Por qu¨¦ Europa necesita una estrategia de inmigraci¨®n
Una de las pruebas m¨¢s importantes a las que se va a ver sometida la Uni¨®n Europea ampliada en los pr¨®ximos a?os y en las pr¨®ximas d¨¦cadas es c¨®mo va a abordar los retos de la inmigraci¨®n. Si las sociedades europeas responden como es debido, la inmigraci¨®n las enriquecer¨¢ y fortalecer¨¢. Si no, los resultados pueden ser el descenso del nivel de vida y la divisi¨®n social.
No hay duda de que las sociedades europeas necesitan a los inmigrantes. Los europeos viven m¨¢s tiempo y tienen menos hijos. Sin la inmigraci¨®n, la poblaci¨®n de los futuros 25 Estados miembros de la UE disminuir¨¢ de aproximadamente 450 millones, en la actualidad, a menos de 400 millones en 2050.
La UE no es la ¨²nica que sufre este problema. Jap¨®n, la Federaci¨®n Rusa y Corea del Sur, entre otros pa¨ªses, se enfrentan a la posibilidad de futuros muy similares, con puestos de trabajo sin cubrir y servicios que no se prestar¨ªan, mientras las econom¨ªas se ir¨ªan hundiendo y las sociedades se estancar¨ªan. La inmigraci¨®n no va a resolver estos problemas por s¨ª sola, pero es una parte esencial de cualquier soluci¨®n.
Podemos estar seguros de que va a seguir habiendo personas de otros continentes con deseos de venir a vivir a Europa. En el mundo desigual de hoy, un n¨²mero enorme de asi¨¢ticos y africanos carecen de las posibilidades de mejorar en la vida que la mayor¨ªa de los europeos dan por descontadas. No es extra?o que muchos consideren que Europa es una tierra de oportunidades en la que anhelan comenzar una nueva vida, del mismo modo que, en otro tiempo, las posibilidades del nuevo mundo atrajeron a decenas de millones de europeos empobrecidos pero emprendedores.
Todos los pa¨ªses tienen derecho a decidir sobre la admisi¨®n de inmigrantes voluntarios (no as¨ª en el caso de los aut¨¦nticos refugiados, que tienen el derecho a recibir protecci¨®n en virtud de las leyes internacionales). Sin embargo, ser¨ªa una imprudencia que los europeos cerraran sus puertas. No s¨®lo perjudicar¨ªa sus perspectivas econ¨®micas y sociales a largo plazo, sino que empujar¨ªa cada vez a m¨¢s gente a intentar entrar por la puerta trasera, bien mediante la solicitud de asilo pol¨ªtico (con lo que se sobrecargar¨ªa un sistema pensado para proteger a los refugiados que huyen de la persecuci¨®n), bien recurriendo a la ayuda de traficantes, con el riesgo frecuente de resultar muertos o heridos en actos desesperados y clandestinos, a bordo de barcos, camiones, trenes y aviones.
La inmigraci¨®n ilegal es un problema real, y los Estados necesitan coordinar sus esfuerzos para detenerla, especialmente para acabar con los traficantes cuyas redes de crimen organizado explotan a los m¨¢s vulnerables y socavan el imperio de la ley. Ahora bien, la lucha contra la inmigraci¨®n ilegal debe formar parte de una estrategia mucho m¨¢s amplia. Los pa¨ªses deben ofrecer cauces genuinos para la inmigraci¨®n legal e intentar aprovechar sus beneficios, al tiempo que salvaguardan los derechos humanos esenciales de los inmigrantes.
Tambi¨¦n los pa¨ªses pobres pueden sacar provecho de la emigraci¨®n. Durante el a?o 2002, los emigrantes enviaron a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, al menos, 88.000 millones de d¨®lares en remesas; un 54% m¨¢s que los 57.000 millones de d¨®lares recibidos por esos mismos pa¨ªses en concepto de ayuda al desarrollo.
Las migraciones, por tanto, son un asunto que interesa a todos los pa¨ªses, y que exige mayor cooperaci¨®n internacional. La Comisi¨®n Mundial sobre Migraciones Internacionales, de reciente creaci¨®n y copresidida por distinguidas personalidades p¨²blicas de Suecia y Sur¨¢frica, puede ayudar a establecer normas internacionales y pol¨ªticas que se ocupen mejor del fen¨®meno, por el bien de todos. Estoy seguro de que va a proponer buenas ideas y conf¨ªo en que obtenga tanto el apoyo de los pa¨ªses que "env¨ªan" emigrantes como el de los que los reciben.
Administrar la inmigraci¨®n no consiste s¨®lo en abrir puertas y aunar esfuerzos entre unos pa¨ªses y otros. Exige adem¨¢s que cada pa¨ªs se esfuerce m¨¢s para integrar a los reci¨¦n llegados. Los inmigrantes deben adaptarse a sus nuevas sociedades, pero las sociedades tambi¨¦n deben adaptarse a ellos. Una estrategia imaginativa para incorporar a los inmigrantes es la ¨²nica forma que tienen los pa¨ªses de garantizar que su presencia enriquezca a la sociedad de acogida, en lugar de desestabilizarla.
Si bien cada pa¨ªs abordar¨¢ este asunto con arreglo a su car¨¢cter y su cultura, nadie debe olvidar la tremenda aportaci¨®n que han hecho ya millones de inmigrantes a las sociedades europeas modernas. Muchos han ascendido a los primeros puestos en el Gobierno, la ciencia, el mundo acad¨¦mico, los deportes y las artes. Otros no son tan famosos pero desempe?an un papel igualmente vital. Sin ellos, numerosos sistemas de salud sufrir¨ªan escasez de personal, muchos padres no dispondr¨ªan de la ayuda dom¨¦stica que necesitan para continuar con su vida profesional y muchos puestos de trabajo que prestan servicios y generan ingresos quedar¨ªan vacantes. Los inmigrantes son parte de la soluci¨®n, no del problema.
Todos los que est¨¢n dedicados a trabajar por el futuro de Europa y la dignidad humana deben resistirse frente a la tendencia a hacer de los inmigrantes los chivos expiatorios de los problemas sociales. La gran mayor¨ªa de los inmigrantes son trabajadores, valientes y decididos. No desean aprovecharse de la situaci¨®n. Quieren una oportunidad para ellos y para sus familias. No son delincuentes ni terroristas. Respetan la ley. No quieren vivir aislados. Desean integrarse y, al tiempo, conservar su identidad.
En este siglo XXI, los inmigrantes necesitan a Europa. Pero Europa tambi¨¦n necesita a los inmigrantes. Una Europa cerrada ser¨ªa una Europa m¨¢s mezquina, m¨¢s pobre, m¨¢s d¨¦bil y m¨¢s vieja. Una Europa abierta ser¨¢ una Europa m¨¢s justa, m¨¢s rica, m¨¢s fuerte y m¨¢s joven, siempre que Europa administre bien la inmigraci¨®n.
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