El defensor
"?Rrrrrrring!" Suena el tel¨¦fono en la Oficina del Defensor del Pueblo. "D¨ªgame", pronuncia una voz divinamente modulada. "Oiga", se oye decir a una se?ora, "?Es usted el Defensor del Pueblo?". "S¨ª", contesta la seductora voz, "Yo soy el Defensor del Pueblo. ?En qu¨¦ puedo servirla?". "Pues mire", comienza la se?ora, "yo ya s¨¦ que usted nos defiende de todo a los ciudadanos, de lo imaginable y de lo inimaginable, de lo terrenal y de lo divino, y de muchas otras cosas que hay que defendernos, ?sabe? Pero le voy a hacer una preguntita". El Defensor del Pueblo insta a la se?ora a plantear su pregunta: "D¨ªgame, soy todo o¨ªdos".
La se?ora toma aliento antes de comenzar a hablar: "Pues ¨¢bralos bien: yo quiero que me defienda de la pol¨ªtica". El Defensor del Pueblo parece sorprendido: "?De la pol¨ªtica?". La se?ora r¨ªe: "S¨ª, de la pol¨ªtica, de la pol¨ªtica... ?Pero no me oiga usted as¨ª! Le hablo de todas esas repeticiones, falsedades, manipulaciones, mentiras, y silencios... detalles que no tendr¨ªan tanta importancia si fueran cosas de una sola, pero lo malo es que son del pueblo. ?Acaso el Defensor del Pueblo no puede defender de la pol¨ªtica al pueblo? ?Es que todos esos problemas sin soluci¨®n no han sido creados por los pol¨ªticos?".
El Defensor del Pueblo intenta aclarar la extra?a situaci¨®n: "Bueno, se?ora, pero ?de qu¨¦ quiere que la defienda exactamente? ?Concrete usted!". Ella no tarda ni medio segundo en contestar: "?Pues de todos esos energ¨²menos que se pasan el d¨ªa gritando, a cuestas con sus problemas, culpabiliz¨¢ndonos como si fueran los nuestros! ?No lo entiende? ?Lo peor ser¨ªa que sigui¨¦semos su ejemplo y nos pusi¨¦semos todos a gritar!". El Defensor del Pueblo guarda silencio, as¨ª que la se?ora contin¨²a: "?Ah, claro, seguro que muchos opinan que no se puede defender a la gente de la pol¨ªtica, pero yo no estoy de acuerdo! ?Por si quiere usted saberlo, yo soy de las que piensan que toda esa gente deber¨ªa firmar un contrato, y si no cumplen lo que prometen, irse a la calle!".
Tras un largo silencio, el Defensor del Pueblo le dice a la se?ora: "Mire, yo creo que se ha equivocado usted de Defensor del Pueblo, digo, de tel¨¦fono. Aqu¨ª no podemos solucionar su problema". La se?ora r¨ªe: "Y dale con mi problema. ?Me tendr¨¦ que buscar otro defensor, porque lo que es usted, no me sirve de nada, ?sabe? Y ya ando un poco mosqueada, vaya, que no encuentro quien me pueda ayudar, pero perdone por molestarle, ?eh?, no se preocupe, que ya no le llamo m¨¢s". Se oye un suspiro, y despu¨¦s un "?clic!"
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