Irresponsables al tim¨®n
El Tr¨ªo de las Azores se ha reunido en el primer aniversario de la declaraci¨®n de la guerra de Irak y se ha dirigido al mundo para decirle: Nos hemos (os hemos) metido en un l¨ªo espantoso y, ahora, no sabemos salir (sacaros) de ¨¦l.
Imaginen que ocurriera algo as¨ª, en lugar de acumular mentiras sobre irresponsabilidad. Al menos, estar¨ªamos ante la primera verdad de esta guerra que no tiene visos de acabar, en lugar de estar entre la espada y la pared.
S¨ª. Entre la espada de los que siguen muriendo de parte y parte, en un chorreo inacabable y enterrados entre gritos de odio o silencio sin honores, y la pared de un l¨ªder religioso como Sistani (a punto de ser asesinado por no se sabe qui¨¦n) que reclama lo que hab¨ªan ofrecido los ocupantes: elecciones libres ya.
Irak, como no pod¨ªa ser de otra manera, se ha convertido en una trampa sin salida previsible, en la que nos han metido unos l¨ªderes pol¨ªticos arrogantes e irresponsables, no s¨®lo por la decisi¨®n que tomaron, sino por el comportamiento que tienen hasta el d¨ªa de hoy.
Los silenciosos entierros, como si los que caen hubieran decidido estar all¨ª por su cuenta, empiezan a oler a Vietnam, aunque sea distinto a Vietnam. Y Afganist¨¢n, desaparecido de las noticias de los grandes medios mundiales, ?no huele a lo mismo?
En nuestro caso, en la esquina casi insignificante de ese tri¨¢ngulo deforme de las Azores, vemos con asombro a nuestros gobernantes revisar, para mantener, sus posiciones en el conflicto de Irak. Tratando de borrar la historia, como suelen, y ahogando la verdad en un oc¨¦ano de propaganda servido por ac¨®litos medi¨¢ticos.
Imaginemos que fuera verdad lo que afirman: no hemos tenido informaci¨®n de nuestros servicios de inteligencia; o: no hemos basado nuestra decisi¨®n de declarar la guerra en ning¨²n informe de inteligencia. Estar¨ªamos ante un Gobierno que, a diferencia de los otros dos protagonistas de las Azores, declara la guerra sin tener informaci¨®n de inteligencia sobre los motivos que lo llevan a tomar la m¨¢s grave decisi¨®n que puede adoptar.
Bush y Blair se basan en informaci¨®n de inteligencia propia para decidir la guerra despreciando al Consejo de Seguridad y rompiendo la legalidad internacional. Aznar declara la guerra sin contrastar los fundamentos de las afirmaciones que realiza sobre armas de destrucci¨®n masiva y terrorismo internacional, d¨¢ndolas -bajo palabra- como verdades absolutas que los ciudadanos han de creer.
Nosotros hemos tenido un servicio de inteligencia en el ¨¢rea del conflicto desde hace muchos a?os y ha sido reputado como serio y riguroso desde la anterior guerra del Golfo. Este respeto por su trabajo lo han adquirido con riesgo y sacrificio como sabe todo el mundo. Pero el Gobierno afirma que no ha recibido informaci¨®n de estos servicios o, si lo ha hecho, no le ha servido de base para su decisi¨®n.
Si me parece irresponsable lo que hacen, incluso ahora, los dirigentes de la guerra y la ocupaci¨®n, tratando de cargarse la credibilidad de los servicios, que son los instrumentos clave para la lucha contra el terrorismo, lo que sostiene el Gobierno espa?ol aterra por sus implicaciones.
Nos gobiernan unos dirigentes capaces de meternos en una guerra y en una ocupaci¨®n ilegal e injusta sin siquiera haber usado a sus propios servicios de inteligencia para saber si hab¨ªa fundamentos para decidir. Es un comportamiento bananero, como si Espa?a fuera una colonia y no un pa¨ªs democr¨¢tico y soberano.
Para tratar de explicar este incre¨ªble desprop¨®sito, se montan sobre una segunda mentira, que a estas alturas suena a burla sarc¨¢stica. Se basaron, dicen, en las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Por eso montaron ese dram¨¢tico vodevil en medio del Atl¨¢ntico, para aplicar las resoluciones de la ONU. Al menos la ciudadan¨ªa brit¨¢nica y estadounidense no tienen que soportar la humillaci¨®n de la flagrante mentira de sus gobernantes. ?Imposible ver a Bush o a Blair afirmando una cosa semejante!
El Consejo de Seguridad ha sido menospreciado y su papel ha sido violado rompiendo la legalidad internacional. Bush y Blair dec¨ªan que si Naciones Unidas no asum¨ªa el papel que pretendieron darle ellos lo har¨ªan en su lugar. La guerra preventiva, expresamente prohibida en la Carta de Naciones Unidas, y la liquidaci¨®n de la autoridad del Consejo de Seguridad, garante del Orden Internacional, estaban en el mismo paquete de las Azores, pero nuestros gobernantes se atreven a decir que siguieron las decisiones de la ONU.
La verdad, la que est¨¢ aflorando imparable a pesar de los esfuerzos para ocultarla, es que la guerra de Irak se hab¨ªa decidido mucho tiempo antes de que pasara por Naciones Unidas, como uno de los ensayos de la nueva estrategia de guerra preventiva y de intervenci¨®n unilateral. El paso por el Consejo de Seguridad era un empe?o de Blair para intentar cubrir las formas y salvar el papel de Naciones Unidas. Tal vez si hubieran tenido la certeza, que nadie pose¨ªa, de la existencia de armas de destrucci¨®n masiva habr¨ªa ocurrido como en Corea del Norte y no se hubiera desencadenado la guerra.
Mientras el secretario general, la mayor¨ªa de los miembros del Consejo y los inspectores de Naciones Unidas ped¨ªan tiempo para realizar su labor, el Tr¨ªo de las Azores declar¨® la guerra que hoy, m¨¢s que entonces, se ve claramente c¨®mo se bas¨® en la mentira y el enga?o.
Es cierto que nadie pod¨ªa asegurar que no hubiera armas ni conexiones con el terrorismo internacional, pero una guerra con las consecuencias que estamos viendo no se declara por si acaso. Se pod¨ªa dudar sobre la existencia de las armas y s¨®lo los inspectores de Naciones Unidas podr¨ªan darnos una respuesta razonable. Pero los responsables de esta crisis se empe?aron en invertir el argumento: es Sadam Hussein el que debe demostrar que no las tiene o entregarlas. De un dictador como ¨¦l se pod¨ªa esperar cualquier cosa. Si las ten¨ªa (desde que se las dieron en los a?os ochenta) pod¨ªa intentar ocultarlas o entregarlas. Pero ?y si no las ten¨ªa, c¨®mo pod¨ªa demostrarlo? Cualquier jurista que no creyera en la Inquisici¨®n como sistema podr¨ªa explicarles la barbaridad de este prop¨®sito.
Hay muchas v¨ªctimas de esta estrategia, m¨¢s en la ocupaci¨®nque en la guerra. Hay m¨¢s rencor y m¨¢s distanciamiento en las relaciones internacionales. Hay menos seguridad frente al terrorismo que antes. Pero lo peor puede estar por venir, porque los l¨ªderes han decidido que la responsabilidad es de otros. Esos otros, los servicios de inteligencia, constituyen el 80% de la eficacia en la lucha contra esta amenaza, teniendo en cuenta sus caracter¨ªsticas, pero han decidido desacreditarlos, en los casos de Estados Unidos y Gran Breta?a, o ningunearlos, como si no fueran ¨²tiles para las decisiones del Gobierno, en el caso de Espa?a. Aqu¨ª, a las v¨ªctimas humanas propias, parad¨®jicamente del servicio de inteligencia, se suman otras v¨ªctimas, como la autonom¨ªa de nuestra pol¨ªtica exterior, las prioridades europeas, mediterr¨¢neas e iberoamericanas.
Nuestros ciudadanos tienen derecho a saber que el primer hombre del servicio de inteligencia asesinado en Irak llevaba a?os trabajando y no puede, responsablemente, afirmarse que no informaba de la situaci¨®n o que la informaci¨®n no era ¨²til para el Gobierno de Espa?a. Tienen derecho a saber que los servicios espa?oles s¨ª conoc¨ªan, tanto como los otros, la situaci¨®n en Irak. No s¨®lo ahora, sino hace 14 a?os, cuando se produjo la Guerra del Golfo (esa s¨ª bajo mandato de Naciones Unidas).
La revolera final, entre megal¨®mana y locoide, trata de imputar como irresponsables a los que desean que este grave conflicto se debata y se aclare, para enderezar el rumbo err¨¢tico y peligroso en que nos han metido.
?Hay que corregir ya, incluso antes de ayer!
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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