Asperezas de seda
Vuelve Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n a hurgar bajo la piel de los paisajes c¨¢ntabros. Son territorios de la imaginaci¨®n que conoce, que son suyos, y esto se percibe en la facilidad con que en ellos se mueve su c¨¢mara y la comodidad que ¨¦sta transmite a los int¨¦rpretes de un relato que, pese a su t¨ªtulo con aires de viejo bolero melodram¨¢tico y urbano, es una abrupta f¨¢bula rural. Hasta tal punto dome?ada por la calma ir¨®nica del fabulador, que su lija adquiere el tacto ¨ªntimo de la seda y sus asperezas se diluyen en el odre donde se cuece el misterio del humor, esa enigm¨¢tica capacidad de la sabidur¨ªa que logra dar levedad a los m¨¢s duros dramones y arrancar sonrisas de la materia del llanto.
LA VIDA QUE TE ESPERA
Direcci¨®n: Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n. Gui¨®n: ?ngeles Gonz¨¢lez Sinde, Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n. Int¨¦rpretes: Juan Diego, Marta Etura, Luis Tosar, Clara Lago, Celso Bugallo. G¨¦nero: drama. Espa?a, 2004. Duraci¨®n: 100 minutos.
Guti¨¦rrez Arag¨®n nos adentra en luminosos territorios del valle c¨¢ntabro de los pasiegos, que le abren -sin acudir al ¨¦nfasis ni a la ret¨®rica visual, con la gracia y el esplendor de la sencillez- su oscuro subsuelo. La pantalla de La vida que te espera es inundada por el deslumbrador paisaje, pero si se aprietan los ojos se percibe que bajo este paisaje se mueve otro de fondo, en el que ocurre una segunda pel¨ªcula, sombra de la primera, sugerida por elegantes elipsis que brotan de algunas escenas esenciales, como la conversaci¨®n nocturna, en susurro, de las dos hermanas -las maravillosas Marta Etura y Clara Lago-, que desencadena una pel¨ªcula invisible por debajo de la pel¨ªcula evidente.
Esto proporciona anchura y densidad a la secuencia de La vida que te
espera, pero sin embargo ¨¦sta fluye con sencillez y ligereza y con esa inimitable calidad de continuo que Guti¨¦rrez Arag¨®n imprime en los encadenados, que hay veces que parecen no un conjunto de tomas a?adidas, pegadas una a otra, sino un ¨²nico plano logrado gracias al tacto de un montaje invisible. Y esto es seguro indicio de que Guti¨¦rrez Arag¨®n roza el pleno dominio de su elocuencia, lo que bien llaman maestr¨ªa, y que este filme presagia obras de plenitud m¨¢s acabadas y de mayor riesgo formal.
Un rasgo de gran estilo invade La vida que te espera y da lugar a que en ella broten algunos de los grandes momentos del cine de Guti¨¦rrez Arag¨®n, como los aludidos susurros entre hermanas; el duro y amargo choque inicial de Luis Tosar con su padre ga?¨¢n en una atildada peluquer¨ªa; el baile entre Juan Diego y Marta Etura que vuelve del rev¨¦s el juego de ambos personajes; la gozosa escena de amor en que Marta Etura y Luis Tosar cumplen, escoltados por pulgas y heno, el so?ado, glorioso e irrenunciable mito aldeano del polvo en un pajar; y los preciosos trenzados alrededor de la vaca roquera, un desatado manantial de leche que es eco de la c¨¦lebre e inmensa meada-r¨ªo de la gran abuela de La mitad del cielo.
Y m¨¢s momentos que, dentro de este juego de asperezas contadas con seda, conforman un todo impregnado de esa rara coherencia interior de la pantalla cuando anuncia o presagia signos de un microuniverso, de un mundo. Un mundo no fijado, quieto, sino en movimiento, arrastrado por la viveza de los enlaces entre lo ancestral y lo nuevo y entre lugar y personajes. El juego de ¨¦stos alcanza su punto m¨¢s alto en el fugaz estallido de la figura de Celso Bugallo y en la honda y magn¨ªfica composici¨®n de Juan Diego, que es -para mayor m¨¦rito del gui¨®n de ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde y el director- una vigorosa construcci¨®n escondida, esa noble especie de personaje que vamos conociendo paso a paso, vuelco a vuelco, a lo largo del filme, sin acabar nunca de saberlo todo de ¨¦l.
Babelia
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