Europa carece de poderes contra el racismo
La dispersi¨®n de competencias y de pol¨ªticas impide acciones eficaces
La UE cuenta con instrumentos para combatir las manifestaciones de racismo y de antisemitismo, pero su eficacia se resiente de la dispersi¨®n de pol¨ªticas y los agentes de las mismas. Tras los atentados del 11-S, los europeos han mostrado su inquietud multiplicando conferencias y campa?as de sensibilizaci¨®n sin que cuajara una coordinaci¨®n de esas iniciativas. El art¨ªculo 21 de la carta de Derechos Fundamentales de la Uni¨®n proh¨ªbe toda discriminaci¨®n fundada en el sexo, la raza, el color, los or¨ªgenes ¨¦tnicos, la lengua, la religi¨®n, la pertenencia a una minor¨ªa nacional... Pero mientras Europa no tenga una Constituci¨®n, la Carta, aunque posea un valor pol¨ªtico ante las instituciones europeas y el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, carece de poder sancionador.
En lo tocante a la protecci¨®n de los derechos humanos, las competencias de la Comisi¨®n son limitadas, con lo que han de ser, sobre todo, las autoridades nacionales las que act¨²en. En noviembre de 2001, a petici¨®n del Parlamento Europeo, la Comisi¨®n ha propuesto una "decisi¨®n-marco" cuyo objetivo es el de que los acusados de racismo y xenofobia sean juzgados, as¨ª como por la que se permite a los tribunales administrar sanciones penales efectivas, apropiadas y disuasivas, comunes a toda Europa. Pero ese texto sigue bloqueado en el Consejo de Ministros. Pa¨ªses como Francia, Alemania, Espa?a y B¨¦lgica son favorables, pero otros como Gran Breta?a e Irlanda se muestran reticentes y, al menos uno, Italia, paraliza todo progreso. Durante la reciente presidencia italiana, Silvio Berlusconi congel¨® el programa, bajo presi¨®n de su aliado Umberto Bossi, jefe de la Liga Norte.
Iniciativas poco fecundas
La Comisi¨®n da muestras de voluntad pol¨ªtica, aunque ¨¦sta se exprese de manera s¨®lo incipiente, a medida que los acontecimientos lo exigen. As¨ª ha ocurrido con la reciente pol¨¦mica suscitada entre el Congreso Mundial Jud¨ªo y el presidente de la Comisi¨®n, Romano Prodi. Y para calmar una peligrosa escalada verbal con un fondo de acusaciones de antisemitismo, el Ejecutivo de Bruselas va a celebrar un seminario sobre el problema el 19 de febrero. Cabe temer, sin embargo, que este ejercicio diplom¨¢tico se reduzca a un di¨¢logo, ¨²til sin duda para facilitar la tolerancia y la comprensi¨®n, pero tan poco fecundo como anteriores iniciativas. No obstante, el observatorio europeo de fen¨®menos racistas y xen¨®fobos, con sede en Viena, ha adquirido recientemente el car¨¢cter de Agencia Europea y ampliar¨¢ en breve medios y competencias.
Con el Tratado de Amsterdam (1997), la Comisi¨®n dispone de competencias sobre el problema de la discriminaci¨®n. Una directiva de la Agencia proh¨ªbe la discriminaci¨®n racial y ¨¦tnica en el empleo, la educaci¨®n, la seguridad social y la salud, as¨ª como prev¨¦ en cada Estado miembro la creaci¨®n de un organismo encargado de promover la igualdad de remuneraci¨®n y de la ayuda a las v¨ªctimas de discriminaci¨®n racial. Otra directiva pone en pr¨¢ctica el principio de igualdad de remuneraci¨®n en el empleo y la formaci¨®n. El programa de acci¨®n comunitaria, por su parte, que cuenta con un presupuesto de 100 millones de euros para el periodo 2001-2006, tiene como objetivo la mejora de la comprensi¨®n de los problemas vinculados a la discriminaci¨®n.
?Constituyen todas estas iniciativas una verdadera pol¨ªtica? Romano Prodi y al menos cuatro comisarios operan en la lucha contra el racismo y contra el antisemitismo. Un cierto equilibrio parece garantizado entre la necesidad de luchar contra el racismo y la islamofobia, de un lado, y el antisemitismo, de otro lado, pero la dispersi¨®n de funciones impera.
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