Suspiros de Espa?a
Arco un a?o m¨¢s, y al aprestarnos de nuevo a aventurar una estimaci¨®n de la oferta que en relaci¨®n a los artistas espa?oles propone la feria madrile?a, la engorrosa tarea de lamentar, de entrada, el rebrote de una artera pr¨¢ctica que supon¨ªamos definitivamente erradicada. Me refiero, claro est¨¢, al hecho de que, entre las galer¨ªas a las que se ha denegado el participar en la feria, volvamos a encontrar algunos nombres -Sen, May Mor¨¦, Juan Gris o Edurne, al menos- cuya exclusi¨®n resulta escandalosa, sobre todo en un certamen que tanto espacio dilapida cuando se trata de acoger sin medida la m¨¢s extravagante ocurrencia. Fuera de esas ausencias, volvemos a constatar que la oferta desplegada por la feria sigue manteniendo el buen nivel y amplio espectro que Arco ha consolidado ya desde hace a?os. Y, junto a ello, lo m¨¢s relevante quiz¨¢ sea el mantenimiento de esa tendencia aflorada en las ¨²ltimas ediciones a una presencia creciente de obra vinculada a la vanguardia hist¨®rica, a sus figuras y episodios esenciales, con piezas, adem¨¢s, de gran envergadura. Ser¨¢, en todo caso, esa vertiente m¨¢s cl¨¢sica la que abra el itinerario de estas recomendaciones sobre los mejores encuentros que, a mi juicio, el arte espa?ol depara al visitante.
Hace una d¨¦cada era impensable toparse en Arco con un conjunto de obras de Picasso como el que re¨²ne, con telas magistrales, el stand de Jan Krugier, sin duda uno de los hitos de este a?o. Junto a ello y a ese otro ciclo de gran talla que ofrece Helly Nahmad del artista malague?o deben citarse, asimismo, entre otras, un dibujo del 54 en Thomas, otro del periodo cl¨¢sico de Marlborough o el estudio de cabezas del 41 en Marwav Hoss. Otra de las joyas incontestables de la feria es, por supuesto, en el stand de Gmurzynska, el deslumbrante Retrato de Mir¨® del 27, una tela de referencia que perteneci¨® a Helena Rubinstein. De Mir¨® destacar¨¦ tambi¨¦n, ante todo, los de Nelly Namad, as¨ª como el de Elvira Gonz¨¢lez, otro en Barbi¨¦, el Souvenir de Montroig del 37 de Leandro Navarro, o los bronces de Lelong, Patrice Trigano y la propia Gmurzynska. Sin embargo, Dal¨ª, pese a celebrarse el centenario de su nacimiento, apenas tiene presencia en la feria. Aunque, al menos, 1900-2000 ofrece una pieza de cierto inter¨¦s hist¨®rico, el original dise?ado por el artista para anunciar el Ciclo sistem¨¢tico de conferencias sobre las m¨¢s recientes posiciones del surrealismo que Breton pretend¨ªa celebrar en la Salle Chopin el a?o 36.
Junto al impactante di¨¢logo entre el arte africano y su escultura que propone Elvira Gonz¨¢lez, los devotos de Julio Gonz¨¢lez encontrar¨¢n a su vez una obra clave, Mujer sentada, en Krugier, am¨¦n de la ya habitual generosa secuencia de dibujos que desgranan, entre otros, espacios como Marwan Hoss o Leandro Navarro. Tras estos primer¨ªsimos espadas, me limitar¨¦ a destacar las sorpresas m¨¢s relevantes, como el Crist¨®fol de Barbi¨¦, los bronces de Baltasar Lobo en Galerie de France, la enso?aci¨®n taurina de ?scar Dom¨ªnguez en Thesa Herold, un Bores de Leandro Navarro, o los emocionantes Luis Fern¨¢ndez de Claude Bernard y Guillermo de Osma, acompa?ados, en este ¨²ltimo espacio, por un interesante Colmeiro del 38.
Ya en el deslizamiento generacional hacia los referentes principales de la segunda mitad del pasado siglo, Arco re¨²ne, como viene siendo ya norma, una oferta tan generosa como diversa, cuya extensi¨®n impide, por razones de espacio, un balance pormenorizado. S¨ª destacar¨¦, con todo, de esos grandes maestros contempor¨¢neos aquellas obras de mayor impacto dentro del laberinto de la feria. Entre ellos, los emocionantes lienzos recientes de Palazuelo en Soledad Lorenzo, un Clav¨¦ de Joan Gaspar, junto con los fotogramas del artista que ofrece Thesa Herold, los Chillida de clave mayor en Col¨®n XVI y Guillermo de Osma, un T¨¤pies de Lelong, as¨ª como los papeles de Saura en ese espacio y en Catherine Putman, una madera de Oteiza en Barbi¨¦, las piezas del Equipo 57 de Rafael Ortiz, el Alfaro tubular de Elvira Gonz¨¢lez, el lienzo del Equipo Realidad de Punto y, finalmente, en el caso de Eduardo Arroyo, un formidable d¨ªptico en Galerie de France y las telas ¨²ltimas de Metta.
Como es l¨®gico, los artistas y propuestas que asociamos a esa escena m¨¢s inmediata del cambio de siglo son tambi¨¦n los que, en mayor proporci¨®n, conforman el paisaje del certamen madrile?o. Se?alar¨¦ aquellos aciertos que considero no deber¨ªan perderse. As¨ª el pol¨ªptico de intervenciones fotogr¨¢ficas de Carmen Calvo en Academia y los dorados de la artista valenciana en Patrice Trigano, las telas de Campano de Pelaires y Carlos Tach¨¦, los dos lienzos de Barcel¨® de Bischofberger, los de Carlos Franco y Navarro Baldeweg de Marlborough, otro de Sicilia y los mimbres de Susana Solano en Senda, las piezas de Juan Mu?oz de Pepe Cobo y Hans Mayer, los Lamazares de Metta, los objetos de Carlos Pazos en Carlos Tach¨¦ y Trinta, el stand monogr¨¢fico de F¨¦lix de la Concha en Galer¨ªa 16, las obras de Jos¨¦ Herrera y Palmero en Manuel Ojeda, el proyecto modular en madera de Manolo Paz de Trama, el cubo Guillermo Lled¨® de Egam, un Garc¨ªa Sevilla en Joan Prats, los lienzos extraordinarios de Curro Gonz¨¢lez y Xes¨²s V¨¢zquez en Tom¨¢s March, las fotos de Cristina Garc¨ªa Rodero y Garc¨ªa Alix de Juana de Aizpuru, los papeles de Dis Berlin de Estampa y Siboney, el lienzo Carlos Le¨®n de Max Estrella o el et¨¦reo Antoni Llena de Toni T¨¤pies.
Y, ya para concluir, otras claves que remiten al segmento actual m¨¢s estricto. De manera muy particular, el delicado artificio de los zapatos danzantes de Javier P¨¦rez en Salvador D¨ªaz, pero tambi¨¦n un flam¨ªgero emblema de Charris en My name's Lolita, las fotos de Ballester en Barnola y Estiarte, el contundente v¨ªdeo de Sergio Prego en Soledad Lorenzo, la par¨¢frasis de Rodchenko de Manu Muniategui de Espacio M¨ªnimo, un Verbis de Max Estrella, y los proyectos de Lara Almarcegui en Marta Cervera.
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