El directorio
Blair-Chirac-Schr?der. O si se prefiere, Londres-Par¨ªs-Berl¨ªn. Este tripartito o tr¨ªada, formada por dirigentes sumamente debilitados en sus propios pa¨ªses, pretende llevar la voz cantante en la Europa actual. El mi¨¦rcoles celebrar¨¢n una cumbre notable, acompa?ados de numerosos de sus ministros y precedida de encuentros bilaterales varios. Aunque su alcance es dudoso -y las tr¨ªadas son esencialmente inestables- este directorio es algo m¨¢s que una apariencia. Ya lograron un acuerdo de diplomacia preventiva con Ir¨¢n. Y su fuerza se dej¨® notar en el ¨²ltimo Consejo Europeo de Bruselas en el que encall¨® la proyectada Constituci¨®n, pues estos tres fueron los que, concertadamente, hicieron y deshicieron.
El 12 de diciembre en un desayuno sin precedentes a tres, Chirac pudo comprobar que Blair no estaba hipotecado por Aznar en lo que a la reforma institucional se refiere. Y al d¨ªa siguiente, mientras Berlusconi, como presidente del Consejo Europeo, llevaba a cabo diversas consultas, los tres tenores volvieron a encontrarse para decidir que no quer¨ªan seguir. Se lo dijeron a Berlusconi y ah¨ª se par¨® todo. El italiano cort¨® en seco el Consejo. Francia y Alemania tampoco parecen tan interesadas en la Constituci¨®n. Su objetivo, mostrar su poder, ya estaba logrado.
M¨¢s que basarse en intereses compartidos, la tr¨ªada parece tejida sobre intereses cruzados, lo que est¨¢ en la esencia misma de la construcci¨®n europea. Francia quiere le monde (la pol¨ªtica exterior y de defensa), a cambio de dejar l?Europe a los alemanes. Pero Par¨ªs sabe que sin el Reino Unido, no hay n¨²cleo europeo de defensa posible, pues en este aspecto, franceses y brit¨¢nicos son los ¨²nicos serios y ya parecen haberse puesto de acuerdo para crear unidades conjuntas de combate. Blair quiere controlar estos pasos, para que no socaven la OTAN pero a la vez lleven a una mayor capacidad militar de los europeos. Tambi¨¦n lo necesita para su proyecto -al que no ha renunciado- de situarse en Europa. Claro que sin estar en el euro, Blair siempre cojear¨¢. Pero ese puede ser su legado si gana por tercera vez las elecciones: convocar un refer¨¦ndum sobre la moneda ¨²nica y luego, pase lo que pase, marcharse y dejarle el 10 de Downing Street a Gordon Brown. El mi¨¦rcoles veremos a los tres hablar de econom¨ªa. Pues ahora tambi¨¦n Schr?der necesita a Europa para justificar internamente las reformas estructurales alemanas (mientras las reformas est¨¢n paralizadas en Francia).
El principal punto de coincidencia de estos tres tenores que han perdido algo de voz es que son los grandes de Europa, los que deben mantener el tim¨®n para evitar que la UE se desmande o pierda el rumbo tras la ampliaci¨®n a diez nuevos pa¨ªses que no s¨®lo va a suponer un cambio cuantitativo, a m¨¢s, sino que puede suponer otro cualitativo, a menos, en el proceso de integraci¨®n. Es, como siempre con un directorio, un poder en un interregno. Que se consolide o no depender¨¢ de la marcha de la propia Uni¨®n, y si dura, socavar¨¢ las instituciones. En el Consejo Europeo de Bruselas Polonia no dio su brazo a torcer no s¨®lo por razones internas o de conservar un peso institucional que ni siquiera a comenzado a practicar, sino que pesaron aismismo sus recelos anti-alemanes. La historia sigue muy viva en Europa, aunque los m¨¦todos de expresarla, afortunadamente, hayan cambiado.
Espa?a podr¨ªa haber estado en el meollo de este directorio. Lo estuvo en otros tiempos cuando el eje era franco-alem¨¢n. Naturalmente, a los brit¨¢nicos les gustar¨ªa abrir el n¨²cleo a Espa?a, Polonia e Italia, aunque recelan de Berlusconi. En todo caso, se examinar¨¢ despu¨¦s de las elecciones espa?olas del 14 de marzo. Los peque?os, y las instituciones, son los m¨¢s irritados. Desde luego, Londres nunca les ha prestado demasiada atenci¨®n. Sea como sea, a este directorio le falta algo que hoy resulta esencial: una visi¨®n com¨²n de lo que deben ser las relaciones de Europa con el Imperio. Sin ella, carecer¨¢ de credibilidad.
aortega@elpais.es
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