El PP y los cambios educativos
El PP gan¨® las elecciones de marzo de 1996 con el discurso de que nos encontr¨¢bamos con la generaci¨®n de j¨®venes mejor formada de la historia de nuestro pa¨ªs. Durante la primera legislatura, con Esperanza Aguirre como ministra de Educaci¨®n, cambiaron r¨¢pidamente el discurso y lanzaron una fuerte campa?a sobre la poca formaci¨®n human¨ªstica de nuestros j¨®venes, intentando justificar las contrarreformas que ten¨ªan preparadas. Al no disponer de mayor¨ªa parlamentaria para imponer sus cambios educativos, guardaron su discurso para mejores tiempos y nombraron ministro de educaci¨®n a Mariano Rajoy que se limit¨® a dejar transcurrir el tiempo, a no resolver ninguno de los problemas de nuestro sistema educativo y a favorecer, por tanto, que cundiera la sensaci¨®n de que nuestro sistema educativo necesitaba grandes cambios.
En la segunda legislatura, con la mayor¨ªa absoluta y con Pilar del Castillo como ministra de educaci¨®n, se lanzaron a poner en marcha el proceso de contrarreformas educativas con la LOU, la ley de FP y la Ley de Calidad, aprobadas en solitario en estos dos ¨²ltimos a?os, que han supuesto "el bienio negro" de la educaci¨®n en nuestro pa¨ªs.
La LOU es un claro ejemplo de la desconfianza del PP hacia la universidad p¨²blica y de la obsesi¨®n de su control, a trav¨¦s de una Agencia Nacional que est¨¢ siendo el mejor exponente del sectarismo y de la falta de seriedad cient¨ªfica y rigor acad¨¦mico. Ocho a?os de retroceso en el compromiso con la universidad p¨²blica, de disminuci¨®n del gasto real en euros constantes y de grave merma en la igualdad de oportunidades con la disminuci¨®n de becas y ayudas a los estudiantes. La Ley de FP no da ning¨²n paso hacia la necesaria integraci¨®n de los tres subsistemas de formaci¨®n profesional (Reglada, Ocupacional y Continua), y culmina una pol¨ªtica que demuestra su despreocupaci¨®n hacia la existencia de varios millones de personas, significativamente mujeres en su mayor¨ªa, sin la cualificaci¨®n necesaria para conseguir un empleo digno. Y el ejemplo m¨¢s claro de su concepci¨®n del papel de la educaci¨®n lo hemos podido comprobar en la mal llamada Ley de Calidad, una Ley que lejos de proponer soluciones para superar las dificultades de aprendizaje que encuentra el alumnado y dar respuesta a los nuevos retos de la sociedad del conocimiento, opta por segregar a los estudiantes con dificultades, por expulsarlos del sistema educativo, por sacar a las familias de la escuela.
Sus contrarreformas educativas tienen un claro denominador com¨²n, en lugar de apostar porque la educaci¨®n sea un potente instrumento de integraci¨®n y cohesi¨®n social, su apuesta va dirigida a mantener las desigualdades de origen, a que se mantenga lo que ellos llaman "el orden natural de las cosas". Mientras ha aumentado la riqueza de Espa?a con el crecimiento del PIB, los recursos destinados a la Educaci¨®n no han parado de disminuir. As¨ª, mientras en 1996 el gasto supon¨ªa el 4,9 % del PIB, ahora supone s¨®lo el 4,4%. Hoy, Espa?a es m¨¢s pobre en Educaci¨®n que hace ocho a?os, el Partido Popular ha descapitalizado nuestra inversi¨®n m¨¢s importante y estrat¨¦gica: las ciudadanas y los ciudadanos del futuro. Hay todav¨ªa quien piensa que esta pol¨ªtica educativa responde a un intento diferente de resolver los problemas de nuestro sistema educativo, que los problemas los hab¨ªa generado la LRU o la LOGSE. Yo les invito a que analicen con calma la concepci¨®n social e ideol¨®gica que subyace en estas leyes, en la pol¨ªtica educativa del PP, que no es sino la versi¨®n espa?ola de un movimiento m¨¢s global presente en muchos pa¨ªses, especialmente en EEUU, en el que confluyen sectores neoliberales, populistas autoritarios y fundamentalistas religiosos.
En Espa?a esa confluencia la tienen mucho m¨¢s f¨¢cil, porque todos esos sectores est¨¢n en el PP. Esos son los sectores que obligan a la poblaci¨®n escolar a que elija entre Religi¨®n Cat¨®lica y Hecho Religioso (cuyos contenidos han sido dictados por la propia Conferencia Episcopal), esos son los sectores que promueven que todo el alumnado con dificultades de aprendizaje se escolarice en los centros p¨²blicos, para poder llevar a sus hijos a la privada concertada sin que se tengan que juntar con determinadas compa?¨ªas que, seg¨²n ellos, les impiden una adecuada formaci¨®n. Esos son los sectores que en cada proceso electoral nos recuerdan que no podemos votar a la izquierda, bien sea por el divorcio, por el aborto, o, ahora, como nos recordaba hace unos d¨ªas Rouco Varela, haciendo gala de "su independencia", por no aplaudir la imposici¨®n de las ense?anzas de Religi¨®n para todos. Ellos tienen claro el voto, les da igual que se llame Aznar o Rajoy, Camps o Zaplana. Los dem¨¢s deberemos pensar bien qu¨¦ hacemos el 14 de marzo si no queremos que esos sectores sigan gobernando, si no queremos que la educaci¨®n de calidad sea patrimonio de los sectores sociales m¨¢s favorecidos.
Miguel Soler es director de l'Escola Ernest Lluch. Fundaci¨® Societat i Progr¨¦s
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