Fuera del tiempo
No asimilo la idea de que el tiempo puede ir y venir: ni concibo esas nociones de atr¨¢s y delante, aunque intenten fastidiarnos con ellas metaf¨ªsicos, te¨®logos, fil¨®sofos y otros autores de f¨¢bulas y cuentos infantiles. El tiempo soy yo; cada uno es su propio tiempo. Hay demasiada facilidad de idioma para decir, de lo que est¨¢ pasando, por ejemplo, que es un retroceso. O no, y nunca todo. Desde graciosas insensateces de imb¨¦ciles como censurar la gala de los Grammy por si a una se?orita se le ve un lindo pez¨®n (censor oficial, Michael Powell, hijo del asesino militar de Irak) hasta las clases de Religi¨®n en las escuelas espa?olas y los obispos contra los homos; todo es distinto y se acumula a lo anterior, todo comportamiento humano es pol¨ªtico y es social -no siempre coincidentes-, todo poder tiende a retrasar el hallazgo que le puede perjudicar porque en parte emite la idea de que es inmejorable. Tan bobo es "todo tiempo pasado fue mejor" como "fue peor": depende para qui¨¦n o qui¨¦nes. La idea de "azar y necesidad" (Monod) es ¨²til para andar por casa: la de evoluci¨®n encierra la supercher¨ªa fascista de la supervivencia del m¨¢s fuerte (?Qu¨¦ es mejor, qu¨¦ es peor?). En lo directo: ocupar Irak es un hecho antiguo, pero permanente -pobre Mesopotamia- en el sentido de que unas civilizaciones ocupan otras que pueden dominarlas o que tienen bienes inmediatos. No es un salto atr¨¢s: es una premonici¨®n de los hombres de Bush -¨¦l, ni sabe de eso: lo que le dicen-, un salto al futuro, un conservadurismo para que nada cambie (enti¨¦ndase el "no cambien": no hacia delante, no hacia atr¨¢s, sino que no cambien).
La tonter¨ªa del pez¨®n de diamante indica que las represiones son indivisibles porque las libertades son indivisibles. No es frecuente que el individuo lo advierta: pero la libertad del cuerpo, del desnudo, del sexo, forma parte de la libertad de comer, hablar, dormir, abrigarse: saber. Desgraciadamente, el enemigo de la libertad ajena, el conservador, lo entiende claramente y transmite la represi¨®n de padre a hijo: los Bush, los Powell, los Aznar; y los progresistas no son capaces de esta amplitud: se parcelan, se moderan, se centran. Pactan, sudan, gritan, lloran.
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