La Tate Modern de Londres explora la conquista del espacio de Donald Judd
La exposici¨®n re¨²ne 40 obras en una retrospectiva del artista minimalista
Cajas, hileras, tablas, progresiones... son formas que conducen inevitablemente a Donald Judd. Minimalista en sus principios fundamentales, pero con una concepci¨®n m¨¢s amplia de su trabajo -"la simple expresi¨®n de un pensamiento complejo", como ¨¦l mismo describi¨®-, el artista se volc¨® en dichas formas en su conquista del espacio. La Tate Modern de Londres documenta, en una exposici¨®n que re¨²ne 40 obras, la progresiva exploraci¨®n del espacio de Donald Judd en la primera retrospectiva dedicada al artista estadounidense desde su muerte, hace 10 a?os.
La exposici¨®n, abierta hasta el 25 de abril y en la que Nicholas Serota, director del conjunto de galer¨ªas Tate, act¨²a de comisario, ilumina las claves de la incursi¨®n de Judd desde la pintura a la escultura y sus complejas relaciones entre materia, forma y color. La exploraci¨®n del artista adquiri¨® un sentido de urgencia en la d¨¦cada de los sesenta, cuando dej¨® la pintura por la escultura. Desde entonces y hasta su muerte, en Nueva York, en febrero de 1994, Judd construy¨® cubos, rect¨¢ngulos e hileras de paneles en materiales industriales siguiendo m¨²ltiples permutaciones aritm¨¦ticas en distintas combinaciones de colores.
Nacido en el Estado de Misuri en 1928, Judd entr¨® de lleno en la escena neoyorquina en 1957. De esa primera etapa, centrada en la pintura, la retrospectiva recoge cuatro obras simb¨®licas de su obsesi¨®n por dominar un horizonte tridimensional. Un molde de reposter¨ªa, una se?alizaci¨®n en plexigl¨¢s, se adue?an de los cuadros. "Comienza as¨ª a descubrir su propio vocabulario y a explorar su propio territorio para crear profundidad sin caer en el ilusionismo", se?ala Serota.
Los objetos pronto perder¨¢n sus formas distintivas al saltar del lienzo al suelo. Una tuber¨ªa que corta la superficie de un bloque de madera, de 1963, no deja m¨¢s que su huella en un trabajo inmediatamente posterior hasta que finalmente son los propios bloques, las cajas o sus estructuras vac¨ªas las que dominan el espacio. Creadas con frecuencia en series, cada pieza establece una relaci¨®n con la siguiente, con el conjunto escult¨®rico y con la misma sala donde est¨¢n instaladas.
Judd otorgaba tanta importancia al espacio creado por y entre sus esculturas como a la ubicaci¨®n de las mismas. Se erigi¨® en precursor de las instalaciones minimalistas, concepto al que dar¨ªa rienda suelta en su imperio cultural de Marfa, en el suroeste de EE UU.
De las 40 esculturas de la retrospectiva, incluida una serie en tres unidades de acero propiedad del Museo Reina Sof¨ªa de Madrid, ninguna procede de Marfa. "No podemos perturbar esas instalaciones", se?ala Serota. "Judd era muy cr¨ªtico con los museos, pero no le importaba trabajar con instituciones en las condiciones adecuadas. Al montar esta exposici¨®n, he sido muy consciente de su presencia y a cada momento me he cuestionado qu¨¦ hubiera hecho ¨¦l en mi lugar".
En vida, Judd public¨® ensayos sobre su obra, adem¨¢s de cr¨ªticas sobre el trabajo de otros artistas, que han ayudado al montaje de la retrospectiva. Particularmente ¨²tiles son las referencias a sus progresiones y a sus series en plexigl¨¢s que deben ajustarse a determinada altura del suelo. "Est¨¢n pensadas", explica Serota, "teniendo en cuenta el cuerpo humano y el espacio. Por ello, el visitante se siente part¨ªcipe en la experiencia de la obra de arte".
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