Discrepancias
En aun autob¨²s, y pasando por otras ciudades, llegaron a Sevilla miembros de Basta Ya para hablar en el Paraninfo de la Hispalense. Fernando Savater dijo que buscaban nuevas f¨®rmulas de llamar la atenci¨®n porque la gente se aburre de los problemas que no se resuelven. Tras explicar que el grupo Basta Ya estaba formado por personas de izquierda y derecha, creyentes y ateos, con estudios y trabajadores manuales, a?adi¨® que no demandaban piedad con las v¨ªctimas, sino apoyo en las reconquistas de las libertades c¨ªvicas y pol¨ªticas. Porque sin esas libertades no se puede plantear ni discutir ni responder libremente al plan Ibarretxe. Pidi¨® solidaridad activa, demandar a los representantes pol¨ªticos que sean fundamentalmente claros. No es un problema que se pueda ver irreparable, insisti¨®, ni tampoco repartir las culpas: se ponen en comparaci¨®n cosas que no tienen nada que ver: hay gobiernos mejores y peores, pero otra cosa es el crimen, la xenofobia, el terrorismo, la amenaza, la violencia y la destrucci¨®n.
Todo eso ven¨ªa, creo yo, porque hay discrepancias entre nuestras opiniones. Pr¨¢cticamente, todos estamos contra ETA, pero hay quien piensa que el nacionalismo es un error y quien piensa lo contrario. Ambas cosas se pueden aceptar siempre que no se intente imponer por la fuerza, con miedos, amenazas y muertes. Tambi¨¦n parece l¨®gico aceptar que quienes se sienten v¨ªctimas de esa situaci¨®n la sientan como uno de los problemas m¨¢s importantes de la vida. Claro que hay lugares con m¨¢s dificultades y con menos; hay mucha injusticia en el mundo; pero el hambre y la guerra de otros pa¨ªses no es consuelo; ellos quieren vivir como vivimos en Andaluc¨ªa, por ejemplo, con nuestras necesidades y frustraciones pero sin necesidad de guardaespaldas. Seguro que es verdad que los poderes sienten la tentaci¨®n de homologar a sus ciudadanos, pero algunos lo hacen m¨¢s disimuladamente y sin violencia tan expl¨ªcita que provoque un rechazo comprensible. Si el terrorismo vasco es la fracci¨®n que nos llega de la organizaci¨®n del mundo, ello no borra el significado de terror y muerte. Mejoremos las condiciones del mundo, pero, mientras tanto, confieso que he admirado desde joven a Savater y no encuentro justificaciones suficientes para dejar de creer en sus palabras.
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