Conjuros m¨¢gicos
Tras ser destituido el martes de la semana pasada como conseller en cap por el presidente de la Generalitat, Carod renunci¨® anteayer a su cargo residual de consejero sin cartera. Esa salida pactada en dos etapas suaviza la remoci¨®n forzosa del secretario general de ERC y preserva formalmente la autonom¨ªa del PSC respecto al PSOE, puesta en cuesti¨®n hace ocho d¨ªas por el requerimiento p¨²blico de Zapatero a Maragall para que depusiera a su desleal conseller en cap. La combinaci¨®n pol¨ªtica incluye el compromiso de Carod de concurrir a las urnas el 14-M: dado que la Ley Electoral considera inelegibles para el Congreso a los miembros de los Ejecutivos aut¨®nomos, su dimisi¨®n antes del 9 de febrero era forzosa. En cambio, Carod no tendr¨¢ que resolver hasta despu¨¦s de las elecciones legislativas la incompatibilidad -entonces- entre ser parlamentario catal¨¢n o diputado en Cortes.
La estrategia defensiva ensayada por el PSOE para desviar hacia el Gobierno los letales efectos del caso Carod pretende instalar bajo los focos -como verdadero y ¨²nico problema- la g¨¦nesis del fulminante informativo del esc¨¢ndalo. Ciertamente, hay razones para creer que la noticia publicada hace diez d¨ªas en Abc sobre la entrevista clandestina -a comienzos de enero en Francia- del destituido conseller en cap con ETA proced¨ªa de fuentes gubernamentales. Tambi¨¦n es probable que dicha informaci¨®n hubiese sido recogida por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) mediante una operaci¨®n sobre el terreno o a trav¨¦s de confidentes infiltrados en el entorno de ETA o de ERC. No es f¨¢cil, por el contrario, que tales conjeturas sean confirmadas y probadas de manera fehaciente. El art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n ampara el secreto profesional de los periodistas para comunicar o recibir libremente -como es el caso- informaci¨®n veraz sobre asuntos relevantes de inter¨¦s p¨²blico. Y las nieblas en torno a esos secretos tardan en desvanecerse: transcurridos m¨¢s de 30 a?os desde el caso Watergate, que concluy¨® en 1974 con la dimisi¨®n del trigesimos¨¦ptimo presidente de EE UU (el reciente libro de Anthony Summers Nixon. La arrogancia del poder -Pen¨ªnsula, 2003- cuenta el calvario de su impeachment), sigue sin conocerse la identidad de la garganta profunda de la Administraci¨®n republicana que facilit¨® a dos periodistas de The Washington Post -Carl Berstein y Bob Woodward- las pistas de su investigaci¨®n.
Sabemos sin lugar a dudas que la cita de Carod con los dirigentes de ETA no es una intoxicaci¨®n period¨ªstica sino un hecho cierto que el propio interesado -tal vez por temor a ser desmentido con fotograf¨ªas, grabaciones o documentos- ha confirmado. Los portavoces del PSOE afirman, sin embargo, que el Gobierno de Aznar ha cometido un abuso de poder nixoniano al filtrar a la prensa un material sensible -proporcionado por los servicios de inteligencia del Estado- que perjudica al PSOE y que beneficia al PP antes de las elecciones. Aun constituyendo un serio atentado a las normas del Estado de derecho y a las reglas de juego limpio de un sistema democr¨¢tico, esa probable filtraci¨®n por el Gobierno de una informaci¨®n del CNI con prop¨®sitos partidistas no es la ¨²nica cuesti¨®n que deber¨ªa preocupar- de manera exclusiva y excluyente- a la opini¨®n p¨²blica: la pretensi¨®n monotem¨¢tica de los socialistas as¨ª formulada parece el conjuro m¨¢gico lanzado por un hechicero para suprimir realidades molestas.
El caso Carod no est¨¢ cerrado. El destituido conseller en cap no ha contado a¨²n ni los prop¨®sitos, ni el contenido, ni los resultados de sus conversaciones con ETA; aunque acepte a rega?adientes su equivocaci¨®n en las formas, este milhombres -Maragall dixit- sigue predicando las bondades de la negociaci¨®n pol¨ªtica con la banda terrorista. Nadie sabe a ciencia cierta si Carod renunciar¨¢ a su acta de diputado despu¨¦s del 14-M o abandonar¨¢, por contra, su esca?o en el Parlamento catal¨¢n. Tampoco est¨¢ claro si el presidente de la Generalitat se propone aceptar o no el regreso de Carod al cargo de conseller en cap, un viaje de ida y vuelta que convertir¨ªa su cese en una farsa. Y el largo listado de problemas aflorados por esta crisis no se reduce al papel del Gobierno en la filtraci¨®n de la noticia: incluye tambi¨¦n el incierto futuro del Gobierno tripartito catal¨¢n y de las deterioradas relaciones entre el PSOE y el PSC.
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