"Dios: sospecho que eres de izquierdas"
En 1966, Bruce Nauman abandon¨® la rutina escrupulosa de su estudio de pintor, cogi¨® una c¨¢mara de v¨ªdeo y comenz¨® a filmarse en un ir y venir en su taller. Ley¨® a Ludwig Wittgenstein y aprendi¨® que lo verdaderamente importante en el arte no era el juicio, sino el sentir. El ejemplo m¨¢s simple aparec¨ªa en el corral de sus Investigaciones filos¨®ficas, el de una imagen que pod¨ªa ser interpretada como el dibujo de un pato o de una liebre. El sex appeal de lo diferente no estaba en la absoluta alteridad, sino en una vacilante estructura que no puede captarse en su identidad. En realidad, pens¨® Nauman, son muchas las cosas que nos dan esa impresi¨®n de ambivalencia, sobre todo las obras de arte, la arquitectura, los fragmentos de m¨²sica. La desobjetivaci¨®n del sentir abr¨ªa el camino a toda una serie de preguntas inquietantes. ?C¨®mo se puede llegar siquiera a la idea de adscribirle una sensaci¨®n a una cosa?
La desobjetivaci¨®n del sentir abr¨ªa el camino a una serie de preguntas inquietantes
Hay piezas decisivas de Daniel Buren, Dan Grahan, Sigmar Polke, Joseph Beuys...
Ese ver como algo llev¨® a Nau-
man a considerar los tejidos, fibras de vidrio, tubos de ne¨®n o tiras de l¨¢tex m¨¢s comprometidos con su arte y su tiempo que los aburridos colores. Investig¨® sobre los aspectos no perdurables de la obra de arte relacionados con los procesos de trabajo y con la gravedad como principio escult¨®rico. La fotograf¨ªa, el v¨ªdeo y el cine le abrieron nuevos horizontes, fruto de ello es una pieza que hoy forma parte del parnaso del extra?amiento art¨ªstico, The true artist helps the world by revealing mystic truths ("el verdadero artista ayuda al mundo revel¨¢ndole verdades m¨ªsticas"), una espiral de ne¨®n que dibuja en el espacio una frase que alude, dentro de una ambig¨¹edad calculada, a ese "ver como".
La obra del artista californiano fue crucial porque a partir de entonces las piedras, los troncos de los ¨¢rboles, los p¨¦talos de las flores, el desierto y el propio cuerpo del artista empezaron a ser aceptados como materiales y demiurgos de un tipo de obras que requer¨ªan soportes o emplazamientos m¨¢s all¨¢ de los muros del espacio expositivo. Pintores y poetas, como Vito Acconci, siguieron los pasos de Nauman: "Cuando comprend¨ªa que la p¨¢gina ya no me interesaba como campo de acci¨®n, dej¨¦ de escribir. He utilizado la c¨¢mara fotogr¨¢fica para definir tanto mi cuerpo en el espacio como mi cuerpo como espacio". Otros se pegaron un tiro en un brazo, mutilaron su cuerpo, lo sexualizaron a trav¨¦s del exhibicionismo o dibujaron una espiral en medio de un gran lago salado. ?Se hab¨ªa llegado a un nuevo Renacimiento en el arte?
?D¨®nde quedaba la pintura y toda la est¨¦tica formalista en medio de ese complejo dispositivo de medios que cuestionaban la naturaleza objetual de la obra de arte? La pintura era la utop¨ªa, el no lugar al que el artista ya no ten¨ªa que acudir para crear sus "ficciones consoladoras". As¨ª que las nuevas utop¨ªas encontraron su bander¨ªn de enganche en el a?o simb¨®lico de la muerte de Duchamp. 1968 ?Qu¨¦ a?o m¨¢s bello! El movimiento Fluxus, Artaud, Bataille, Brecht y el Living Theatre de Nueva York hab¨ªan desarrollado a?os antes el embri¨®n procesual hacia el triunfo de la idea y la primera negaci¨®n de la modernidad, al menos tal y como era entendida por uno de sus m¨¢ximos apologistas, el cr¨ªtico Clement Greenberg. Aquel a?o, en la Documenta IV celebrada en Kassel -y mientras Par¨ªs ard¨ªa en proclamas pol¨ªtico-art¨ªsticas ("el arte es mierda; creatividad, espontaneidad, vida", "Dios: sospecho que eres de izquierdas")-, un grupo de manifestantes desplegaron una pancarta que acusaba al director del evento de reaccionario: "Profesor Bode, nosotros, artistas ciegos, le felicitamos por tan magn¨ªfica exposici¨®n".
Pero, ?qu¨¦ es lo que hac¨ªa que aquellos artistas seleccionados por Arnold Bode -Lichtenstein, Dine, Rauschenberg, Indiana, Warhol, Rosenquist- fueran tan poco interesantes, tan poco atractivos? El medio pict¨®rico. La Documenta IV le hab¨ªa dado la espalda a las acciones, ritos y ceremoniales del artista y a su relaci¨®n con el paisaje. A ra¨ªz de aquellas protestas naci¨® la revista Interfunktionen, doce n¨²meros publicados en Colonia entre 1968 y 1975, que ahora sirven de marco para una exposici¨®n en la Fundaci¨®n Mir¨®. Detr¨¢s de los hechos: Interfunktionen, comisariada por Gl¨°ria Moure, re¨²ne trabajos de cuarenta artistas, un magn¨ªfico exponente del resurgir de Europa como fermento creativo frente a la pl¨¢stica norteamericana.
Moure ha huido de criterios documentalistas, la suya es una exposici¨®n de impacto, con obras que no se corresponden con las que se describieron conceptualmente en la revista, pero s¨ª est¨¢n enmarcadas en ese periodo y son fieles a su soporte original, incluyendo los casos en que tal exigencia supon¨ªa la utilizaci¨®n de medios y espacios externos al recinto. Hay piezas decisivas, como las bandas de color repetitivas de Daniel Buren colocadas en la entrada del edificio de Sert y en algunas vallas publicitarias de la ciudad; las diapositivas de Dan Grahan que mezclan sarc¨¢sticamente la "alteridad" del arte mininal con la molicie de la vida diaria, los dardos contra el pop de Maciunas, las constelaciones de patatas de Sigmar Polke, la energ¨ªa a trav¨¦s del cuerpo y el objeto de Rebecca Horn y de Joseph Beuys, los sutiles narcisismos sobre el c¨¦sped de Keith Arnatt, el paisaje entr¨®pico de Robert Smithson, el extra?amiento de Wegman e Immendorf a trav¨¦s de la idea del retrato, el ex¨®tico jard¨ªn de invierno de Marcel Broodthaers y la selva dom¨¦stica de Lothar Baumgarten, las silenciosas mesas de ping-pong de Hill Beckley o la demarcaci¨®n de guetos que John Baldessari idea para Barcelona. Acconci aporta una de las instalaciones m¨¢s espectaculares del recorrido: en ella, el visitante participa de sus juegos con la escala y se replantea sus ideas preconcebidas en torno a lo pict¨®rico y escult¨®rico. Las composiciones de Dieter Roth y Mauricio Kagel rinden homenaje a Beethoven, y las de Philip Glass y Steve Reich conciben la m¨²sica como un g¨¦nero escult¨®rico. El cine expandido de Wilhelm y Birgit Hein, Malcolm Legrice y Paul Sharits rompe las barreras de la narratividad.
Interfunktionen es, adem¨¢s,
un acontecimiento cultural que cumple con los rigores que quiso Mir¨® para su Centro de Estudios de Arte Contempor¨¢neo, un espacio, por cierto, infatigablemente obsesionado en los ¨²ltimos a?os por mostrar las verdades fundacionales del arte. Sobre su trabajo, asegura Moure que "conviene arrastrar estos hechos con su entorno cultural hasta nuestro presente para descubrir lo que hubo detr¨¢s de ellos, evitar la alienaci¨®n de la realidad que amenaza con poseernos y encaminarnos a la decadencia del esp¨ªritu". A?adir que, al menos, puede que nos curen de la inercia de mirar en el fondo del vaso creyendo buscar las cumbres de la libertad individual.
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