bush retrat¨¢ndose con un pavo de pl¨¢stico... Es obvio que los ciudadanos italianos, mexicanos, rusos y norteamericanos tienen que estar, en general, muy por encima de estos dirigentes. El enigma entonces es por qu¨¦ demonios los eligen.
Sea como fuere, el pol¨ªtico democr¨¢tico m¨¢s nefasto es mil veces preferible al mejor dictador, porque al primero le puedes echar y porque el dictador siempre resulta ser todav¨ªa m¨¢s horrible, s¨®lo que proh¨ªbe que sus miserias se conozcan. Yo no aspiro a que los pol¨ªticos sean superhombres, sino todo lo contrario. Sue?o con una honesta y modesta clase pol¨ªtica, con administradores eficientes y poco visibles, porque las democracias s¨®lidas son maravillosamente aburridas: bastantes sobresaltos hemos vivido ya con el franquismo, el 23-F y la transici¨®n. Sue?o con servidores del Estado cultos y decentes, en vez de chillonas prima donnas.
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