De Pepe 'El Vasco' a Bach
El compositor sinf¨®nico Claudio Prieto inici¨® su carrera musical acompa?ando de ni?o a un acordeonista de Llodio
La vida del compositor Claudio Prieto es un camino de perfecci¨®n jalonado de pasodobles y coplas, de boleros y cha-cha-ch¨¢s; una santidad art¨ªstica ganada desde la m¨¢s tierna infancia a toques de bater¨ªa y trompeta por pueblos, aldeas, plazas, fiestas, bodas y bautizos. Aquel ni?o que formaba parte de la Orquesta de Pepe El Vasco no pod¨ªa imaginar que, partiendo de Mach¨ªn y Quintero, Le¨®n y Quiroga, era posible alcanzar el ¨¦xtasis de Bach y Mozart.
Claudio Prieto, uno de los m¨¢s relevantes m¨²sicos contempor¨¢neos espa?oles, compositor profusamente premiado y reconocido, el disc¨ªpulo m¨¢s destacado junto a Carmelo Bernaola del maestro Goffredo Petrassi, comenz¨® su carrera en una humilde orquestina de pueblo. Sus padres se hab¨ªan traslado en 1935 de Las Arenas (Vizcaya) a Mu?eca de la Pe?a (Palencia), donde vino al mundo el a?o siguiente en una familia sin antecedentes musicales, salvo aquel t¨ªo materno que aporreaba el acorde¨®n con m¨¢s voluntad que acierto. Fue ¨¦l quien le puso en contacto con Pepe El Vasco un virtuoso acordeonista de Llodio que un d¨ªa se dej¨® caer en la monta?a palentina para amenizar bailes y fiestas. El Vasco quer¨ªa formar una orquesta, pero el presupuesto s¨®lo daba para un dueto, as¨ª que el t¨ªo le coloc¨® al chaval y cerraron el trato.
Fue el 11 de septiembre de 1943, d¨ªa de San Mart¨ªn, en Villanueva de la Pe?a, donde actuaron juntos, por primera vez, El Vasco al acorde¨®n y el ni?o Claudio, con ocho a?os reci¨¦n cumplidos, en la percusi¨®n. Claudio Prieto jam¨¢s lo ha olvidado: "Eramos un cr¨ªo y un hombre subidos en una humilde tarima y tocando Ay, campanera, mientras la gente bailaba alrededor".
Del pandero a la trompeta
Las cosas fueron tan bien que el maestro vio cumplido muy pronto su sue?o. Encontr¨® un percusionista suplente para Claudio, ¨¦ste pas¨® a tocar la trompeta y contrat¨® a dos m¨²sicos m¨¢s, para el saxof¨®n y el clarinete, creando as¨ª la m¨ªtica Orquesta de Pepe El Vasco. Fueron a?os de pasodoble, de caminos, de parada y fonda, de verbenas en las praderas, felices a?os en los que la m¨²sica era el ant¨ªdoto contra la tristeza. Hoy, con los laureles en la frente, con una decena de obras musicales ya inmortales, con todos los premios posibles en su haber, con un instituto, un conservatorio y una calle en Palencia que llevan su nombre, hoy que es recibido por reyes y aplaudido en el Real, Claudio Prieto sabe que su Fantas¨ªa para violoncelo y piano no naci¨® en los genes de un bisabuelo que ya tocaba el viol¨ªn con peluca en la Orquesta Sinf¨®nica de Viena, sino en la humilde orquestina de pueblo de Pepe El Vasco.
Es cierto que para llegar a alcanzar el cielo de Mozart tuvo que subir una larga escalera de aprendizaje repleta de escuelas, maestros y estudios. Pero el primer pelda?o surgi¨® en un pasodoble que escuch¨®, cuando era s¨®lo un mocoso, en el acorde¨®n de El Vasco. Poco despu¨¦s, Claudio Prieto dej¨® la orquestina y pas¨® a la Banda Municipal de Guardo, donde se inici¨® en el clarinete y saxof¨®n. A los doce a?os ya era su subdirector.
M¨¢s tarde, un t¨ªo agustino, le introdujo en el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial para que completara sus estudios de la mano de uno de los m¨¢s importantes music¨®logos de la ¨¦poca, el padre Samuel Rubio. En 1954, Prieto hizo la mili como trompetista de la Banda de M¨²sica de la Academia de Villaverde, bajo el mando del capit¨¢n Ricardo Dorado quien le ense?¨® armon¨ªa, contrapunto, orquestaci¨®n e instrumentaci¨®n. Puede decirse que fue en ese instante cuando decidi¨® convertirse en compositor.
En el camino de perfecci¨®n hacia lo sinf¨®nico a Claudio Prieto siempre le acompa?aron la copla y el bolero; por eso, el d¨ªa en que fue admitido, gracias a una beca, en el Conservatorio de Roma salud¨® solemnemente a su maestro Godofredo Petrassi y se present¨® ante ¨¦l diciendo con orgullo para sus adentros: "Yo he sido disc¨ªpulo de Pepe El Vasco".
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