?De qui¨¦n es la culpa?
Por fin tenemos la investigaci¨®n que necesit¨¢bamos: una investigaci¨®n completa e independiente sobre el atentado ocurrido en Par¨ªs en 2009. Como todos sabemos, en aquel horrible atentado, una amplia zona comprendida entre el bulevar de Montparnasse y el r¨ªo Sena qued¨® destrozada por una peque?a bomba nuclear, detonada por unas terroristas suicidas vinculadas al Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA), de origen argelino. Aproximadamente 100.000 personas resultaron muertas o heridas. El coraz¨®n de una de las ciudades m¨¢s hermosas del mundo qued¨® reducido a ruinas humeantes. No olvidaremos jam¨¢s la fotograf¨ªa de la estatua de Balzac esculpida por Rodin, como si observara desde arriba, con un dolor atormentado, los cad¨¢veres semidespedazados pero reconocibles de una joven pareja en el bulevar de Raspail.
Los servicios de informaci¨®n estadounidense y brit¨¢nico siempre hab¨ªan desconfiado de sus hom¨®logos franceses, pero ¨¦sta se vio agudizada a prop¨®sito de Irak
Parece ya claro que las hermanas Belhadj, que fueron quienes detonaron la bomba, empezaron a radicalizarse cuando las expulsaron de la escuela por llevar pa?uelo
No se puede echar la culpa de la tragedia del 17 de agosto de 2009 exclusivamente a la clase pol¨ªtica francesa, con su incapacidad para responder a un problema dif¨ªcil
La investigaci¨®n de la Comisi¨®n Annan tiene que ser rigurosa, imparcial e internacional. Debe contar con la cooperaci¨®n total de todos los servicios de informaci¨®n involucrados, sobre todo porque el hecho de que anteriormente fueran incapaces de cooperar parece haber sido una de las razones por las que no se pudo prevenir el atentado. La presidenta de Estados Unidos, Hillary Clinton, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, hicieron bien en se?alar, en su declaraci¨®n conjunta, que la historia no nos perdonar¨¢ si nos dejamos alguna piedra sin examinar.
Por supuesto, habr¨¢ que esperar a las conclusiones de la Comisi¨®n Annan, pero ¨¦ste es el momento apropiado para sugerir algunos lugares en los que deber¨ªa indagar. El ex secretario general de la ONU y sus colegas no deben limitar su b¨²squeda a los acontecimientos recientes. Si examinamos la situaci¨®n con m¨¢s detalle, estoy seguro de que descubriremos que las ra¨ªces de la cat¨¢strofe de 2009 se encuentran en los errores cometidos entre 2002 y 2004.
Oportunismo pol¨ªtico
Para empezar, parece ya claro que las hermanas Belhadj, que fueron quienes detonaron la bomba, empezaron a radicalizarse cuando las expulsaron de la escuela por llevar el pa?uelo musulm¨¢n, en virtud de la ley instituida bajo la presidencia de Chirac en 2004. Evidentemente, exist¨ªan razones leg¨ªtimas para prohibir el pa?uelo, junto a otros motivos sospechosos. ?stos ¨²ltimos estaban relacionados con el oportunismo pol¨ªtico tan caracter¨ªstico de los ¨²ltimos tiempos de Chirac, que calcul¨®, acertadamente, que esta ley le iba a servir para recoger votos tanto de la izquierda laica como de la derecha antimusulmana. Las razones leg¨ªtimas iban unidas a la emancipaci¨®n de las mujeres, deseada por muchas musulmanas, y al esfuerzo de los profesores por defender un esp¨ªritu de libertad en la ense?anza, que estaba sufriendo ataques sigilosos de los grupos de presi¨®n islamistas en Francia.
No obstante, visto desde ahora, se puede considerar que la prohibici¨®n del pa?uelo fue un error desafortunado. La expulsi¨®n de las j¨®venes con pa?uelo de las escuelas provoc¨® grandes manifestaciones. Acab¨® sirviendo de caldo de cultivo para los grupos islamistas radicales situados en las afueras de Par¨ªs. En un mensaje grabado, las hermanas Belhadj comparaban su acci¨®n con la de Wafa Idris, la primera terrorista suicida de Palestina. Era una comparaci¨®n absurda. La posici¨®n de los musulmanes en la sociedad francesa no ten¨ªa nada que ver con la de los palestinos antes de que el Gobierno de Clinton (H.) impusiera, por fin, la partici¨®n entre Israel y Palestina, dos meses antes del atentado de Par¨ªs. Pero a las hermanas les hab¨ªan convencido de que era as¨ª, durante intensas sesiones de adoctrinamiento en la denominada Ciudad de los 4.000, un miserable barrio en la parisiense de La Courneuve, donde el ¨ªndice de desempleo era del 30%. En aquellas sesiones de lavado de cerebro les dijeron que los "jud¨ªos ateos" del Barrio Latino eran los responsables de su desgracia.
Sin embargo, no se puede echar la culpa de la tragedia del 17 de agosto de 2009 exclusivamente a la clase pol¨ªtica de Francia, con su incapacidad para responder de forma apropiada a un problema dif¨ªcil que acuciaba a todas las sociedades europeas. La otra cara de la moneda es la relacionada con los fallos en los servicios de espionaje y el uso pol¨ªtico de sus informaciones. El grupo de la Ciudad de los 4.000 ya estaba familiarizado con la pr¨¢ctica del terror gracias a sus conexiones en Argelia, pero la clave de su "¨¦xito" resid¨ªa en la posibilidad de obtener un arma de destrucci¨®n masiva port¨¢til y de peque?o tama?o.
La Comisi¨®n Annan tendr¨¢ que investigar c¨®mo la consiguieron. Parece que las piezas m¨¢s importantes del rompecabezas estaban ya en manos de tres organismos: un grupo especial dirigido por el Pent¨¢gono, el MI6 brit¨¢nico y los servicios de informaci¨®n exterior de Francia. Lo malo es que no unieron esas piezas, y los pol¨ªticos tampoco actuaron en funci¨®n de lo que se les hab¨ªa notificado. ?Por qu¨¦? Una vez m¨¢s debemos remontarnos a los a?os 2002-2004 en busca de respuestas.
Los servicios de informaci¨®n estadounidense y brit¨¢nico siempre hab¨ªan desconfiado de sus hom¨®logos franceses -"tienen m¨¢s filtraciones que un colador", dijo un experto brit¨¢nico-, pero esa desconfianza se vio agudizada por la pol¨¦mica a prop¨®sito de Irak. Seg¨²n una nota que se filtr¨®, en una reuni¨®n interna, el responsable neoconservador de la "Oficina de Planes Especiales" del Pent¨¢gono afirm¨® que dicho organismo compartir¨ªa informaciones sobre armas de destrucci¨®n masiva con "esos monos cobardes y amantes del queso 'por encima de mi cad¨¢ver". Brit¨¢nicos y estadounidenses segu¨ªan colaborando estrechamente, pero la credibilidad del espionaje brit¨¢nico hab¨ªa resultado da?ada por todos los indicios que hab¨ªa transmitido sobre las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam, que se consideraban poco fiables.
Una dolorosa experiencia
La Casa Blanca no hab¨ªa olvidado la dolorosa experiencia de 2003, cuando Bush declar¨® en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n: "El Gobierno brit¨¢nico ha descubierto que Sadam busc¨® hace poco cantidades significativas de uranio en ?frica". M¨¢s tarde, fuentes estadounidenses llegaron a la conclusi¨®n de que esas informaciones proced¨ªan de documentos falsificados. Como consecuencia, aunque el MI6 recibi¨®, a principios de 2009, un soplo sobre el dispositivo nuclear que estaba preparando un grupo de Oriente Pr¨®ximo, en colaboraci¨®n -seg¨²n se descubri¨® despu¨¦s- con la c¨¦lula islamista de La Courneuve, Washington no se la crey¨®, y a Par¨ªs no se la dieron.
Pero los servicios de informaci¨®n s¨®lo son responsables en parte. Como pr¨¢cticamente reconoci¨® la primera ministra reci¨¦n elegida del Reino Unido, la conservadora Sally Jones, en una entrevista a la BBC en septiembre de 2009, los principales Gobiernos occidentales estaban a¨²n marcados por la experiencia de los informes de la investigaci¨®n Butler en el Reino Unido y la comisi¨®n Scowcroft en Washington. Como sabemos, sus conclusiones, pese a estar envueltas en t¨¦rminos precavidos y diplom¨¢ticos, convencieron a la mayor¨ªa de la gente de que Bush y Blair hab¨ªan hecho monta?as de granos de arena en relaci¨®n con el supuesto programa de armas de destrucci¨®n masiva de Sadam Husein y su existencia -o inexistencia- en los meses anteriores a la guerra de Irak de 2003.
El discurso en el que el secretario de Estado Colin Powell present¨® los datos disponibles ante el Consejo de Seguridad de la ONU, con diapositivas y todo, se convirti¨® en el ejemplo de lo que todo dirigente pol¨ªtico quer¨ªa evitar. "No voy a hacer como Powell", les dec¨ªan a sus colaboradores. Por eso, en esta ocasi¨®n, en vez de dar importancia a los datos obtenidos por los servicios de espionaje -como hab¨ªan hecho en 2003-, los dirigentes pol¨ªticos de todas las capitales occidentales decidieron no tenerlos en cuenta. Y as¨ª, en el marasmo de datos alarmantes pero poco fidedignos que iban transmitiendo los servicios de informaci¨®n, nadie prest¨® atenci¨®n a la advertencia que pod¨ªa haber salvado m¨¢s de 60.000 vidas y haber evitado que hubiera 40.000 heridos.
Como era de esperar, la figura calva y familiar de sir Tony Blair, el antiguo primer ministro, se levant¨® de su asiento habitual, justo al lado del primer pasillo en la C¨¢mara de los Comunes, para decir: "Os lo advert¨ª". Ten¨ªa que decirlo, ?no? Ahora, la Comisi¨®n Annan tiene la labor de determinar, de manera rigurosa e imparcial, hasta qu¨¦ punto ten¨ªa raz¨®n.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
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