?Violencia de g¨¦nero o violencia machista?
Setenta mujeres, al menos, perdieron la vida en Espa?a en 2003 a manos de su pareja o ex pareja. Es el fr¨ªo dato del ¨²ltimo extremo de la violencia ejercida contra las mujeres, que alcanza cifras de vergonzosa epidemia. Violencia de la que los medios de comunicaci¨®n se hacen eco cada d¨ªa con m¨¢s fuerza, a medida que han ido aumentando las denuncias por malos tratos y tambi¨¦n, parad¨®jicamente, las muertes de mujeres. Aunque esta realidad social es calificada en los medios con diferentes t¨¦rminos: violencia contra la mujer, violencia dom¨¦stica, violencia familiar o intrafamiliar, violencia de sexo, violencia machista, se ha ido imponiendo una denominaci¨®n, violencia de g¨¦nero, que EL PA?S tambi¨¦n utiliza y por la que algunos lectores protestan peri¨®dicamente.
"El t¨¦rmino violencia de g¨¦nero es un error que cada vez se extiende m¨¢s, como una plaga paralela a la violencia a la cual se trata de referir. Las personas -en castellano al menos- no tienen g¨¦nero, sino sexo. Podr¨ªamos hablar en todo caso de g¨¦nero humano", dice Manuel Casal Lodeiro, desde Barakaldo (Vizcaya), y recuerda un titular de octubre pasado: Las denuncias por violencia de g¨¦nero se han multiplicado por m¨¢s de 500 desde 1995.
Otro lector, Rafael Portales, expresa una queja similar. "?Hasta cu¨¢ndo sus titulares van a seguir repitiendo machaconamente el horrible violencia de g¨¦nero. Ya s¨¦ que puede f¨¢cilmente acusarse de frivolidad a quien reclama correcci¨®n gramatical ante realidades sociales espeluznantes, pero, teniendo en cuenta que he le¨ªdo en su mismo peri¨®dico que el t¨¦rmino 'g¨¦nero' en espa?ol s¨®lo es aplicable al g¨¦nero gramatical, no entiendo la raz¨®n por la que sus titulares vacilan tanto y no se deciden por adoptar los correctos violencia dom¨¦stica o violencia sexual, el m¨¢s adecuado seg¨²n el contexto". Petici¨®n que tambi¨¦n hace suya Tom¨¢s Sarabia, lector de Madrid, que opta por que se utilice "violencia sexista, dom¨¦stica, conyugal o de pareja", en lugar de violencia de g¨¦nero.
?Son g¨¦nero y sexo conceptos intercambiables? No, al menos en la lengua espa?ola, que distingue claramente entre ambos, a diferencia del ingl¨¦s, donde el vocablo gender significa al tiempo g¨¦nero y sexo. Como bien explica el ling¨¹ista Fernando L¨¢zaro Carreter, en las lenguas rom¨¢nicas estos t¨¦rminos tienen significado muy distinto, gramatical el primero y biol¨®gico el segundo.
Seg¨²n este acad¨¦mico de la Lengua, la soluci¨®n de violencia de g¨¦nero -acu?ada a partir de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pek¨ªn en 1995, auspiciada por la ONU-, "inmediatamente aceptada por algunos siervos de la lengua inglesa, ser¨ªa aceptable si no hiriera el sentimiento ling¨¹¨ªstico del castellano (y catal¨¢n, portugu¨¦s, italiano, franc¨¦s, etc¨¦tera), donde se diferencian muy bien cosas tan distintas como son el g¨¦nero y sexo. Hablar de violencia de g¨¦nero parece demasiada sumisi¨®n a los dictados de la ONU, autora de tantos desmanes ling¨¹¨ªsticos".
El acad¨¦mico se confiesa partidario de perseguir duramente este tipo de violencia, "pero con otro nombre. En realidad, es una violencia de superioridad, sea sexual, f¨ªsica, de poder o de otras clases". Y a?ade que "la Gram¨¢tica - con may¨²scula- merece un respeto".
Respeto a la Gram¨¢tica
Los lectores piden tambi¨¦n un respeto para la Gram¨¢tica, el mismo que exige el Libro de estilo de EL PA?S, que especifica que "no debe escribirse violencia de g¨¦nero, sino violencia machista, violencia sexista o violencia de los hombres, ya que 'g¨¦nero' se refiere a la categor¨ªa gramatical de las palabras y no puede sustituir a 'sexo". Obligaci¨®n que se saltan alegremente los redactores de este peri¨®dico que han optado claramente por violencia dom¨¦stica o violencia de g¨¦nero. ?Por qu¨¦?
EL PA?S ha publicado en los ¨²ltimos tres meses, repartidas por todo el peri¨®dico, un total de 62 informaciones relacionadas con este tipo de violencia, y s¨®lo en una ocasi¨®n fue denominada violencia sexista. En 39 de ellas fue llamada violencia dom¨¦stica; en 19, violencia de g¨¦nero, y en tres, violencia dom¨¦stica y de g¨¦nero. As¨ª pues, parece que el t¨¦rmino que se ha impuesto en nuestras p¨¢ginas es el de violencia dom¨¦stica, seguido del de violencia de g¨¦nero pese a que ninguno de los dos son los establecidos en el Libro de estilo. El primero es, en parte, el oficial del Observatorio contra la Violencia Dom¨¦stica y de G¨¦nero, organismo del Consejo General del Poder Judicial, que precisamente cambi¨® en junio pasado su denominaci¨®n inicial de Observatorio sobre la Violencia Dom¨¦stica para a?adirle el de G¨¦nero. El segundo es el que utilizan y defienden las asociaciones de mujeres y el movimiento feminista en general.
Jan Mart¨ªnez Ahrens, jefe de Sociedad, secci¨®n que m¨¢s ha utilizado la denominaci¨®n violencia de g¨¦nero en los ¨²ltimos meses, expone: "Los malos tratos a mujeres constituyen uno de los temas m¨¢s seguidos por la secci¨®n de Sociedad, que le ha dedicado unas 250 informaciones en el ¨²ltimo a?o. En este torrente informativo se han publicado algunas noticias en las que se empleaba la expresi¨®n violencia de g¨¦nero sin que se tratase de una cita directa o formase parte de una denominaci¨®n oficial. Lo lamento y pido disculpas a los lectores que se hayan sentido defraudados por este incumplimiento del Libro de estilo. En el futuro intentaremos que no vuelva a ocurrir".
Para Mart¨ªnez Ahrens, uno de los motivos de estas espor¨¢dicas apariciones "es la aceptaci¨®n que tiene el t¨¦rmino en ¨¢mbitos institucionales, pol¨ªticos y sociales, y que a veces se torna contagiosa. Pr¨¢cticamente todos los d¨ªas figura en comunicados, declaraciones, estudios, conferencias, teletipos, ciberp¨¢ginas, etc¨¦tera. Incluso da nombre a importantes organizaciones de mujeres, iniciativas legislativas (como la Ley Integral contra la Violencia de G¨¦nero) u organismos oficiales de control (como el Observatorio contra la Violencia Dom¨¦stica y de G¨¦nero del Consejo General del Poder Judicial)".
Monserrat Comas, vocal del Consejo General del Poder Judicial y presidenta del Observatorio contra la Violencia Dom¨¦stica y de G¨¦nero, explica por qu¨¦ defienden la denominaci¨®n violencia de g¨¦nero. "Se entiende que con este t¨¦rmino se pone el acento en el car¨¢cter estructural de la violencia contra las mujeres y su generalizaci¨®n en todas las partes del mundo y en todas las culturas de Oriente a Occidente. Con el vocablo 'g¨¦nero' se pretende identificar las actuales categor¨ªas, roles y diferencias culturales y sociales entre hombre y mujer, transmitidas y mantenidas desde milenios por los intereses de un r¨¦gimen patriarcal".
Comas, que no obstante reconoce que el vocablo m¨¢s utilizado en Espa?a y pa¨ªses latinoamericanos es violencia dom¨¦stica (a finde incluir en el maltrato familiar, el infantil y el ocasionado a ancianos y mujeres), explica el porqu¨¦ del cambio de nombre del Observatorio: "Con el a?adido de g¨¦nero quer¨ªamos visualizar el hecho de que la violencia en el ¨¢mbito de la familia, es decir, la violencia dom¨¦stica, es fundamentalmente violencia que afecta a las mujeres. Utilizar el vocablo de 'g¨¦nero' tiene adem¨¢s la ventaja de que se pone el acento en las causas favorecedoras de la violencia contra las mujeres, que reside en la cultura patriarcal, machista, de dominio y de sumisi¨®n de las mujeres que hist¨®ricamente han ejercido los hombres sobre ellas".
Criterios ideol¨®gicos
Consuelo Abril, de la Comisi¨®n para la Investigaci¨®n de Malos Tratos a Mujeres, defiende el pol¨¦mico t¨¦rmino violencia de g¨¦nero que se utiliza en todo el mundo, lo mismo que Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas.
"Denominar a esta forma de violencia como dom¨¦stica es tanto como responsabilizar de la acci¨®n delictiva al ¨¢mbito donde suele desarrollarse, excluyendo, por tanto, como acciones violentas de este delito a las ejercidas en lugares ajenos al dom¨¦stico", dice P¨¦rez del Campo, que a?ade que este t¨¦rmino "deja enmascarado el hecho evidente de que de lo que se trata es de la violencia ejercida contra las mujeres por algunos hombres (...) Y se llega al extremo de contabilizar dentro de la violencia dom¨¦stica el suicidio cometido por el hombre despu¨¦s de haber matado a su mujer" (como hace en sus estad¨ªsticas oficiales el Ministerio del Interior).
P¨¦rez del Campo rechaza tambi¨¦n calificarla como violencia familiar. "Est¨¢ claro que aunque la familia como instituci¨®n no es un dechado de perfecci¨®n, de ah¨ª a ser ella en s¨ª misma la protagonista de la agresividad, la tortura y el maltrato a las mujeres media un abismo (...). Tampoco ser¨ªa correcta, ni justa, la expresi¨®n violencia masculina contra las mujeres porque engloba al conjunto de los varones en la comisi¨®n del delito". P¨¦rez del Campo concluye que se trata de "una violencia de g¨¦nero o, si se quiere, una violencia del fundamentalismo sexista".
La primera ley en Espa?a que trata este problema, la ley reguladora de la orden de protecci¨®n de las v¨ªctimas de violencia dom¨¦stica (Ley 27, de 31 de julio de 2003), utiliza indistintamente ambos vocablos, violencia dom¨¦stica y violencia de g¨¦nero. Y el manual para periodistas Noticias con lazo blanco, editado por la Uni¨®n de Periodistas Valencianos, que ha hecho suyo la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa de Espa?a, una orientaci¨®n para el tratamiento en los medios de comunicaci¨®n de las noticias sobre malos tratos a la mujer, utiliza violencia dom¨¦stica al referirse a este tipo de v¨ªctimas.
Como dice uno de los lectores, puede parecer una frivolidad exigir correcci¨®n gramatical ante realidades tan espeluznantes. Los periodistas estamos obligados a manejar correctamente la lengua, pero en ocasiones la realidad socio-cultural impone otros derroteros que suelen acabar en el diccionario de la Real Academia. En este caso, el uso de g¨¦nero suplantando a sexo -causa de numerosas investigaciones y libros-, parece aglutinar criterios m¨¢s ideol¨®gicos que gramaticales. Aunque, como bien saben los ling¨¹istas, el idioma siempre ha estado te?ido de la ideolog¨ªa dominante.
Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensora@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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