Europa, dispuesta a dar ejemplo
Aunque el Protocolo de Kioto est¨¦ en suspenso a nivel internacional, la UE inicia medidas dr¨¢sticas
El Protocolo de Kioto puede ser letra muerta a nivel internacional, pero no para la Uni¨®n Europea. Aunque con la retirada de EE UU y, quiz¨¢, de Rusia impidan poner en marcha el plan global de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la UE est¨¢ dispuesta, incluso en solitario, a cumplir sus compromisos de recorte. Bruselas analizar¨¢ a partir de marzo los planes nacionales para aplicar la ¨²ltima norma aprobada: la del mercado de emisiones.
La Conferencia de Cambio Clim¨¢tico celebrada en noviembre de 1997 en la ciudad japonesa de Kioto termin¨® con el acuerdo de 39 pa¨ªses industrializados de reducir en un 5,2%, con respecto a las de 1990, sus emisiones de gases de efecto invernadero entre 2008 y 2012. Para lograr ese recorte global, la UE suscribi¨® el compromiso m¨¢s duro: reducir sus emisiones en un 8%. Siete a?os m¨¢s tarde, EE UU sigue fuera del acuerdo global y Rusia se resiste por considerar que merma su desarrollo. Tal circunstancia impide la puesta en marcha de los acuerdos, salvo que, como es el caso, la Uni¨®n est¨¦ persuadida de que hay que seguir adelante.
Espa?a es el peor alumno de la clase, pues es el pa¨ªs que m¨¢s se aleja de su objetivo nacional de reducci¨®n de emisiones contaminantes
De ah¨ª que, pese a la incertidumbre ya existente a nivel internacional, la UE convirtiese en ley, en marzo de 2002, sus propios compromisos de reducci¨®n, adjudicando a cada pa¨ªs su objetivo. En ese llamado reparto de la carga, Espa?a sali¨® bien parada. Frente a los dr¨¢sticos recortes de otros pa¨ªses m¨¢s desarrollados, como Italia, Austria, Reino Unido o Alemania, Espa?a pod¨ªa incluso aumentar hasta en un 15% sus emisiones.
En la pr¨¢ctica, la mayor parte de los pa¨ªses de la UE est¨¢ haciendo esfuerzos al respecto, pero no suficientes. Las emisiones de 2001 estuvieron ya por debajo del 2,3% de las de 1990, pero el recorte se debe fundamentalmente a la reestructuraci¨®n de la industria alemana del Este y al cierre de las minas de carb¨®n del Reino Unido. Poco que ver con las pol¨ªticas medioambientales promocionadas desde Bruselas, como el desarrollo de energ¨ªas renovables o la subida de impuestos de los carburantes, entre otras. De ah¨ª que las ¨²ltimas proyecciones de la Comisi¨®n Europea vaticinen que la UE no cumplir¨¢ su propio compromiso y que s¨®lo lograr¨¢, en 2010, haber reducido en un 0,5% sus emisiones, lejos de ese 8% acariciado.
En este contexto, Espa?a es el peor alumno de la clase, pues es el pa¨ªs que m¨¢s se aleja de su objetivo nacional, al haber rebasado ese crecimiento del 15% coloc¨¢ndose ya en el 33,3% de m¨¢s, una situaci¨®n que le coloca en clara desventaja para el pr¨®ximo futuro y que va a tener un coste a?adido para la industria.
Vanguardia y competitividad
Ese sobrecoste viene dado por la directiva del comercio de emisiones que entr¨® el 1 de enero en vigor. Los dos sectores afectados por la norma son la energ¨ªa (combusti¨®n, refiner¨ªas y coquer¨ªas) y la industria (metales f¨¦rreos, papel y minerales). Cada pa¨ªs tendr¨¢ que asignar a cada una de las grandes empresas de ambos sectores derechos de emisi¨®n de modo a que tales compa?¨ªas les resulte beneficioso reducir sus emisiones y, as¨ª, vender derechos. En caso de aumentarlas, se ver¨¢n obligadas a comprar esos derechos a otras. El coste es evidente, bien a trav¨¦s de la inversi¨®n en tecnolog¨ªas m¨¢s eficientes y menos contaminadoras, bien a trav¨¦s de la compra de esos derechos de emisi¨®n a otras compa?¨ªas del propio pa¨ªs o de cualquier otro de la UE. Las alemanas y las brit¨¢nicas se presentan como las m¨¢s beneficiadas de este nuevo sistema, dadas las reducciones logradas a nivel nacional.
Antes del 31 de marzo pr¨®ximo, la Comisi¨®n Europea deber¨ªa recibir los llamados Planes Nacionales de Asignaci¨®n y que, en definitiva, es la forma de poner en marcha tal comercio de emisiones a partir del 1 de enero de 2005. La portavoz de Medio Ambiente de la Comisi¨®n, Ewa Hedlund, confirmaba esta semana que ning¨²n pa¨ªs ha remitido todav¨ªa tal plan a Bruselas y que la Comisi¨®n, como indica la propia directiva antes mencionada, puede retocar o pedir explicaciones a los pa¨ªses en caso de que tales planes no sean coherentes con el objetivo final.
El sistema estar¨¢ en pie s¨®lo en la Uni¨®n Europea entre 2005 y 2008 y servir¨¢ como ensayo para cuando entre en vigor, si llega el momento, el mercado de emisiones a nivel mundial previsto por el Protocolo de Kioto. Los partidarios del m¨¦todo, como la propia comisaria de Medio Ambiente, Margot Wallstr?m y algunos de sus colegas, consideran que la pol¨ªtica medioambiental de la UE le va a situar en la vanguardia de las tecnolog¨ªas limpias, pero son muchos tambi¨¦n los que temen una p¨¦rdida neta de competitividad.
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