La Pepa
Nada m¨¢s sentarme, me dijo: "Me llamo Pepa". Puse cara de p¨®quer. Y me repiti¨®: "Oye, que me llamo Pepa". Encog¨ª los hombros y la mir¨¦ a los ojos como dici¨¦ndole y a m¨ª que me cuentas. Entonces a?adi¨®: "Me llamo Pepa y firmar¨¦ as¨ª". Sorprendido, le contest¨¦: "Haz lo que quieras. Pepa".
Me lleg¨® al alma lo de Pepa. "Tuvimos una Pepa constitucional, con pedigr¨ª gaditano, y nos la arrebataron; ten¨ªamos libertad y nos la secuestraron. Pepa, Pep¨®n, Pep¨ªn, que m¨¢s da. Firma como quieras". Y Pepa sali¨® de mi despacho sonriendo. Al d¨ªa siguiente y en primera p¨¢gina del peri¨®dico que me toc¨® dirigir hace a?os, Pepa se gan¨® el derecho de firmar una primicia. Pepa bien val¨ªa una Pepa. Hoy, Pepa se ha hecho m¨¢s joven, tiene dos churumbeles, sigue sonriendo con los ojos y trae por la calle de la amargura a sus jefes, aunque ella ya es jefecilla. Bien, Pepa, bien.
Y es que Pepa, a¨²n en pr¨¢cticas de periodismo, tuvo un director que le prohibi¨® firmar como Pepa. Aquello la traumatiz¨®, porque ella no se identificaba con Josefa. La parieron Pepa y as¨ª quiere irse al m¨¢s all¨¢, que sea cuando las ranas cr¨ªen pelos. De esto hace doce a?os y ahora un juez ha bendecido a las pepas habidas y por haber. Pepa es de Co¨ªn y para m¨¢s se?as es conocida como Pepa Villalobos; todo un car¨¢cter.
Noticias como ¨¦stas son de agradecer en tiempo de no me toques las meninges, con un tal Ares capaz de abusar de una menor y tener la caradura de pasear su jeta impunemente; de un tal Carod Rovira, m¨¢rtir a conciencia de una maragallada y que en un d¨ªa que ten¨ªa de asueto se march¨® a negociar paz, dice, con consumados pistoleros, o que, quien esto escribe, haya aprendido tanto de los millones que pueden dar los fitosanitarios si quien mueve los hilos, abre puertas, se entrevista con ministros (Ol¨¦, la Villalobos, en este caso, Celia, cuando lo ech¨® de su despacho) es un tal presidente de Diputaci¨®n llamado Fabra, bendecido y amamantado en las poderosas ubres de Zaplana, su protector.
Hay que hablar de Andaluc¨ªa y confiar en que do?a Te¨®fila, sin m¨¢s dilaci¨®n, debata con Chaves. Si no lo hace, su credibilidad quedar¨¢ a la altura de Montoro que, como en la yenka, nos tiene acostumbrados a dar un paso adelante y tres atr¨¢s.
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