Cient¨ªficas bajo cero
Cuenta la leyenda que durante los ¨²ltimos a?os del siglo XIX y los primeros del XX, cuando funcionaba la factor¨ªa ballenera de la isla Decepci¨®n, un barco con mujeres llegaba una vez durante la temporada para alegrar la vida de los balleneros. Pero es s¨®lo una leyenda. La historia, sin embargo, asegura que la primera mujer que lleg¨® a la Ant¨¢rtida, al menos la primera registrada, lo hizo en 1935. Era Caroline Mikkelsen, la esposa de un capit¨¢n ballenero noruego.
Unos a?os despu¨¦s, en 1947, dos mujeres han quedado registradas como las primeras que pasaron el invierno entre los hielos, tambi¨¦n en calidad de consortes y formando parte de una expedici¨®n de Estados Unidos. Se trataba de Edith Ronne, esposa del jefe de la base, y Jennie Darlington, esposa de un piloto, que permanecieron all¨ª el largo invierno, al final del cual Darlington escribi¨® en su libro Mi luna de miel ant¨¢rtica: "Teniendo todo en cuenta, no creo que las mujeres pertenezcan a la Ant¨¢rtida". Para la periodista del Exploratorium, de San Francisco, Ellyn Hament, que ha investigado sobre la historia de las mujeres entre los hielos, "ese era el sentimiento general durante muchos a?os. Se pensaba que las extremas condiciones de la Ant¨¢rtida no eran adecuadas para el sexo d¨¦bil. De hecho, la Marina de EE UU bloque¨® durante mucho tiempo la presencia de mujeres en la base McMurdo, la m¨¢s grande del sexto continente. Eso fue as¨ª hasta los movimientos de liberaci¨®n de las mujeres de los sesenta y setenta".
Josefina Castellv¨ª, ocean¨®grafa del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, ha dirigido durante cuatro campa?as la base ant¨¢rtica espa?ola Juan Carlos I
La vulcan¨®loga Alicia Garc¨ªa ha estado desde 1991 hasta 1998 pasando la temporada de investigaci¨®n en la base Gabriel de Castilla, la otra base espa?ola ant¨¢rtica
Pionera espa?ola
Josefina Castellv¨ª, ocean¨®grafa del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, ha dirigido durante cuatro campa?as la base ant¨¢rtica espa?ola, la Juan Carlos I, que acaba de visitar el Rey. Pero ha estado m¨¢s veces en la Ant¨¢rtida, sobre todo en los primeros momentos, junto a Antoni Ballester, el impulsor de la presencia espa?ola al sur de los 60¡ã Sur, decidiendo el lugar donde se instalar¨ªa y tratando de llevar adelante un proyecto que entonces a muchos les parec¨ªa una quimera. Dej¨® constancia de todo ello en su libro Yo he vivido en la
Ant¨¢rtida.
La calidad de la vida dentro de la base se debe en buena medida a su capacidad de organizaci¨®n, porque "tuve que hacer mucho de ama de casa. Al principio fue necesario organizar los espacios y las costumbres, y creo que nosotras tenemos m¨¢s pr¨¢ctica, m¨¢s dotes". Pero no se trata s¨®lo de la organizaci¨®n de las rutinas, sino de la vida de 12 personas en pocos metros cuadrados. Para Castellv¨ª, "fue importante intentar crear una casa y, modestamente, creo que se logr¨®".
Una vez all¨ª, las investigadoras insisten en que no hay diferencias de trato ni de trabajo. Sin embargo, hay menos mujeres que hombres en la Ant¨¢rtida. Seg¨²n Alicia Garc¨ªa, gestora del Programa Nacional Ant¨¢rtico, "no tenemos datos exactos, pero la presencia femenina es del orden del 30%, y la cifra puede bajar al 10% si hablamos de jefas de proyecto. A¨²n es poco". Garc¨ªa, vulcan¨®loga del Museo Nacional de Ciencias Naturales, ha estado desde 1991 hasta 1998 pasando la temporada de investigaci¨®n en la base Gabriel de Castilla, la otra base espa?ola ant¨¢rtica, dirigida por el Ej¨¦rcito de Tierra. "En la campa?a 1991-92 yo era la ¨²nica mujer", prosigue Garc¨ªa, "pero en ¨¦sta, por primera vez, ha habido ah¨ª tantas mujeres como varones".
En los barcos, sin embargo, suele haber una mayor presencia de mujeres. "En biolog¨ªa marina y oceanograf¨ªa s¨ª ha habido muchas investigadoras y directoras de campa?a", dice Garc¨ªa. Josefina Castellv¨ª, que confirma este dato, no sabe a qu¨¦ atribuirlo, pero "la verdad es que en oceanograf¨ªa ha habido un boom de mujeres que dirigen proyectos e institutos". Marta Estrada, ocean¨®grafa del mismo instituto que Castellv¨ª y jefa de campa?a, coincide en esta apreciaci¨®n, que "quiz¨¢ pueda deberse a que es un reflejo de la comunidad cient¨ªfica que tenemos, con muchas mujeres en esta ¨¢rea. Quiz¨¢ se deba que no ha habido un ambiente previo de discriminaci¨®n, en buena medida porque Margalef, nuestro maestro, no ha discriminado".
Estrada, que suele ir a la Ant¨¢rtida en el Hesp¨¦rides, aunque ha participado en campa?as con otros pa¨ªses y en otros barcos, asegura que "la Ant¨¢rtida ejerce una atracci¨®n especial. La luz es distinta, el hielo, las noches... Hay muchos fen¨®menos interesantes y las campa?as de investigaci¨®n son tambi¨¦n muy interesantes". En cuanto a la dureza de la vida a bordo en las condiciones del oc¨¦ano Glacial Ant¨¢rtico, "depende tambi¨¦n mucho del barco. Yo me he mareado m¨¢s algunas veces en el Mediterr¨¢neo si el barco era peque?o que en el Hesp¨¦rides en la Ant¨¢rtida".
Base militar
Y en cuanto al fr¨ªo, las investigadoras coinciden en que no se pasa. Para Castellv¨ª, "vas muy mentalizado para ello, y adem¨¢s tenemos la suerte de tener muy buenos materiales de aislamiento. En estos a?os he encontrado mujeres frioleras y hombres frioleros; por ejemplo, yo misma; pero est¨¢s preparada para ello". Es el caso contrario que Margarita Yela, investigadora del Instituto Nacional de T¨¦cnica Aeroespacial (INTA). Yela ha participado en diversas campa?as con el programa argentino, puesto que su investigaci¨®n consiste en la instalaci¨®n y control de aparatos de medida de ozono en las bases argentinas de Belgrano y Marambio. "Yo no soy nada friolera, as¨ª que no puedo hablar de eso. En cuanto a la discriminaci¨®n, yo no la he notado, ni en el barco ni en las bases. Ahora, si me quisiera quedar a pasar el invierno en una de las bases no podr¨ªa, porque es militar y s¨®lo admiten varones durante el invierno ant¨¢rtico".
Carlota Escutia, ge¨®loga del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, ha participado en diversas campa?as ant¨¢rticas como investigadora del programa de Estados Unidos. "Me fui de Espa?a en 1986, a hacer la tesis all¨ª, y he vuelto en 2002 con un contrato Ram¨®n y Cajal. El cambio te ayuda a crecer, es una buena experiencia". Escutia ha estado dos veces en la Ant¨¢rtida, la ¨²ltima de ellas, en 1998, a bordo del Joides Resolution, un barco de 133 metros de eslora (el Hesp¨¦rides tiene 84 metros) que se dedica a prospecciones en el subsuelo marino para conocer la historia del clima en el planeta. "Este barco, que se usa normalmente para investigaci¨®n petrolera, tiene una capacidad enorme de prospecci¨®n. En esa campa?a excavamos hasta 900 metros por debajo del fondo del mar, lo que permite un registro del clima de la Tierra de los ¨²ltimos 12 millones de a?os".
Tras dar clases en la Universidad de Stanford y en otras, Escutia ha regresado a Espa?a. "En geolog¨ªa las mujeres somos muy pocas, lo que supone ventajas e inconvenientes. Al final, sabes manejarte en las buenas y en las malas. Adem¨¢s, creo que la comunidad cient¨ªfica ya est¨¢ acostumbrada a tener mujeres en los equipos".
Valor en el Polo Sur
AL PRINCIPIO del largo invierno de 1999, la m¨¦dica de la base Amundsen-Scott, justo en el Polo Sur, era Jerri Nielsen, una m¨¦dica de EE UU. All¨ª se dio cuenta de que ten¨ªa un bulto en el pecho, se hizo ella misma una biopsia y se medic¨® hasta que, tras varios meses, un avi¨®n pudo llegar al lugar m¨¢s remoto de la Tierra y rescatarla. Para ello necesit¨® grandes dosis de sangre fr¨ªa y un extraordinario coraje. Sobre ello escribi¨® en 2001 en libro La prisi¨®n de
hielo.
Adem¨¢s de los problemas de salud m¨¢s o menos habituales, "problemas bucodentales, con el sistema endocrino, con las gl¨¢ndulas suprarrenales, el tiroides, el metabolismo del calcio...", hay algo que ocurre con frecuencia y que a¨²n no tiene explicaci¨®n: la p¨¦rdida de memoria. "Se suele perder el 13% de la memoria cada a?o que se est¨¢ all¨ª, pero nadie sabe por qu¨¦ ocurre. Se han hecho estudios al nivel del mar, por la Marina de
EE UU, pero nadie sabe en realidad por qu¨¦ sucede. Adem¨¢s, la ausencia de ciclos, de d¨ªa y noche, conduce a una p¨¦rdida sensorial cr¨®nica. Nunca pasa nada, cada d¨ªa es como el d¨ªa anterior; as¨ª que eso lo combatimos con fiestas, para provocar cambios. Los que viven all¨ª sue?an con cocinar, sobre todo verduras frescas y pescado".
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