El agitador Thomas Ad¨¨s
Thomas Ad¨¨s se acerca a un nuevo hito en su vertiginosa carrera profesional. El pr¨®ximo d¨ªa 10 estrena una ¨®pera en el Covent Garden, La tempestad, inspirada en el texto de William Shakespeare. Es su segunda incursi¨®n en el medio, tras la escandalosa Powder her face, de 1995, y su primer trabajo espec¨ªfico para la Royal Opera House (ROH). Con el montaje se fortalece, adem¨¢s, la renovada trayectoria de la remozada sede londinense, que arranc¨® hace catorce meses con la presentaci¨®n mundial de Sophie's Choice, de Nicholas Maw. Hac¨ªa m¨¢s de siete a?os que la ROH no generaba producciones propias.
Ad¨¨s sorprendi¨® en su primer recital de piano, en 1993. Ten¨ªa 22 a?os y engatus¨® al p¨²blico y la cr¨ªtica con una pieza de diez minutos, Still Sorrowing. Desde entonces no hay obst¨¢culo infranqueable en su carrera. Y, una d¨¦cada despu¨¦s, la etiqueta de "joven promesa brit¨¢nica" se le ha quedado corta. Se le considera entre los talentos m¨¢s originales del espectro internacional y sus composiciones son interpretadas por las mejores orquestas.
Simon Rattle eligi¨® uno de sus trabajos, Asyla, en el concierto inaugural al frente de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. La ¨®pera de c¨¢mara, Powder her face, se ha puesto en escena en Alemania, Estados Unidos, Australia y Finlandia, adem¨¢s de en Reino Unido. Y su autor, sin todav¨ªa haber cumplido los 34 a?os, acumula un rosario de galardones, entre ellos el prestigioso Grawemeyer, de la Universidad de Luisiana. Fue el compositor m¨¢s joven en recibir este premio estadounidense, dotado con 200.000 d¨®lares.
Para su deb¨² en el Covent Garden, Ad¨¨s cuenta con el libretto de Meredith Oakes en una adaptaci¨®n directa, con lenguaje actualizado, de esta historia de poder y traici¨®n, refugio y colonialismo, magia y amor en torno al rey Pr¨®spero. ?l mismo dirigir¨¢ la orquesta siguiendo una partitura cuyos detalles quedaron encerrados entre los secretos de bastidores hasta la noche del estreno. El compositor prohibi¨® la presencia de extra?os en las sesiones preparatorias o en el ensayo general de la obra.
Pero hubo fisuras en el mu-
ro de silencio del Covent Garden. La soprano estadounidense Cyndia Sieden dej¨® escapar algunas cualidades musicales de su personaje, Ariel, el esp¨ªritu que Pr¨®spero esclaviza para poner fin a su exilio. "?Este Ariel es como Zerbinetta en helio!", exclam¨® en referencia al personaje de Strauss en Ariadne auf Naxos, con el que triunf¨® internacionalmente. "Es el papel de mi vida", a?adi¨® sobre Ariel, "vocalmente espectacular y dram¨¢ticamente rico. Thomas Ad¨¨s lo ha concebido para una voz muy alta. Es la m¨²sica m¨¢s extrema que jam¨¢s me han pedido cantar, pero tambi¨¦n est¨¢ llena de una melod¨ªa muy poco convencional que contiene una asombrosa verdad emocional".
Lo convencional, ciertamente, no tiene cabida en los esquemas de Ad¨¨s. Sus composiciones tienden a provocar la imaginaci¨®n, a crear escenarios de urgencia sobre un fondo fervoroso envuelto siempre en un halo de sinceridad. Richard Taruskin, profesor de la Universidad de California, describe su m¨²sica como "pict¨®rica m¨¢s que narrativa", llegando a compararla con obras de Dal¨ª, De Chirico o Magritte.
"Contradiciendo lo que se tiene como la naturaleza esencial del medio, Ad¨¨s se las ingenia para que su m¨²sica parezca invadir, no el tiempo, sino el espacio. Consigue un ambiente especial y proyecta un significado especial con collages sonoros y movimientos improbables: descabelladas yuxtaposiciones de evocadores objetos sonoros que se suspenden en el aire, o giran enso?adoramente, en una aparente inm¨®vil emulsi¨®n s¨®nica", escribe el profesor de historia de la m¨²sica en The New York Times.
Para Taruskin, Ad¨¨s es un compositor "surrealista" que acude con su arte al "rescate del modernismo" en esta fase terminal del posmodernismo. Y cita a Jos¨¦ Ortega y Gasset al recordar que el incipiente maestro brit¨¢nico "inculca juventud en un mundo antiguo". "Con el modernismo convencional en estado geri¨¢trico, el esp¨ªritu juvenil de Ad¨¨s es un b¨¢lsamo", defiende.
Ad¨¨s tambi¨¦n es respetado
en su pa¨ªs, aunque el sarcasmo de algunos comentarios, generalmente an¨®nimos, parece inevitable. La prensa brit¨¢nica recela de las estrellas locales que brillan en el albor de su trayectoria. Por ello, ha llegado a equiparar la autoestima del compositor con un exceso de arrogancia; la confianza en sus posibilidades con el acto de chuler¨ªa de un profesional que ha conocido el ¨¦xito demasiado pronto. En este escenario, Ad¨¨s est¨¢ condenado a quemarse los dedos antes de depurar su lenguaje art¨ªstico.
Pero nada indica que este londinense -jud¨ªo sefard¨ª por parte paterna y con su madre, Dawn Ad¨¨s, entre las m¨¢s distinguidas expertas en arte surrealista- haya emprendido la cuesta abajo. Desde su licenciatura por la Universidad de Cambridge, en 1992, su trayectoria va en ascenso. Actualmente dirige el Festival de Aldeburgh y el de Birmingham Contemporary Music Group, adem¨¢s de ocupar la c¨¢tedra Britten en la Real Academia de M¨²sica. A lo largo del a?o tiene programada una serie de actuaciones en Europa y su ¨®pera La tempestad se pondr¨¢ en escena en Estrasburgo y otros estrados franceses. Antes, EMI, con quien tiene un contrato en exclusiva, edita su sexto disco, America, a prophecy, un trabajo que compuso en el milenio para la Filarm¨®nica de Nueva York.
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