'Mediopelismo hispano'
Las idas y venidas, las vueltas y revueltas de la pol¨ªtica catalana durante los ¨²ltimos d¨ªas han constituido una inusitada representaci¨®n teatral. No ha sido una tragedia: le ha faltado grandeza. No ha sido un drama: las pasiones puestas en juego carec¨ªan de la capacidad de conmover. M¨¢s bien se ha tratado de una comedia de enredo o de costumbres, quiz¨¢ mejor de malas costumbres. Muchos han sido los personajes y figurantes que han pululado por un escenario abigarrado, pero voy a centrar mi reflexi¨®n sobre los dos protagonistas principales -el burlador y el burlado- y dos coros -los aviesos y los inflamables.
- El burlador: Josep Llu¨ªs Carod Rovira. Su inesperada entrevista con representantes de ETA no ha de ser evaluada por lo que pretend¨ªa, sino por la deslealtad que implica y por su inoportunidad. Carod ha sido gravemente desleal con el Gobierno del que forma parte y, en especial, con el presidente de la Generalitat. Esta raz¨®n basta para descalificar su proceder. Adem¨¢s, no era ¨¦l la persona, ni era el lugar, ni era el momento. Su enf¨¢tica y narcisista apelaci¨®n al di¨¢logo como ¨²nica justificaci¨®n no basta. Somos muchos y diversos quienes, sin perjuicio de las medidas policiales y judiciales imprescindibles, postulamos -desde hace a?os- una negociaci¨®n que tiene que comenzar con el PNV. Total: ha sido vanidoso, ingenuo y torpe; pero, sobre todo, ha sido desleal.
Este panorama penoso debe reconducirse hacia una situaci¨®n que se caracterice por el 'seny' y no la 'rauxa'
- El burlado: el presidente de la Generalitat. El escarnio que supone que el conseller en cap tome a espaldas de su presidente una iniciativa de este tipo s¨®lo ten¨ªa una respuesta: la destituci¨®n inmediata por deslealtad y torpeza manifiestas del descarriado. No por sus ideas, sino por su censurable conducta. Sin perjuicio, claro est¨¢, de que Esquerra propusiese otro conseller en cap para su nombramiento por el presidente, manteniendo as¨ª el tripartito. Creo, por tanto, que el presidente Maragall ha errado. Lo digo sin mengua de la confianza que me inspira su trayectoria pol¨ªtica; pero la libertad de esp¨ªritu no est¨¢ re?ida con la lealtad, sino que se potencian rec¨ªprocamente.
No cabe objetar que, de este modo, se hubiese roto el pacto, porque por encima de la preservaci¨®n del poder est¨¢ el respeto a las instituciones. Pensando en este tema he recordado unas palabras de Fran?ois Mitterrand, en su crepuscular conversaci¨®n con Elie Wiesel: "Creo que las sociedades s¨®lo pueden existir si se institucionalizan y, una vez creada la institucionalizaci¨®n, los poderes se jerarquizan. A fin de cuentas, si el edificio se ha construido con inteligencia, hallar¨¢ su equilibrio en el juego de poderes y contrapoderes. Por eso creo en la utilidad del derecho". Ya s¨¦ que un ilustre pol¨ªtico catal¨¢n -que no es Maragall- suele decir que Mitterrand era un bandarra, pero no cabe duda de que -como buen franc¨¦s- tuvo un sentido de la norma que para nosotros quisi¨¦ramos.
Pero tampoco puede usarse este error del presidente como signo de su dependencia de Madrid, porque si una cosa positiva cabe destacar de todo este desaguisado, es la confirmaci¨®n de Jos¨¦ Montilla -un catal¨¢n de Izn¨¢jar- como celoso defensor de la autonom¨ªa del PSC dentro del PSOE, sin detrimento de la unidad de la izquierda espa?ola, ¨²nica garant¨ªa de que el catalanismo pol¨ªtico tenga en Madrid un interlocutor por lo menos dispuesto a escuchar. La silenciosa y eficaz acci¨®n de Montilla es un buen augurio.
- Los aviesos: el n¨²cleo duro de la Administraci¨®n de Aznar. No hablo del Partido Popular ni, mucho menos, de la derecha espa?ola. Me refiero al selecto equipo que, desde 1993, viene utilizando en provecho propio y con pericia medi¨¢tica extrema cualquier avatar de la vida pol¨ªtica espa?ola para descalificar al adversario pol¨ªtico convirti¨¦ndolo en enemigo que aniquilar (GAL, corrupci¨®n, Asamblea de Madrid, tripartito catal¨¢n...), locual es compatible con una sistem¨¢tica elusi¨®n de responsabilidades por tierra -AVE-, mar -Prestige-, y aire -Turqu¨ªa-. Citar¨¦ dos ejemplos recientes sin tener en cuenta a Eduardo Zaplana, atendida la raz¨®n profunda de su vocaci¨®n pol¨ªtica: 1. Rodrigo Rato ha dicho, de pasada, que el presidente Maragall desconoc¨ªa "supuestamente" la peripecia de Carod, lo que supone introducir una sospecha vil. Tan vil, por lo menos, como ser¨ªa preguntarse por las razones que "supuestamente" han impedido al presidente Aznar designarle a ¨¦l como su sucesor. 2. Javier Arenas, m¨¢s sonriente y menos sutil que Rato, ha optado por la infamia directa: "La reuni¨®n de Carod con ETA estaba en el programa oculto del tripartito". As¨ª, sin despeinarse... ?Qu¨¦ desahogo!
- Los inflamables: los catalanes que se dejan llevar por sus sentimientos.
Son quienes piensan que el mejor modo de censurar a Aznar y a su tropa es votar a Esquerra. Se explica, pero vale la pena recordarles lo que Francesc Camb¨® dijo en el Congreso de los Diputados el 25 de junio de 1934: "Hay que evitar que el problema catal¨¢n se convierta en sentimental, porque los esp¨ªritus se conturban y los cerebros no reflexionan. Catalu?a, contra lo que muchos creen, es un pueblo casi morbosamente sentimental".
Termino esta sinopsis cuando pende a¨²n la resoluci¨®n de la trama. S¨®lo deseo que este panorama penoso, propio del m¨¢s rancio mediopelismo hispano -expresi¨®n sugerente que usaba hace a?os mi viejo amigo V¨ªctor Reina-, se reoriente a una situaci¨®n m¨¢s caracterizada por el seny que por la rauxa. Para ello habr¨¢ que clavar los pies en la arena y aguantar. Sin excesos verbales ni delicuescencias sentimentales. Con ¨¢nimo discreto y trabajo callado. Am¨¦n.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol es notario.
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