Un capell¨¢n castrense en Diwaniya
El inspector de Aduanas Mel¨¦ndez-P¨¦rez relata c¨®mo impidi¨® la entrada en EE UU de un saud¨ª que iba a participar en el 11-S
"No hablamos de la muerte, aunque sabemos que puede llegar en cualquier momento. Y si hay muertos entre nosotros, apretamos los dientes, procuramos no hablar de los riesgos". El teniente coronel Jos¨¦ Francisco Nistal Mart¨ªnez es capell¨¢n castrense (cat¨®lico, por supuesto: no hay capellanes de otras religiones en el Ej¨¦rcito espa?ol) y acaba de regresar de Irak despu¨¦s de un semestre de trabajo junto a los soldados destacados en Diwaniya.
En el restaurante madrile?o donde almuerza con una docena de periodistas, Nistal destaca por el moreno de su rostro, sometido a elevadas temperaturas y a las tormentas de arena del desierto. Estos d¨ªas visita a sus superiores y viste de paisano, aparentemente inc¨®modo sin su uniforme militar, con una chaqueta oscura que le viene grande y la corbata con el nudo perfecto. Cuando est¨¢ en Irak lleva "casi siempre" pistola -reconoce que deber¨ªa hacerlo "siempre"-, por defensa personal, literalmente aterrado por si alg¨²n d¨ªa tuviera la necesidad de usarla en defensa propia. "Ser¨ªa el trauma mayor que podr¨ªa ocurrirme", dice.
El despacho de este teniente coronel es el m¨¢s visitado por los soldados destacados en Irak: unos pocos se confiesan, pero la mayor¨ªa le pide consejo. O libros. Y escapularios: "M¨¢s que nadie, los legionarios, los que est¨¢n en la primera fila del peligro". Varias veces se le han agotado las existencias de escapularios y ha tenido que pedirlos a los capellanes norteamericanos, que abundan all¨ª, casi un centenar, de todas las religiones.
Nistal naci¨® en Montilla de la Vega (Le¨®n) hace 47 a?os, estudi¨® teolog¨ªa en Astorga, se hizo cura en 1981 e ingres¨® en la milicia tres a?os m¨¢s tarde con el grado de teniente. En Irak, antes de su misi¨®n en Diwaniya, trabaj¨® en abril de 2003 con los capellanes norteamericanos del campo de prisioneros Cam Buca, en medio del desierto. All¨ª malviven en un limbo legal y entre alambradas m¨¢s de 8.000 personas, ni?os y adultos, civiles y militares, peligrosos y sencillamente presos por su mala suerte. Nistal cuenta que algunos de esos prisioneros son peligrosos mercenarios de otros pa¨ªses o miembros de Al Qaeda. ?C¨®mo son tratados? La respuesta del capell¨¢n es fr¨ªa, profesional. "Comen caliente dos veces al d¨ªa, aunque con el calor que hac¨ªa cuando yo estaba all¨ª mejor hubiera sido otra cosa".
Sobre el futuro de Irak, Nistal se muestra perplejo, extremadamente prudente. Incluso recela aceptar que all¨ª haya habido una guerra. ?Un nuevo Vietnam? Silencio. ?Una guerra civil? "Ese riesgo existe, s¨ª", dice. Una cosa s¨ª tiene clara: "No podemos pretender que la salida sea una democracia al estilo occidental". Y pide tiempo y paciencia, "como en Espa?a a la muerte de Franco". "Como aqu¨ª entonces, tambi¨¦n en Irak hay m¨¢s de 60 partidos. Pero las cosas ir¨¢n poni¨¦ndose en orden y se llegar¨¢ a la libertad y la paz que quiere la inmensa mayor¨ªa", concluy¨®.
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