Guerra abierta por la sucesi¨®n en la derecha francesa
Sarkozy es el m¨¢s popular, pero Raffarin goza del respaldo del aparato de la UMP
A primera vista se trata s¨®lo de unos comicios regionales, pero sus protagonistas se lo toman como aut¨¦nticas elecciones "de mitad de mandato", desgarradoras para la derecha, cuyos tenores lo viven como si fueran unas primarias. La Uni¨®n por la Mayor¨ªa Popular (UMP) aborda el proceso electoral de marzo en los albores de la guerra de sucesi¨®n, cuando no han pasado dos a?os desde que conquist¨® la mayor¨ªa absoluta del Parlamento y, por tanto, el Gobierno.
El hombre llamado a unificar a los partidos de derecha, Alain Jupp¨¦, se encuentra condenado a 18 meses de c¨¢rcel (aunque sin obligaci¨®n de cumplir la pena) y a 10 a?os de inhabilitaci¨®n pol¨ªtica, con una segunda parte del drama asegurada cuando se vea el recurso contra la sentencia. La situaci¨®n no es buena para Jacques Chirac, porque todo el mundo ha comprendido que el condenado carga con las culpas pasadas del jefe del Estado y sabe que ¨¦ste tiene otros amigos en espera de juicio: acaba de cerrarse un sumario contra ex colaboradores del presidente, por fondos presuntamente ilegales en adjudicaciones p¨²blicas.
Chirac ha sugerido que Jupp¨¦ es tan importante que no deber¨ªa haber sido condenado
Jupp¨¦ seguir¨¢ guardando el n¨²cleo duro del partido durante unos meses, pero la batalla para sustituirle ya ha empezado. Y esta vez se trata de organizar el relevo de la generaci¨®n o grupo de pol¨ªticos que han administrado la herencia del gaullismo. Los que empujan tienen poco que ver con ese grupo, del que no proceden ni el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, ni el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, por ahora los aspirantes m¨¢s decididos.
Los sondeos insisten machaconamente en que Sarkozy contin¨²a a la cabeza de los presidenciables. Sin embargo, sus intentos de situar a amigos suyos en buenos puestos de las listas electorales han chocado con el aparato de la UMP, todav¨ªa en manos de colaboradores de Jupp¨¦, que han lanzado el eslogan "Todo salvo Sarkozy".
Para muchos militantes de la UMP, el ministro del Interior representa la eficacia, el trabajo, la recuperaci¨®n de una sensaci¨®n relativa de seguridad y la capacidad de llevar a la derecha a la victoria en las futuras presidenciales y legislativas, aquellas en las que se juega de verdad el poder. Pero en esta campa?a regional, Sarkozy se dedica a visitar los barrios m¨¢s conflictivos del pa¨ªs, en su mayor¨ªa aut¨¦nticos guetos de marginaci¨®n, miseria y delincuencia. Sarkozy quiere demostrar de nuevo que ¨¦l es el ¨²nico pol¨ªtico capaz de coger el toro por los cuernos, al precio de arriesgarse a un reguero de problemas. El viernes pasado se puso a discutir con un grupo que le chillaba por su pol¨ªtica represiva, en un barrio de la periferia de Ly¨®n; y el lunes, cerca de Estrasburgo, fue insultado por un joven, que a las 24 horas lo pag¨® con una condena a un mes de prisi¨®n.
Otra parte de la militancia de derechas apuesta por el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, que ha emprendido una campa?a mucho m¨¢s cl¨¢sica, reclamando para s¨ª el papel de "jefe de la mayor¨ªa" con vistas a las elecciones de marzo y asumiendo el riesgo de un fracaso electoral que le debilitar¨ªa. Raffarin implica una l¨ªnea m¨¢s liberal, socialmente menos proteccionista que la de Chirac y m¨¢s pr¨®xima a la del Partido Popular en Espa?a.
Mientras tanto, el presidente de Francia tiene demasiados frentes abiertos. El palacio del El¨ªseo se implica en una operaci¨®n internacional tras otra -recalentar las relaciones con Estados Unidos, facilitar la incorporaci¨®n del Reino Unido a los planes franco-alemanes para la UE, recibir al presidente de Israel con la m¨¢xima pompa-, y lo que menos le conviene es la guerra interna, que le impide preparar un relevo con calma y a la medida.
Chirac, citado en otro esc¨¢ndalo
En los a?os noventa se produjo un verdadero pacto de corrupci¨®n entre los principales partidos pol¨ªticos en la regi¨®n de Par¨ªs, seg¨²n el juez Armand Riberolles, que el mi¨¦rcoles pasado decidi¨® enviar a juicio a 47 procesados por medio de un documento en el que se cita el nombre de Jacques Chirac varias veces. La resoluci¨®n judicial explica un vasto montaje organizado por las empresas que construyeron o renovaron centros de ense?anza media en la regi¨®n de Par¨ªs entre 1989 y 1997.
La finalidad de ese pacto era organizar el pago del 2% de cada adjudicaci¨®n a los partidos representados en el consejo regional. De ese porcentaje, el 1,2% iba a parar al partido neogaullista RPR (presidido por Jacques Chirac) y al Partido Republicano, y el 0,8% restante reca¨ªa en el Partido Socialista, segun los detalles aportados por Le Monde. El magistrado enfatiza "el car¨¢cter fraudulento del montaje" y "violaciones m¨²ltiples, graves y repetidas" del c¨®digo de adjudicaci¨®n de obras p¨²blicas.
El juez no precisa los hechos que podr¨ªan imputarse a Chirac, dada la inmunidad que le protege mientras permanezca en el cargo. Por este mismo motivo, tampoco pudo llamarle a declarar en 2001, durante la fase de instrucci¨®n del sumario, cuando deseaba interrogarle sobre la procedencia de los fondos en efectivo con que se pagaron numerosos viajes privados del entonces alcalde de Par¨ªs y presidente del partido neogaullista RPR. Uno de los 47 procesados es Michel Roussin, ex jefe de Gabinete de Chirac en el Ayuntamiento de Par¨ªs.
La idea de irregularidades generalizadas explica el motivo de que muy pocos se hayan rasgado las vestiduras porque Alain Jupp¨¦ mantenga todos sus cargos durante unos meses, pese a la condena judicial reca¨ªda sobre ¨¦l. Sin embargo, la extrema derecha de Jean-Marie Le Pen, excluida durante a?os del pastel, ha hecho de la corrupci¨®n uno de sus argumentos para la deslegitimaci¨®n de todo el sistema dominado por la derecha y la izquierda cl¨¢sicas.
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