Los 'can¨ªbales' arrasan Hait¨ª
El que fuera 'brazo armado' del Gobierno, ahora contra Aristide, encabeza las matanzas
Las hordas que saquean y decapitan en el norte de Hait¨ª pertenecieron al que fuera progubernamental Ej¨¦rcito Can¨ªbal, ahora en la oposici¨®n porque creen que el presidente, Jean Bertrand Aristide, orden¨® el asesinato de su jefe. El Gobierno y la oposici¨®n aprovecharon el salvajismo de unas milicias analfabetas en democracia y doctoradas en machete para imponerse a sangre y fuego. La polic¨ªa les sali¨® ayer al paso en varias poblaciones y combate por Gonaives, epicentro del alzamiento negro de hace dos siglos contra la colonizaci¨®n francesa. En los choques de los ¨²ltimos d¨ªas murieron m¨¢s de 20 personas.
"Esa gente tiene armas pesadas que no tiene ni la propia polic¨ªa", alert¨® Guy Delva, secretario de la Asociaci¨®n Haitiana de Periodistas. El arsenal de los can¨ªbales fue proporcionado en su d¨ªa por el oficialismo, pero a partir del 22 de septiembre, fecha del asesinato de su cabecilla, Amiot Metanyer, lo emplean contra el Gobierno en el denominado Frente de Resistencia Revolucionario (FRR): una suerte de brazo armado de la coalici¨®n de partidos y grupos movilizada, desde hace meses, contra el ex cura salesiano en la presidencia.
"Esa gente tiene armas pesadas que no tiene ni la propia polic¨ªa", dice un portavoz de Interior
La rep¨²blica de esclavos africanos, que proclam¨® su independencia sobre las picas rendidas del Ej¨¦rcito napole¨®nico, consigui¨® la emancipaci¨®n pero ha sido incapaz de forjar una convivencia pac¨ªfica y pr¨®spera. "Asistimos a la lucha de la burgues¨ªa contra el pueblo", dijo Dany Fabien, jefe de gabinete del ministro de Interior. "Hait¨ª no puede autogobernarse", concluye un an¨¢lisis del centro norteamericano de estudios Stratfor.
La paup¨¦rrima naci¨®n caribe?a, en la que s¨®lo 110.000 de sus ocho millones de habitantes disfrutan de empleo formal, asiste a su propia devastaci¨®n. La sucesi¨®n de tiranos feroces, entre ellos patriotas de la independencia cegados por visiones imperiales, impidi¨® la consolidaci¨®n de una cultura de la alternancia, y la porci¨®n occidental de la isla La Espa?ola sigue en llamas.
Las comunicaciones telef¨®nicas con la ciudad de Gonaives (200.000 habitantes), en la ruta de la capital, Puerto Pr¨ªncipe, hacia Cabo Haitiano, hab¨ªan quedado cortadas ayer, mientras las huestes del FRR y sus simpatizantes arrasaban a su paso o se bat¨ªan a balazos con las dotaciones policiales despachadas para sofocar la revuelta.
La desolaci¨®n, la muerte y el bandidaje pol¨ªtico asfixiaron el di¨¢logo negociador y la oposici¨®n no parece tener mucho inter¨¦s en la soluci¨®n negociada ensayada por la Comunidad de Pa¨ªses del Caribe. "El pol¨ªtico que hable de negociaci¨®n pierde todo apoyo popular", seg¨²n G¨¦rard Pierre Charles, fundador de la Organizaci¨®n del Pueblo en Lucha.
Aristide, de 50 a?os, casado, primer presidente de Hait¨ª democr¨¢ticamente electo, atraviesa uno de los peores trances de su segundo mandato. Cegado por los oropeles del mando abraz¨® el formato autoritario y corrupto de sus mayores y avasall¨® la discrepancia, seg¨²n sus acusadores. La gesti¨®n de Hait¨ª contin¨²a envilecida desde 1804. El antiguo sacerdote amamant¨® al Ej¨¦rcito Can¨ªbal, cuyas batidas contra las vidas y propiedades de los dirigentes de la oposici¨®n fueron m¨¢s seguidas a partir de 2000, cuando las fuerzas antigubernamentales denunciaron que las legislativas de mayo y las presidenciales de noviembre, ganadas por Aristide, fueron fraudulentas.
Al servicio de quien fuera llamado el cura de los pobres, imperaban entonces el jen¨ªzaro Amiot Metayer y las Organizaciones Populares de la Familia Laval¨¢s, el partido del Gobierno, conocidas como Ej¨¦rcito Can¨ªbal. Esas falanges se com¨ªan crudos a los opositores: incendiaron sus casas, hostigaron y asesinaron, y en aquellos d¨ªas de cuchillos largos cayeron el periodista m¨¢s destacado del pa¨ªs, Jean Dominique, y opositores que se atrevieron a serlo. Muchos optaron por el exilio. Decenas de dirigentes del Frente Nacional para el Cambio y la Democracia, detr¨¢s de la primera presidencia de Aristide en el a?o 1990, con el 67% los votos, lo abandonaron.
La investigaci¨®n de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) que denunci¨® complicidades oficiales en el supuesto golpe del 17 de diciembre del a?o 2001 contra Aristide signific¨® el principio del aislamiento internacional y el congelamiento de la ayuda econ¨®mica. El asalto de aquel d¨ªa sirvi¨® de pretexto para arrollar a adversario y Metayer fue identificado como el principal ejecutor de la nueva tanda de incendios y balazos. La OEA exigi¨® justicia. Detenido meses despu¨¦s, su banda lo rescat¨® derrumbando los muros de la prisi¨®n con un tractor.
El 22 de septiembre, el matarife de Gonaives apareci¨® con dos tiros en la cabeza y el Ej¨¦rcito Can¨ªbal se sinti¨® traicionado por su mentor. Declar¨¢ndose contrito por las canalladas del pasado, Winter Etienne, el sucesor de Metayer, ofreci¨® sus servicios a la oposici¨®n, que parece haberlos aceptado en su cruzada contra el gobernante que hace 14 a?os lider¨® las esperanzas de sus compatriotas m¨¢s pobres. "Nuestro ej¨¦rcito est¨¢ bien equipado. Tenemos municiones para resistir durante un mes o un a?o", advirti¨® Etienne.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.