Clon
Hwang y Moon, sabios coreanos, anunciaron el jueves en Seattle, Washington, la clonaci¨®n de embriones humanos en la Universidad Nacional de Se¨²l. Los acompa?aba el americano Jos¨¦ Cibelli, que se limit¨® a comprobar el ¨¦xito del experimento, sin intervenir: la clonaci¨®n est¨¢ penada en Michigan, donde trabaja Cibelli, con un mill¨®n de d¨®lares de multa y diez a?os de c¨¢rcel. Cibelli hab¨ªa investigado antes en una empresa de Massachusetts empe?ada, infructuosamente todav¨ªa, en la libre clonaci¨®n de embriones humanos a partir de ¨®vulos que pagaba a 4.000 d¨®lares unidad.
En un mismo pa¨ªs, Estados Unidos, lo que en Michigan cuesta dinero y c¨¢rcel, en Massachussets es una actividad cient¨ªfico-econ¨®mica. Estos asuntos son muy relativos, como todo lo que afecta a la conciencia. El mismo d¨ªa en que los coreanos revelaban sus logros en Seattle, se inauguraba en Sevilla el VI Congreso Nacional de Bio¨¦tica. ?La clonaci¨®n es mala? Los congresistas distinguen entre clonaci¨®n reproductiva y clonaci¨®n terap¨¦utica: est¨¢n contra la reproductiva y a favor de la terap¨¦utica, que quiz¨¢ en un futuro, en tiempos de esplendor de la medicina regenerativa, ayude a curar la diabetes o la enfermedad de Parkinson.
Los experimentos de Hwang y Moon ser¨ªan ilegales en Espa?a. Nuestro C¨®digo Penal castiga con penas de 1 a 5 a?os de c¨¢rcel, y de 6 a 10 a?os de inhabilitaci¨®n para ejercer profesi¨®n u oficio, "a quienes fecunden ¨®vulos humanos con cualquier fin distinto a la procreaci¨®n humana". (?Se consienten experimentos como los del doctor Moreau, creador de espantosos animales humanizados mediante injertos e inoculaciones, seg¨²n fabul¨® G. H. Wells, inventor tambi¨¦n del Hombre Invisible y la guerra con los marcianos?) La misma pena merece la "creaci¨®n de seres humanos id¨¦nticos por clonaci¨®n u otros procedimientos dirigidos a la selecci¨®n de la raza". Pero una ley de noviembre de 2003 permite, con limitaciones, manipular embriones sobrantes de la fecundaci¨®n artificial, y avala, en principio, el af¨¢n pionero de la Junta de Andaluc¨ªa en el campo de la biomedicina.
Aliviar el sufrimiento es el imperativo esencial de la ¨¦tica, seg¨²n el fil¨®sofo y te¨®logo Francesc Torralba, citado el viernes en estas p¨¢ginas por Tereixa Constenla, aunque Torralba no habl¨® en el congreso de Sevilla de la piedad que cura, sino de la piedad que mata, de la eutanasia exactamente. La clonaci¨®n terap¨¦utica quiere curar, aliviar el sufrimiento, luego es buena. ?Durar¨¢ mucho la distinci¨®n moral entre clonaci¨®n terap¨¦utica y reproductiva? El mundo cambia, e incluso la manipulaci¨®n gen¨¦tica, viejo tema de la literatura barata, hoy forma parte del C¨®digo Penal. Si es buena la clonaci¨®n para curar y evitar dolores, ?por qu¨¦ no crear individuos sanos desde el inicio, gen¨¦ticamente programados para sufrir lo menos posible y quiz¨¢ para no cumplir nunca el compromiso de morir, tan fastidioso? (En este punto alguien recuerda al novelista Ira Levin, autor de La semilla del diablo y Los ni?os del Brasil, aquella pel¨ªcula de Franklin J. Shaffer, con Laurence Oliver y Gregory Peck, sobre ni?os clonados, id¨¦nticos al padre, que era precisamente Adolf Hitler.)
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